Capítulo 38 pt. 2

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Juliana

No estaba segura de cuan lejos habíamos llegado, solo que íbamos en la dirección correcta. A lo lejos se veía un pequeño claro con un tramo del mismo río que pasaba por el campamento. No había nadie ahí, pero al detenernos en el centro con armas listas, cuatro personas emergieron de los árboles, Johny entre ellos, no me sorprendi al notar que ni Mía ni Alejandro estaban presentes.

Avanzaron hasta formar un círculo cerrado a nuestro alrededor, miré más allá de la vista de mi rifle "¿Dónde está el resto?"

"Sabes dónde están, y aún así decidiste venir"

"Lo hice por Mariana"

"Estoy listo para llevarte con ella tan pronto como entreguen sus armas" permanecí inmóvil, sin confiar en lo más mínimo en que no dispararía cuando bajáramos las armas "Adelante aprieta el gatillo" desafío impaciente "Mis hombres tienen órdenes de dispararle si no regresamos en veinte minutos".

Mis ojos escanearon a cada uno de sus compañeros, si nos quisiera muertas ya habría disparado. No entendía la razón de llevarnos a otro lado si en realidad no cumpliría su parte del trato, lo único que quedaba era esperar a que todo saliera bien. Extendí mi rifle seguida de Val.

Caminamos delante de ellos, empecé a preguntarme a donde íbamos hasta que los alrededor se hicieron familiares. Solo un minuto después apareció la vieja cabaña de hace unas semanas, de pie frente a las perreras estaban los asaltantes que nos habían estado causando problemas desde que llegamos. Al verlos quise girar y golpear a Johny, nos había mentido desde el principio.

"¡Mariana!" seguí la mirada de Val hacia la gran área cubierta de hierba frente a las perreras, estaba atada a un árbol en el centro, pero estaba viva y a simple vista completamente ilesa. Corrimos hacia ella, deshaciendo las cuerdas a su alrededor. 

"Estás viva" sonreí con incredulidad "¿Te lastimaron?"

Me sentí esperanzada de nuevo, solo duró muy poco al ver que comenzó a llorar "No debieron haber venido" susurró.

Tan pronto como lo dijo, un rugido inhumano emergió desde las jaulas. Realmente era una trampa. Nos habían quitado las armas y estaban a punto de soltarnos tres infectados.

"Vayan al otro lado de la cabaña" dije frenéticamente, recordando que había otros pequeños cuartos parecidos a establos. Se me heló la sangre cuando soltaron otro gruñido hambriento "¡Vayan ya!"

Salimos corriendo al extremo opuesto, sabiendo que solo teníamos unos segundos antes de que los asaltantes abrieran las jaulas. Me aseguré de que Mariana entrara primero, entré justo detrás de ella empujándonos atrás para que Val pudiera entrar. La puerta metálica se cerró y me di la vuelta para preguntarle que debíamos hacer ahora, solo que cuando lo hice ella estaba del otro lado de la puerta.

Nuestros miradas se encontraron a través de las barras y sonrió a manera de disculpa. Mi corazón había estado latiendo salvajemente desde que vi las jaulas con los infectados, pero cuando mi enfoque cayó a su mano y vi un candado en su agarre, dejó de latir por completo. Quería gritar, llorar, romper las barras que nos distanciaban y mantenerla a salvo, solo que permanecí inmóvil en completo shock, observando sus intenciones en el triste brillo de sus ojos. Al darse cuenta de que estaba lista para empujar la puerta, cerró el candado con rapidez.

"No no no ¿qué haces?" pregunté en pánico "Abre la puerta".

"Dame tu cuchillo"

"Valentina abre la puerta" supliqué "No hagas esto, abre la puerta" no podía luchar con ellos por su cuenta y no había otro lugar para esconderse.

No me dejes (juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora