20- Sentimientos, parte II

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Pese a la notoria diferencia de altura, Levi de alguna manera lo compensaba con aquella descomunal fuerza, no solo física, sino que de voluntad. Si Hanji decidía permanecer en la legión definitivamente estaba más loca de lo que creía, pero no iba a detenerla aunque su instinto protector dijese lo contrario. La castaña al fin y al cabo era libre de decidir por sí misma y con ello lograría encontrar su propia voluntad, con o sin él.

Levi caminaba bastante rápido y a paso firme, tanto que incluso era difícil seguirlo teniendo largas piernas.

—¡Levi! —exclamó Hanji intentando seguirle el paso.

—Ahora no —respondió el aludido, con un dejo de impaciencia.

—Levi, mi brazo... duele...

El capitán se detuvo. De alguna u otra manera Hanji se las ingeniaba para verse atractiva con aquel recién estrenado uniforme, pero no importaba cómo, Hanji no lo veía de la misma manera en que él la miraba a ella.

—Desde este momento forma parte de mi escuadrón y tengo la completa responsabilidad de sus actos. Creo que es lo suficientemente inteligente como para comprender lo que digo.

—Levi...

—Capitán Levi, querrá decir. ¿Debemos acaso regresar por algunas clases teóricas para que aprenda la diferencia de rango? —replicó el azabache.

—Enano engreído —masculló Hanji indignada —De acuerdo, jugaremos a este estúpido juego de sumisión para engrandecer esa horrible personalidad arrogante. ¿Ya puedo irme, capitán Levi?

El azabache dejó escapar una risilla. Esa era la Hanji con carácter que le gustaba desde el comienzo.

—Buenas noches, soldado Zoe —asintió finalmente el capitán. —Le aconsejo que cierre bien esa puerta, no querrá recibir visitas nocturnas inesperadas y cuando hablo me gusta que me respondan. Es molesto hablar solo.

—Buenas noches, capitán —respondió Hanji con ironía.

—Así me gusta, mucho mejor.

La castaña le dedicó una mirada totalmente desconcertada antes de cerrar la puerta. Si el capitán de pronto había tomado una postura molesta, lo mejor para ella era ignorarle, aunque siendo parte de su escuadrón aquello sería casi imposible.

En los días siguientes continuó aquel ambiente de hostilidad que no pasó desapercibido para nadie. Hanji y Levi por alguna razón parecían distantes y molestos el uno con el otro. Si por algún motivo debían hablarse podía sentirse aquella tensión en aquellas palabras resentidas.

Sin embargo para Levi se estaba haciendo una costumbre vigilarla sin que ella se percatara. Durante el día el capitán se mantenía ocupado con diversas obligaciones y pese a estar agotado físicamente, por la noche era imposible dormir con tranquilidad. En su cama faltaba algo y aunque estuvo completamente tentado en ir por Hanji, lo mejor para ambos era algo de tiempo para organizar sus ideas mientras la ansiedad lo consumía lentamente a la espera de algo que no venía. Era algo tan simple y a la vez complicado, él había abierto su corazón completamente exponiendo sus sentimientos hacia ella, pero ahora faltaba que Hanji revelara lo que sentía realmente.

A la mañana siguiente, los ánimos seguían tensos aunque el resto de los reclutas parecieran bastante animados luego de que Erwin informara que el gobierno había organizado una cena con el fin de mantener buenos lazos entre las distintas divisiones gubernamentales. La ocasión era perfecta para pasar un buen rato y olvidar aquellos problemas fuera de los muros. El único que parecía molesto rotundamente era Levi, quien aborrecía completamente los lugares ruidosos pese a crecer entre esos suburbios de la ciudad subterránea entre cantinas y prostitutas. Por otra parte Hanji parecía indiferente, sus ánimos no eran los suficientes como para querer ir, de seguro encontraría un buen pretexto para quedarse en el cuartel.

La ciudad donde la luna no brilla [LeviHan/Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora