Capítulo 1

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Juliana

Destellos de luz roja se filtraban en la oscuridad, iluminando lo que la luna no podía de la enorme biblioteca. Sostenía mi pequeña linterna en mi boca, con la luz hacia un libro que tenía en las manos. Su título científico lucía prometedor, pero al mismo tiempo me di cuenta de que solo era una parte superficial sobre el cuerpo humano, definitivamente no era sobre el sistema nervioso que estamos buscando. Tan sigilosamente como pude, puse el libro de vuelta en el estante, el único sonido era de este deslizándose sobre la madera.

Saqué la linterna de mi boca, pasando la luz por otros libros hasta que encontré uno que parecía prometedor, mi mano se dirigió hacia el cuando escuché un ligero golpe seco, un libro golpeó el suelo, haciendo eco por todo el lugar. Brinqué sorprendida, girando instintivamente hacia el sonido, mi mano yendo a mi cadera donde tenía mi cuchillo. Algunas otras luces rojas se dirigieron al sonido, apenas iluminando al soldado que lo había dejado caer.

Esperé, el único sonido que se podía escuchar en la oscuridad era el asustado latido de mi corazón, esperando una respuesta. Mi mano seguía tensa en el cuchillo, aunque era el arma preferida en tanto al silencio, me sentía más cómoda con el peso de mi rifle en mi hombro. Pasaron 30 segundos. Nada.

Habíamos estado buscando por alrededor de una hora, casi cada estante revisado pero con nada de lo que buscábamos, un libro, que se suponía era demasiado detallista sobre el cerebro humano. No solo con sus partes y para que sirven, pero con los productos químicos, hormonas y su efecto en el resto del cuerpo, el tipo de libro que dará el conocimiento inmediato al lector para ser un neurocirujano.

"Juliana" se escuchó en susurro detrás de mí, la voz pertenecería a Luis Valencia "¿Cómo te va?"

"Bueno" me giré hacia el "Nunca termine la prepa, así que en realidad no sé bien qué demonios estamos buscando".

"No me jodas, ni siquiera se la diferencia entre los libros de biología y psicología"

Lucho era un año mayor que yo, estaba en segundo grado cuando todo esto pasó. Los que no fuimos de estudiante a muerto fuimos de estudiante a soldado. La supervivencia había tomado el puesto de la educación. Al menos una cuarta parte de los soldados buscaban constantemente a otros sobrevivientes, pero en estos días era raro encontrar personas que necesitaran un lugar para llamar hogar. 

Quedaban tres tipos de personas, la gente normal como la mayoría de nosotros que formaban grupos para estar más seguros, luego los solitarios, que preferían no tener ningún tipo de contacto con otros porque pensaban que no llamarían mucho la atención. Y luego los asaltantes, tomaban lo que necesitaban o simplemente querían y acababan con cualquiera que se les atravesara, pero no estábamos en posición para iniciar una guerra con los no infectados así que siempre que podíamos los evitábamos. 

Me dirigí hacia la entrada, algunos seguían buscando, otros estaban sentados en las pocas mesas que no habían sido destrozadas, hablando suavemente. Con el rabillo del ojo divisé unas luces azules entrando por la puerta principal, el escuadrón Bravo, la otra mitad de mis soldados.

Estaba comenzando a cabecear hasta que alguien se dejó caer en mi lado "Señorita" Podía escuchar la sonrisa antes de que me incorporara

Sonreí "Sergio"

"Te ves cansada" dijo pasando una mano por su cabello después para pasarla sobre mis hombros "¿Quieres un masaje o algo?"

Me alejé de su agarre "Estoy bien gracias"

Dio una sonrisa engreída, solo visible porque también estaba lo suficientemente cerca como para que pudiera distinguirla con la luz lunar que brillaba a través de los grandes tragaluces. ¿Pensaba que tenía verdaderos sentimientos por mí? No. Aparte de la atracción física, creo que simplemente disfrutaba el desafío. Antes de que Sergio pudiera hacer otro comentario, Lucho regresó y se quedó en silencio en el borde del mostrador hasta que Sergio se alejó.

"El resto encontró un par de libros que creen pueden servir para el doc, Bravo buscó lo que pudo en el hospital pero solo encontraron algunos suministros. Había un clan cerca de la farmacia, un solo escuadrón puede hacerse cargo si quieres"

Lo pensé por un momento, sabía que el cargamento se estaba quedando sin medicinas como antibióticos o la insulina, conseguirlas significaba pelea.

"Peña" dije con cautela.

Pasó un momento para que Peña, el líder de Bravo, fuera hacia nosotros. "¿Señora?" Preguntó expectante.

"¿Exploraron el acceso al techo del hospital?"

"Si señora" respondió con rapidez. Estuvo en el ejercito antes del desastre y definitivamente sabia lo que hacía, sin embargo prefería no delegar a militares, me llamaban señora todo el tiempo, como si fuera la abuela de alguien. La abuela de alguien de veintiún años...patético.

"¿Cuántos hay en la farmacia?"

"Doce"

"Doce no suena mal" susurró Lucho "Y estarán dormidos por otras dos horas por lo menos"

"Igual no es lo ideal, pero no podemos esperar hasta mañana"

Silbé y esperé a que todos se reunieran "Vamos al hospital" escuché uno que otro quejido "Escuadrón alfa, tenemos la farmacia" Vi el contorno de los cabezas subiendo y bajando en comprensión "No quiero escuchar ni un disparo en ese edificio ¿entendido?"

Salimos, el hedor que se encontró mi nariz logró recordarme otra razón por la que odiaba la ciudad, apestaba a muerte y decadencia, la evidencia visual de la muerte había desaparecido, pero el olor permanecía. Una cosa de la que estaba segura es que aquellos seres ya no eran humanos. Eran animales viles. Existía una teoría sobre el brote: un parásito que se propaga a través de la saliva. Mató todo lo que nos hizo civilizados y nos convirtió en criaturas territoriales y salvajes.

Dirigí el resto del camino a paso rápido, ya era emocionante ver el edificio a la distancia,llegamos y me puse frente la entrada, di un paso adelante, cuando ambas puertas se abrieron, fue tan inesperado que me quedé sin aliento y retrocedí.

Lucho se reía en voz baja ante mi reacción "Trae a Peña" le dije, y se volvió hacia el soldado detrás de él.

Peña fue hacia mi "Señora"

"¿Qué demonios?" Susurré enojada señalando el edificio iluminado.

"Entramos por atrás" se inclinó y señaló una ventana oscura en el interior "Esa es la farmacia, las luces no eran automáticas en ningún otro lado"

Suspiré y me apoye contra la pared "Lleva a Bravo por atrás y ve al techo, nos encontraremos ahí"

En la tenue luz que se filtraba pude ver a Peña dudar, sabía perfectamente que si nos separábamos, su escuadrón no estaría tan cerca como para ayudar si algo salía mal. Al final asintió.

Lucho dio la orden de ponerse en línea y entramos, por alguna razón el silencio era más espeluznante en la luz. Estaba acostumbrada a la charla y las risas del campamento durante el día.

El momento en que nos acercamos a la farmacia pude olerlos, asomé la cabeza en una esquina y levanté mi linterna, su luz chocó con un par de ojos abiertos. Instintivamente me eché hacia atrás. No pasó nada.

Comenzamos a avanzar, aquellas cosas estaban dispersas por la pequeña área, me moví hasta quedar encima de uno, una mujer. Cada uno de nosotros con cuchillo en mano, miré hacia abajo y me encontré con un par de ojos, dejó escapar un grito largo y sangriento.

"¡Ahora!" Grité, antes de que pudiera reaccionar le clave del cuchillo en su espalda, para después hundirlo en su pecho. Tiré el cuerpo sin vida a un lado y respiré frenéticamente para calmarme. "¿Todos bien?" Pregunté, todos susurraron un sí. "Coloquen tantas medicinas en las bolsas como puedan".

Un rato más tarde llegamos al techo y me desplomé sobre la superficie dando un respiro profundo. Lucho se dejó caer a mi lado, rebuscando en su mochila y entregándome un suéter para proteger mis ojos del sol.

"Gracias" sonreí "Buenas noches"

No podía esperar para volver al campamento donde finalmente podría recuperar el descanso que tanto necesitaba.

No me dejes (juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora