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Cuando fui al colegio el lunes, Siobhan me preguntó por qué tenía un moretón en un lado de la cara. Dije que Padre estaba enfadado y me había agarrado, así que yo le había pegado y entonces habíamos tenido una pelea.
Siobhan preguntó si Padre me había pegado y yo le dije que no lo sabía
porque me había alterado mucho y eso había hecho que mi memoria
funcionara raro. Y entonces me preguntó si Padre me había pegado porque estaba enfadado. Y yo dije que no me había pegado, que me había agarrado, pero que estaba enfadado. Y Siobhan preguntó si me había agarrado con fuerza y yo dije que sí me había agarrado con fuerza. Y Siobhan me preguntó si me daba miedo volver a casa y yo dije que no. Y entonces me preguntó si quería hablar más de ello y yo dije que no quería. Y entonces ella dijo:
—Vale. -Y no hablamos más sobre ello, porque cuando estás enfadado está bien
agarrar del brazo o del hombro, pero no del pelo o de la cara. Pegar no está permitido, excepto si ya estás en una pelea con alguien, entonces no está tan mal.
Cuando llegué a casa del colegio Padre aún estaba en el trabajo o sea
que entré en la cocina y cogí la llave de la jarrita de cerámica con forma de monja y abrí la puerta trasera y salí y miré en el cubo de basura para
encontrar mi libro.
Quería recuperar mi libro porque me gustaba escribirlo. Me gustaba
tener un proyecto en marcha y me gustaba especialmente que fuera un
proyecto difícil como un libro. Además todavía no sabía quién había matado a Wellington y en mi libro era donde había conservado todas las pistas que había descubierto y no quería que las tirasen.
Pero mi libro no estaba en el cubo de basura.
Volví a ponerle la tapa al cubo de basura y anduve por el jardín para
echar un vistazo en el cubo en que Padre tira los desperdicios del jardín, como la hierba cortada y las manzanas que han caído de los árboles, pero mi libro tampoco estaba allí.
Me pregunté si Padre lo habría metido en su furgoneta para llevarlo al vertedero y tirarlo a uno de los grandes cubos que hay allí, pero no quería que eso fuese verdad porque entonces nunca volvería a verlo.
Otra posibilidad era que Padre hubiese escondido mi libro en algún sitio de la casa. Así que decidí hacer un poco de detective y ver si podía
encontrarlo. Tendría que estar escuchando muy atentamente todo el rato para oír su furgoneta cuando aparcase delante de la casa y que no me pillara haciendo de detective.
Empecé mirando en la cocina. Mi libro medía aproximadamente 25 x 35 x 1 cm, así que no podía esconderse en un sitio muy pequeño, lo que significaba que no tenía que mirar en sitios realmente pequeños. Miré encima de los armarios y en el fondo de los cajones y debajo del horno y usé mi linterna especial Maglite y un trozo de espejo del lavadero para ayudarme a ver en los espacios oscuros detrás de los armarios donde los ratones solían meterse desde el jardín a tener sus bebés.
Entonces investigué en el lavadero.
Entonces investigué en el comedor.
Entonces investigué en la sala de estar donde encontré la rueda perdida
de mi maqueta Airfix del Messerschmitt Bf 109 G—6 debajo del sofá.
Entonces me pareció oír a Padre entrar por la puerta principal y di un brinco y traté de ponerme de pie muy rápido y me golpeé la rodilla con la esquina de la mesa de centro y me dolió un montón, pero no era más que uno de esa gente de la droga de la puerta de al lado que había dejado caer algo al suelo.
Entonces fui al piso de arriba, pero no investigué nada en mi propia habitación porque deduje que Padre no me ocultaría algo en mi propia habitación a menos que estuviera siendo muy astuto y haciendo eso que se llama Doble Farol, como en una verdadera novela policíaca, así que decidí mirar en mi propia habitación sólo si no conseguía encontrar el libro en ningún otro sitio.
Investigué en el baño, pero el único sitio donde mirar era en el armario
del calentador de agua y ahí no había nada.
Lo que significaba que la única habitación que me quedaba era el
dormitorio de Padre. No sabía si debía mirar allí, porque me había dicho antes que no anduviese toqueteando nada en su habitación. Pero si iba a ocultarme algo, el mejor sitio para ocultarlo sería su habitación.
Así que me dije que no toquetearía cosas en su habitación. Las movería
y luego volvería a colocarlas. Y él nunca sabría que lo había hecho, o sea que no se enfadaría.
Empecé por mirar debajo de la cama. Había 7 zapatos y un peine con
un montón de pelos en él y un pedazo de tubo de cobre y una galleta de
chocolate y una revista porno llamada Fiesta y una abeja muerta y una
corbata con dibujos de Homer Simpson y una cuchara de madera, pero mi libro no estaba.
Entonces miré en los cajones a cada lado del tocador, pero sólo
contenían aspirinas y cortaúñas y pilas e hilo dental y un tampón y pañuelos de papel y un diente falso de recambio en caso de que Padre perdiera el diente falso que llevaba para llenar el hueco que le dejó un diente cuando se cayó de la escalera cuando colocaba una casita para pájaros en el jardín, pero mi libro tampoco estaba allí.
Entonces miré en su armario ropero. Estaba lleno de perchas con su ropa. También había un pequeño estante en lo alto cuyo contenido podía ver si me subía a la cama, pero tuve que quitarme los zapatos, no fuera a dejar una huella de suciedad que sería una pista si Padre decidía investigar un poco. Pero las únicas cosas que había en el estante eran más revistas porno y una tostadora rota y 12 perchas de alambre y un viejo secador de pelo que pertenecía a Madre.
Al fondo del armario había una gran caja de herramientas de plástico
que estaba llena de herramientas para el Hágalo Usted Mismo, un taladro y
una brocha y varios destornilladores y un martillo, pero vi todo eso sin abrir la caja porque estaba hecha de plástico gris transparente.
Entonces vi que había otra caja debajo de la de herramientas, así que
levanté la caja de herramientas y la saqué del armario. La otra caja era una vieja caja de cartón de esas con las que se empaquetaban las camisas. Y cuando abrí la caja de camisas vi que mi libro estaba dentro.
Entonces no supe qué hacer.
Estaba contento porque Padre no había tirado mi libro. Pero si me
llevaba el libro él sabría que había estado toqueteando cosas en su habitación y se enfadaría muchísimo y yo le había prometido no andar toqueteando cosas en su habitación.
Entonces oí que su furgoneta se paraba delante de la casa y supe que tenía que pensar rápido y ser listo. Así que decidí que dejaría el libro donde estaba porque deduje que Padre no iba a tirarlo si lo había metido en la caja de camisas y yo podía seguir escribiendo en otro libro que mantendría en secreto de verdad y entonces, quizá más tarde, a lo mejor cambiaba de opinión y me dejaba volver a tener el primer libro y yo podría copiar el nuevo libro en él. Y si alguna vez me lo devolvía yo sería capaz de recordar la mayor parte de lo que había escrito, de manera que lo pondría todo en el segundo libro secreto y si había algún trozo que quisiera comprobar para asegurarme de haberlo recordado correctamente, entraría en su habitación cuando él no estuviera y lo comprobaría.
Entonces oí que Padre cerraba la puerta de la furgoneta.
Y fue entonces cuando vi el sobre.
Era un sobre dirigido a mí y estaba debajo de mi libro, en la caja de
camisas, con algunos sobres más. Lo cogí. Nunca lo habían abierto. Decía

El curioso incidente del perro a medianoche [Completo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora