Septiembre

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Hola! Se que dije hasta mañana pero quiero subir otro más dedicado a Groot, por animarme siempre y a todas vosotras que, aunque no lo sepais, me estais ayudando en una etapa muy dura, me sacáis sonrisas y de verdad que no os merezco.
Disfrutad

CAPÍTULO 10: SEPTIEMBRE

Tras despedirse de Irene con la muda promesa de sostenerla siempre que esta cayese en el vacío, se marchó a casa ya que no tenía ganas de seguir trabajando, su mente volaba una y otra vez a las lágrimas que la castaña derramaba por un hombre que había jugado con sus sentimientos. Le dolían en el alma pues ella misma quería ser su roca, su fortaleza, quería verla sonreír y que no volviese a derramar una sola lágrima de dolor.

Llegó a su apartamento, sabiendo que le esperaba una cálida acogida, pues cuando salía antes de tiempo de sus quehaceres, Noah se exaltaba y no podía parar quieta un instante, feliz de tener con ella a su madre.

Entró sin hacer ruido para no delatar su presencia, Jen estaba en la cocina preparando la cena y su hija estaba en el salón, abrazada a su camisa como si no hubiese un mañana y hablándole, como si esa camisa fuese en realidad ella misma y estuviese escuchando sus balbuceantes palabras.

Sonrió con ganas y sacó su teléfono con la imperiosa necesidad de recoger ese momento y guardarlo para la posteridad. El sonido de la cámara al tomar la fotografía, alertó a Noah que, al alzar la mirada, dejó todo cuanto estaba haciendo para ir junto a su madre, corriendo y gritando de alegría.

Alertada por el escándalo de la pequeña, Jen salió de la cocina y no pudo hacer más que sonreír ante la batalla campal que se desarrollaba en el salón, Noah intentando huir mientras Inés la agarraba y la atacaba con cosquillas, provocando las carcajadas y pataletas de la pequeña, completamente feliz en brazos de su madre.

Con gran ceremonia, como si estuviesen haciendo lo más importante del mundo, Inés imprimió la fotografía, ante la curiosa mirada de su pequeña, la enmarcó y empezó a pensar dónde iba a ponerla hasta que se le ocurrió el lugar perfecto, su despacho de la facultad, donde pasaba la mayor parte del día.

Le explicó a Jen a dónde iba mientras abrigaba a la pequeña, cuyos ojitos brillaban de emoción ante la perspectiva de un paseo con su madre. Durante el camino, ambas cogidas de la mano, jugaron a imaginar las formas de las nubes, sonriendo y compartiendo un momento que solo era de ambas, donde el resto del mundo no existía.

Al llegar a la facultad, Noah se maravilló ante la majestuosidad del edificio y más al saber que ahí trabajaba su mamá, sus ojos querían observarlo todo a medida que andaban por los pasillos en reverencial silencio para no importunar las clases que se desarrollaban durante la tarde hasta entrada la noche.

Al llegar a la estancia que usaba Inés como despacho, la pequeña se soltó de su mano y fue directa a la mesa, tocando todo cuanto encontraba e inventándose nombres para los objetos que no conocía, nombrando aquellos que sí distinguía, buscando la aprobación de su madre, mientras Inés, con gran ceremonia, colocaba el marco sobre su mesa de manera que se podía vislumbrar perfectamente desde su silla, se sentó y subió a Noah a sus rodillas. La pequeña observó su propia imagen orgullosa, su mamá la había colocado en su mesa y ella se sentía feliz y dichosa por ello.

-Mira Noah, ahora mamá podrá verte siempre, cuando esté trabajando.

-Nena.

-Sí, es mi nena.

-Noah quere mamá.

-Y mamá también a ti pequeño terremoto.

Se hacía tarde por lo que tuvieron que marcharse, esa pequeña excursión había agotado a su hija y tuvo que volver a casa cargándola en sus brazos, aunque no le importó. Le gustaba sentir el calor que su hija le transmitía, su pequeño corazón latiendo tranquilo mientras ella la llevaba en brazos, sintiéndose segura y completamente protegida por esa mujer a la que adoraba con toda su alma, su mamá, su heroína.

Aula 155Donde viven las historias. Descúbrelo ahora