Pietro y Clint jugaban piedra, papel o tijera frente a la gran fogata. Cuando ambos sacaron papel rieron con ligereza.

—me está leyendo el pensamiento, señor—Pietro sonrió.

—y es tan vago como el mío, conde—confesó, completamente perdido en la mirada azulada.

—¿se rinde a la Francia?

—¡Nunca! —Ambos volvieron a cerrar sus puños , se inclinaron y Clint dijo —ahora escojere: papel —

Levantaron y bajaron sus manos tres veces, Pietro sacó piedra y Clint tijera, ambos rieron dulcemente.

—es su turno, y más vale que gane— ordenó él de ojos claros, mientras bebía un poco del agua que les habían compartido los gitanos.

Clint trago un poco de saliva y confesó —no tengo deseos de ser Rey—

Pietro bajo el pequeño tarro de madera y se inclino para adelante —piense en todas las cosas maravillosas que podría hacer, por su país y por el mundo—

Con un poco de desesperación negó con la cabeza —si pero seré identificado por mi posición, nunca me verán como soy, solo importa cuanto tengo— dejo de mirar a Pietro y se concentró en su mundo en la frustración que lo arrastraba —no tiene idea de lo insifruble que es —

—tal vez se sorprenda

—¿enserio?

Pietro asintió —un gitano, por ejemplo, es considerado solo un gitano, también los definen por su posición así como su título lo define a usted. Y no son eso— su mirada se envolvió en comprensión y firmeza, arrastrando a Clint hasta perderse en ese océano frente a él —usted a nacido con privilegios y tiene obligaciones específicas —apretó sus labios y trató de contener una risa —lo siento, he hablado demasiado como siempre —

Bajando su mirada, negó —oh, no. Señor, su boca me ha hipnotizado —

Tras esas palabras volvió a mirar el hermoso mar de ideas y fuerza que se abrían de par en par ente el. Acortó la distancia entre ellos, tomando la boca del joven con la suya, besando lentamente aquellos labios de los cuales salían palabras tan envolventes e hipnóticas, palabras que lo cautivaron como nunca nadie logró. Por fin Clint beso a Pietro, sosteniendo su cuello con su manos, mientras se saciaba de probar los labios contrarios. Pudo quedarse perdido en ellos, de no ser por los silbidos de Rocket y los demás gitanos, que reían y aplaudían ante la escena.

La noche había caído hace mucho, así que tuvieron que volver, volver a sus vidas.

Clint cabalgo lentamente, tan lento que parecía la mañana los alcanzaría. Pietro sabía que debía volver a casa pronto, así que apenas la divisó le pidió al príncipe detenerse.

—oh, aquí me quedo, no quiero despertar a nadie —

Clint bajo primero y ayudo al joven a bajar, lo tomo en sus brazos y lo hizo deslizarse lentamente hasta tenerlo delante de él con sus manos en sus caderas.

Sin dejar de mirarlo habló —me salvo la vida, sabe. Haya, en el bosque—

—un chico hace lo que puede, señor—

—Clint—corrigió

—Clint —repitió, mientras dejaba que el príncipe volviera a juntar sus labios en un beso suave y lento, puro, que terminó a los segundos de haber iniciado.

Pietro se separó con una sonrisa, alejándose hacia la entrada de la finca que no estaba más que a unos metros.

—Charles— llamó por el nombre que él joven le había dado —conoces las ruinas —

CinderellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora