Mi casa es tú casa

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Hola! Ha ganado el sí a publicarlos todos hoy asi que voy a ello.
Disfrutad.

CAPÍTULO 22: MI CASA ES TÚ CASA

Inés se dirigió al despacho del decano silbando, la melodía de septiembre, su canción, mientras con una sonrisa pensaba en Irene y en como en esos instantes era tan natural besar sus labios en cualquier parte, los juicios se habían acabado y, al parecer, todos los estudiantes y docentes habían aceptado su historia. Irene más de una vez le contaba, en la intimidad de su hogar, algunos comentarios que para ambas eran una fuente de sonrisas, palabras como que ambas eran unas valientes, un ejemplo a seguir, un modelo para todos, habían eclipsado cualquier burla que se pudo dar los primeros días.

Con una sonrisa en su rostro, se anunció antes de entrar al despacho del decano, sonrisa que murió en cuanto vio que su jefe estaba reunido y, con solo una mirada le bastó para descifrar quién era aquella mujer que la estaba fusilando desde su asiento. Ojos chocolate como los de Irene, porte elegante y ropa más cara que su propia vida, ante ella estaba Rebeca Montero y, encogido en su asiento, como si no perteneciese a ese lugar, el padre de Irene, Clemente.

Se quedó quieta unos instantes, sintiendo como los nervios se apoderaban de su estómago cuando la voz del decano, ordenándole sentarse, la obligó a cortar la breve distancia que la separaba de la silla.

-Así que esta es la degenerada que se está aprovechando de nuestra hija.

La voz de Rebeca, cargada de veneno, le hizo hervir la sangre. Notó como las piernas empezaban a temblarle y la rabia crecía en su pecho por lo que fue a replicar y el decano, conociéndola, se adelantó a cualquier comentario interviniendo automáticamente.

-Señorita Arrimadas, los señores Montero han pedido esta reunión para llegar a un acuerdo con usted en lo que respecta a esa relación que mantiene con la joven.

-No pienso llegar a un acuerdo con nadie, ya me he enfrentado a juntas y consejos y se me dio el visto bueno, no entiendo a qué viene esto.

Rebeca intervino, llena de furia. No podía soportar la idea de pensar que su única hija estaba perdiendo la vida al lado de una mujer como esa, una simple profesora de facultad sin más patrimonio que las tizas que usaba para impartir su docencia.

-No hay acuerdo que valga señor decano, la petición es clara, Inés Arrimadas lejos de mi hija, por ende, lejos de esta facultad o la subvención que generosamente damos será eliminada.

La señora Montero estaba decidida, iba a destruir a la profesora Arrimadas como fuese por haberse atrevido a inmiscuirse en la vida de Irene, se iba a arrepentir de haberla apartado de un muchacho como Pablo.

***

Irene prácticamente corría por los pasillos de la facultad, su rostro agitado y la angustia en su pecho. Si su madre había solicitado esa reunión su profesora se estaba enfrentando ella sola a Rebeca y eso era injusto. Ruby a duras penas podía seguirla, ya que, cada poco, alguien la paraba preguntando con curiosidad qué ocurría, si todo marchaba bien entre Irene y la profesora Arrimadas.

La pelirroja explicaba, a duras penas, lo que estaba ocurriendo y pronto, el grupo de alumnos que se acercó a ellas, ávidos de conocer las nuevas noticias, se fue haciendo cada vez mayor, al extenderse como la pólvora la noticia de que Inés Arrimadas se iba a enfrentar una vez más al decano para mantener su puesto de trabajo.

Irene no se daba cuenta de la revolución que se estaba armando a su espalda, alumnos y profesores siguiéndola por los pasillos para echar una mano a esa relación que había traído de cabeza a toda la facultad, solo se percató de ello al llegar al despacho del decano, su mano temblorosa sobre el pomo sin atreverse a entrar, a enfrentarse a su madre por primera vez en su vida. Una mano amable se posó sobre su brazo y alzó la mirada para vislumbrar ante ella a Soraya Snow, con una sonrisa amable en el rostro, animándola e incitándola a ser valiente.

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