9. El impacto de Jimin.

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Solo podía haber una explicación a lo que estaba pasando, las insinuaciones, las palabras le hicieron sentido como si delante suyo le hubieran revelado un secreto importante. ¿Qué le había dicho? ¿Kim Taylor? Parpadeó un par de veces pero cuando quiso acotar alguna cosa, la voz simplemente se rehusó a salir de su garganta.

—No puedo creerlo —presionó su mano en la frente—. Soy yo, "arigato man", bromeábamos con eso. ¿En serio no me recuerdas? Soy Jimin... —la decepción se reflejó en su rostro pero mucho más la angustia de ver que su amigo no lo recordaba—. No lo entiendo.

—No sé qué está hablando, señor yo... —toda su piel empezó a sudar con la ansiedad repentina que lo carcomía—. ¡Déjeme en paz!

Quiso arrancar de la situación porque no toleraba descubrir parte de la verdad, pero en aquel momento un brazo lo rodeó por completo para apretarlo contra su cuerpo.

—¿Estás molestando a este muchacho? —frunció el ceño.

Era impactante el hecho de escuchar y sentir a Kim Seokjin enfadado, cuando en realidad se caracterizaba por tener un carácter apacible. A pesar de lo duro que podía sonar, el rubio no retrocedió un solo paso, nada podía asustarlo más que el hecho de tener frente a sus ojos a Taylor sin que este no lo tomara en cuenta.

—C-creo haberlo confundido con otra persona, eso... eso es todo —volteó un poco para aceptar el vuelto que le entregaba la cajera, después de ello le dio una larga mirada al muchacho de cabello atado. Él no podía haber tenido alucinaciones, ¿o sí? Esas cosas habían quedado atrás con las drogas—. Lo lamento —agachó la cabeza y salió de allí tan rápido como sus pies se lo permitieron.

Seokjin sintió a Taehyung temblar entre sus brazos, de hecho creía que no era necesario verle el rostro para saber que el muchachito estaba sollozando. Quería dejarlo en la cafetería unos segundos y correr tras ese idiota para saber qué le había hecho para que estuviera de esta manera. ¡¿Quién era?! Le acarició el cabello y parte de la nuca antes de sostener su rostro e inclinarlo hacia atrás para verle los ojos, estos brillaban.

—¿Quién es y qué te hizo? Puedo hacer que se retracte de sus palabras en solo un segundo.

—Nada, solo me sentí ansioso.

—No quiero ver tus ojos tristes —acarició el costado de su rostro—. Necesitas estar bien porque tienes una entrevista que dar, vas a hacerlo excelente.

Y mientras el médico trataba de devolverle la tranquilidad a ese muchacho, Park estaba sentado en un banco de madera observando fotos que tenía guardado en su teléfono móvil. Por una parte sentía nostalgia de ver los buenos momentos que había registrado con la cámara; él y Taylor con las mejillas infladas, haciendo gestos a la pantalla, otras fotos donde reían o capturas de conversaciones que habían tenido. Por otra parte, estaba la angustia de no entender qué había pasado en la cafetería. ¿Sería la necesidad de buscarlo lo que jugó en contra? ¿Cómo era posible que no lo reconociera cuando ambos formaron su amistad en un ambiente hostil?

Sin entenderlo volvió a marcar el teléfono que le correspondía pero esta vez alguien contesto.

—Yo...¿Hola? ¿Con quién hablo?

—¿Park Jimin? —esa voz podía reconocerla. ¡Era la mamá de Kim Taylor!

Era angustiante saber que esa alegría que la caracterizaba ahora estaba rebosando de amargura.

—Soy yo señora Kim, soy yo —miró la pantalla con el ceño fruncido, luego se llevó el teléfono a la oreja—. He estado tratando de comunicarme con Taylor desde que supe lo del accidente el mes pasado cuando llegué de mis vacaciones por Japón.

ENTRE EL TIEMPO Y EL AMOR | HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora