Introducción

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Los hermanos llegaron al palacio, puntuales para la invitación de la reina. Un caballero los guio por los pasillos, hacia el cuarto principal, donde su alteza los esperaba.

Se presentaron ante ella, inclinándose con elegancia, mientras se acomodaban en los asientos delante de la elegante mujer que portaba una corona sobre su cabeza.

—los hermanos Grimm, su magestad—anunció 0un hombre a unos metros de la puerta.

—buenas tardes caballeros, muchas gracias por venir.

Los dos hombres se levantaron, inclinándose ante la reina y tomaron  asiento cuando esta se los indico. Un sirviente les trajo un poco de té y lo colocó en una mesilla cercana.

—supongo que no saben porque alguien de mi edad quiere hablar con unas personas que escriben cuentos para niños.

—su carta nos pareció muy interesante, señora.

—me parece que su colección de cuentos es en verdad: brillante.

Los hermanos sonrieron ante el alago.

—Pero, debo decir que me moleste mucho, cuando leí su versión de la cenicienta —confesó mientras les sonreía con cariño.

Uno de los hermanos asintió entendiendo —muchos lectores nos lo han dicho, pues afirman que la versión de la calabaza, el hada madrina y los ratones es más veridica—

—algunos dicen que la zapatilla era de piel, otros que era de cristal — el otro hermano acompaño  en su respuesta y ambos rieron dulcemente —bueno, nunca lo sabremos—

La reina le hizo una señal a una sirvienta y esta enseguida se alejo hacia una mesa cercana para tomar una caja.

—Disculpe magestad, puedo preguntarle hacerca de la pintura. Es en verdad extraordinaria.

El cuadro del rostro de un joven, con  hermosos ojos azul cielo estaba junto a la ventana del cuarto. Pese a estar incompleto, denotaba la belleza misma de quien fue la inspiración del artista.

—Su nombre era Pietro Django Maximoff— el sirviente le acercó la caja a la reina, hermosa color blanco con perlas brillantes y claras —y esta era su "zapatilla de cristal" — saco de la elegante caja, un zapato color blanco, con brillos azulados y piedras color cielo, hermoso y brillante —tal vez me permitan, aclarar la versión—

Uno de los hermanos Grimm miró atónito al otro y luego volvió a ver a la reina —entonces ¿es verdad la historia? — volvió a ver a su hermano y este lo miró igual o más asombrado

—si, así es. Ahora, veamos, como dicen ustedes—le reina lo pensó un momento y enseguida continuó —¡Ah, si! Había una vez, un jovencito que sentia  un gran amor por su padre...

CinderellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora