21- Una vez Ackerman, siempre Ackerman

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La fresca brisa matutina revolvió su cabello, el cielo ligeramente intentaba cambiar de color durante aquella mañana. Levi se removió y al hacerlo notó que Hanji dormía plácidamente recargada en su hombro, ese tranquilizador pensamiento le hizo cerrar los ojos una vez más.

—¡Capitán!

Las voces se oían lejanas, pero seguían siendo molestas. Levi abrió un ojo un tanto irritado, era imposible tener algo de calma, él solo quería dormir un poco más junto a su chica.

—¡Capitán!

Levi finalmente se incorporó, el lago se veía extrañamente calmo bajo su bote pero en la orilla un par de soldados gritaba con fuerza. El azabache se volteó y se vistió algo desconcertado.

—Hanji, despierta...

—¿Si? Vamos, déjame dormir solo un momento... —Hanji se cubrió el rostro con la mano.

—¡Capitán! ¿Nos oye?

—¡Maldita sea, claro que los oigo! —replicó Levi.

—¿Quién hace tanto ruido? Es tan temprano —se quejó la castaña formando un puchero.

—Hermosa... creo que debemos regresar...

Hanji se rascó los ojos con impaciencia y entornó la mirada antes de acomodarse los anteojos. A la distancia divisó un par de soldados a las orillas del lago, eso realmente era incómodo, afortunadamente solo bastó un par de momentos para vestirse nuevamente. Levi para ese entonces comenzó a remar de regreso a la orilla donde les esperaban los soldados un tanto avergonzados por interrumpir al capitán, pero era algo realmente urgente.

—Más les vale que sea algo importante —gruñó Levi.

—¿Qué ocurre? —preguntó Hanji.

Uno de los soldados le entregó un sobre a Levi, solo bastaron segundos para que Levi comprendiera el significado de lo que veían sus ojos y algo desgarrador se anidó en su garganta pese a que nadie lograba entender aquello. Levi de un momento a otro tomó el caballo más cercano y regresó hasta el cuartel con el resto de soldados y Hanji siguiéndole.

Usualmente muchas cosas hacían perder la paciencia del capitán Levi, pero una cosa era verlo irritado y otra completamente distinta era verlo totalmente fuera de sí. En esta ocasión el capitán se veía intranquilo, no era capaz de formular ideas, ni siquiera era muy consciente de lo que Hanji le decía, todo de alguna manera le resultaba tan molesto.

De alguna forma Levi se sintió culpable, sin embargo parecía inevitable. La pelirroja de los ojos esmeralda estaba en peligro y aquella carta con trozos de su rojo cabello era una simple muestra de la maldad humana. Levi nuevamente tomó un caballo y aunque prometió no regresar, no podía no hacerlo. Se lo debía.

En algún momento la pelirroja perdió la esperanza cuando creyó que todo estaba acabado, su mejilla descansaba en el frío suelo mientras sus manos y pies estaban atados sin la posibilidad de moverse. Sus lágrimas caían silenciosamente confundiéndose con la sangre fresca. A unos pocos metros de distancia había una mujer de edad joven, se le hacía extrañamente familiar, su cabello era largo y oscuro, sin embargo su mirada parecía algo fría e inexpresiva, como si no le importara demasiado que frente a ella otra mujer se contrajera de dolor en el suelo.

—Silencio —ordenó aquella mujer, al notar como la pelirroja lloraba amargamente.

Sin embargo Isabel no le estaba prestando demasiada atención, llevaba muchos días en ese sitio, tantos que había perdido la cuenta.

—Necesito ir al baño, por favor... —suplicó Isabel.

La chica del cabello azabache la observó detenidamente y con algo de fuerza la levantó para llevarla junto a ella, no había forma de que la prostituta escapara pero era mejor ser precavida.

La ciudad donde la luna no brilla [LeviHan/Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora