La calma que precede a la tempestad

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Hola otra vez, el fanfic está llegando a su final... Que penita. He puesto una encuesta en twitter para que voteis si lo termino hoy o me espero a mañana. Es para vosotras así que os dejo decidir.
Disfrutad.

CAPÍTULO 21: LA CALMA QUE PRECEDE A LA TEMPESTAD

Amaneció una vez más aprisionada entre las dos personas más importantes de su vida. Noah dormía en su pecho, como siempre que la madrugada la sorprendía con pesadillas y corría a refugiarse en los brazos de su madre, acabando sobre Irene, mientras Inés se enredaba en ella como la hiedra salvaje, completamente pegada, una maraña de brazos y piernas que la llenaban de ternura y amor.

Recordaba mordiendo ligeramente su labio inferior los acontecimientos del día anterior, con una mezcla de nostalgia, alivio y sobre todo amor, un amor profundo por una mujer herida que se había abierto a ella por completo.

Recordaba como tras narrarle el hecho más traumático de su vida, sus labios se unieron en una confirmación muda de que esa unión que tenían era mucho más que un capricho, mucho más que algo prohibido, se querían con intensidad, con la fuerza de un huracán capaz de arrasar sus almas y borrar cualquier herida que el pasado hubiese procurado en ellas. Como Inés la levantó y, con prisa, la llevó a su cama, con la piel ardiendo, el deseo desbocado y la necesidad imperiosa de unirse a aquella que le había devuelto el sentido a su existencia, como cayeron las ropas y se encendieron sus cuerpos, como sus labios arrasaron su piel, como se precipitaron con prisa hacia ese barranco tan conocido y ansiado, rodando sobre esa cama que las había visto amarse en demasiadas ocasiones.

Recordaba también como tuvieron que vestirse a la velocidad de la luz al escuchar la puerta abrirse y la voz de Jen penetrando en su hogar, acompañando a Noah sin percatarse de que su amiga estaba en casa. La pequeña, al ver la chaqueta de cuero de su madre, supo en seguida que esta se encontraba en el apartamento y corrió a buscarla entre risas, mientras Inés salía a su encuentro, ya vestida, dándole a Irene un pequeño margen para que terminara de arreglarse, estaba a punto de conocer a la mujer a quien Inés consideraba familia.

La pequeña intuyó que su madre no estaba sola al verla salir de la habitación y se deshizo de su abrazo con prisa, pues Irene también estaba en la casa, entró en el cuarto que la castaña y su madre compartían y saltó a sus brazos feliz mientras ella la acogía con ternura.

Noah cogió su mano, impaciente por presentarle a Jen a aquella que había revolucionado sus vidas de la noche a la mañana y, entre risas, la arrastro fuera de la habitación, dirigiéndose al lugar donde Inés estaba poniendo al corriente a su amiga del veredicto anunciado en la facultad.

Al verlas, la niña empezó a gritar feliz, aferrada con fuerza a la mano de su adorada castaña cuyo rostro se estaba volviendo escarlata por momentos ya que seguramente Jen intuiría qué habían estado haciendo las dos solas en el apartamento.

-Mia mia Jen, Ene aquí.

La joven rubia de ojos chocolate clavó su mirada en la muchacha, reconociendo que era bonita y le sonrió amablemente, ya que la conversación sobre la moral la tuvo con Inés meses atrás y la morena fue tajante, quería a Irene y pensaba enfrentarse a todo por ella.

-Así que usted es la famosa Irene de la que esta pequeñaja no deja de hablar en todo el día.

-Supongo que sí.

La joven tomó su mano como saludo y el ambiente se relajó al instante, Jen decidió quedarse e interactuar con esa extraña familia que habían formado, quedando completamente encandilada de la relación que mantenía Irene con la pequeña, el cariño y la ternura que se profesaban, incluso pudo ver en Inés a la mujer que fue antes del accidente, atenta y dulce, sonriente y juguetona, robando besos a su chica cuando creía que nadie las miraba.

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