Epilogo

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La relación con Kai no podía ser más perfecta. Nos casamos hace un año, un verano caluroso pero uno de los más felices en mi vida. Me había vuelto experto en todas las enfermedades que Kai padecía, pero el cáncer se había mantenido alejado de Kai.

Habíamos vendido nuestras casas para comprar una un poco más pequeña pero lo suficientemente espaciosa para nuestros perros y para el futuro bebe en camino.

¿Me olvido de algo?

Kai seguía siendo el CEO de su compañía, y yo un pastelero, pero gracia a Kai comprendí como algunas personas sufrían con su enfermedad, decidí vender postres incluso lo suficientemente sanos y deliciosos para personas con diabetes, o con cualquier otro problema. Me alegra decir que nos va de maravilla.

Soy feliz, mi vida con Kai siempre será feliz...

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