8- Cuando pienso en tí, mi corazón aun brilla

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Sin que Levi pudiera evitarlo, comenzaron a pasar meses y luego años, donde para ese entonces Levi ya estaba en los comienzos de sus treinta y formaba parte la legión de reconocimiento dado a sus técnicas de combate que le hacían fácilmente sobresalir entre el resto y dada la alta tasa de bajas, rápidamente ascendió a capitán gracias a sus conocimientos, determinación y por sobre todo su frialdad.

Había tanto qué hacer y tan poco tiempo para pensar, por lo que Levi no tenía tiempo ni ganas de lamentarse por sus profundos sentimientos ni mucho menos demostraba compasión cuando sus compañeros de escuadrón morían en misiones. Con el transcurso del tiempo, el tosco ladrón pudo sanar a su modo y Levi se dio cuenta que cortar cuellos de titanes se había vuelto más interesante que la idea de regresar dentro de las murallas.

Para ese entonces, las tropas de la legión de reconocimiento regresaron a la ciudad para que los soldados pudieran pasar las festividades de año nuevo junto a sus familias antes de emprender una nueva misión fuera de las murallas. Pese a los ánimos de alegría en general, a Levi no podía importarle menos. No había nada qué celebrar ni tenía un lugar que pudiera considerar hogar más que el cuartel de la legión y todo lo que necesitaba se encontraba allí. Mientras tanto, el resto de los soldados charlaban con ánimo ante la idea de regresar a casa con sus respectivas familias, sin embargo Levi optó por ignorarlos a todos y hacer caso omiso a los comentarios del resto de sus compañeros, por otra parte alguien debía quedarse al cuidado de los caballos y esa parecía una excelente excusa para quedarse en el cuartel.

—¿No quieres venir conmigo? —preguntó Furlan con entusiasmo.

—Ya he dicho que no, no insistas —respondió Levi con voz áspera.

—Oh, vamos...he estado enviándome cartas con una chica y al parecer no es la única persona que no tiene con quién pasar las fiestas. Tal vez puedas conseguir alguna chica...

—Pues bien, que te diviertas galán —masculló el siempre tan malhumorado Levi.

—¿Será acaso que hay alguien allá en la ciudad que no quieras ver y los caballos no son más que una excusa algo inmadura de tu parte? ¿De verdad nuestro capitán de escuadrón si le teme a algo o quizás alguien? —se atrevió a preguntar el muchacho.

La mirada azulada del capitán Levi era capaz de congelar lo que quisiera con tan solo verlo, lo suficiente como para asustar al siempre tan optimista Furlan quien decidió que lo mejor era dejar a solas a Levi.

Oi, vete antes de que te haga tragar la mierda de los establos —gruñó Levi.

—¡Feliz año nuevo, capitán! —se despidió Furlan con una sonrisa en los labios.

—Feliz año nuevo, mocoso estúpido.

Por otra parte, en algún lugar dentro de la ciudad la servidumbre parecía ajetreada para los preparativos de aquella velada.

—Hanji, debemos hablar —dijo su madre tomándola de la mano para llevarla a otra habitación.

—Madre, te oigo —respondió la castaña.

—No suelo interferir en tus decisiones ni en tu estilo de vida, sin embargo hay algo que me inquieta.

Hanji tomó asiento junto a su madre para escucharla más de cerca.

—Han pasado más de cinco años desde tu matrimonio y no tienes hijos. La gente murmura cosas extrañas y espero que nada de eso sea cierto.

—Madre, desde que soy pequeña murmuran cosas sobre mí. Esta es mi familia y por voluntad propia he decidido permanecer con un hombre que me ama y que por sobre todo me respeta en cada una de mis decisiones. Por el momento los hijos no son una prioridad en mi vida y Moblit entiende a la perfección mis ideales.

—En ocasiones no te entiendo —suspiró su madre.

—Yo tampoco —comentó Hanji un tanto desanimada.

Momentos más tarde la puerta se abrió y Moblit se acercó para saludar a la madre de su esposa.

—Querida —llamó Moblit.

Hanji volteó a ver a su esposo y sonrió.

—¿Sabes lo hermosa que luces ésta noche?

—Oh, basta —la castaña se ruborizó.

—Me siento realmente afortunado de que seas mi esposa y no me cansaré jamás de decírtelo.

Después de todos esos años, Hanji podía decir que se sentía en paz consigo misma. Sin embargo hubo días de angustia y horror que le hacían despertar llorando en medio de la noche donde la misma escena de ella separándose de Levi se repetía una y otra vez quitándole el sueño y al mismo tiempo las ganas de querer vivir. No tenía sentido alguno haber sobrevivido sin saber qué había ocurrido con Levi y el caos de la ciudad le hizo migrar junto a su familia al resguardo de la muralla Rose luego de la caída del muro María. Hanji en un comienzo se negó a la posibilidad de que Levi hubiera muerto, pero con el pasar de los años el tiempo no le dio la razón y por órdenes de su padre contrajo matrimonio con el médico Moblit Berner. Si bien las heridas de su corazón nunca sanaron, Moblit llegó para traer paz a su angustiado corazón y se trataba realmente de un hombre bueno, honesto y por sobre todas las cosas profesaba su enorme cariño hacia ella y eso pareció más que suficiente como para que Hanji aceptara aquel matrimonio.

—Los veo en la cena —comentó la madre de Hanji para dejarlos solos.

—Cariño —llamó Hanji.

—Te oigo, querida.

—Han pasado muchos años desde nuestro matrimonio y lo he considerado realmente luego de pensarlo, y quería decirte que me gustaría ser madre.

—¿De verdad? —Moblit ensanchó su sonrisa, no podía concebir más en felicidad ante las palabras de su amada esposa.

—¿Por qué mentiría? —dijo la castaña acomodando la mejilla en el hombro de su esposo, dejándose envolver por los brazos de aquel hombre.

Las campanas comenzaron a sonar por toda la ciudad para anunciar la venida de un nuevo año, la gente se abrazaba deseando buenos deseos y Levi atravesaba la ciudad montado a caballo. Estaba casi seguro que la casa más ridículamente adornada sería la de Hanji. Levi aún no tenía claro el motivo por el que abandonó la tranquilidad del cuartel general, probablemente era un completo idiota que disfrutaba el dolor.



La ciudad donde la luna no brilla [LeviHan/Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora