Capitulo 35

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Capitulo treinta y cinco: 

Narra Aurora

Por primera vez en tres años y medio lo pude entender. Entendí su forma de ser, la forma en la que miraba a los niños, la forma en la que me miraba. Por primera vez fui capaz de entenderlo. La manera en la que me miraba y buscaba todas las noches antes de dormir, lo pude entender, fui yo quien lo hizo olvidar toda su mierda de vida. La manera en la que se dedica a los niños, la forma en como los ama, fue porque son su mayor premio, su boleto dorado. Pude entender porqué quiso que sin conocerme nos mudaramos juntos, porque se oponía a contarle a sus padres del embarazo, porque un dia al año se va solo sin guardaespaldas. Lo pude entender y solo sentía ganas de llorar y abrazarlo. Correr y abrazarlo y decirle que todo estaba bien, que a nosotros no nos pasaría nada, que nuestros hijos están bien y que los podrá ver crecer. Quería decirle que lo amamos, y que siempre vamos a estar para el. 

Cuando caigo en cuenta de nuevo el tal Sebastian estaba levantandome de la silla haciendo que el estomago se revolviera de nuevo. 

-Sueltame.-Grito pero me ignora y me carga en sus brazos

-Sueltala, te juro que te mato si le hacen daño. Tu sabes de sobra de lo que soy capaz de hacer, Scarlett.-Adriel la amenaza y ella por un minuto siente miedo pero luego sonrie 

-Tu estas aquí amarrado, sin poder hacer nada por ella.-Sentencia caminando a el mientras que Sebastian me carga hasta quien sabe donde. Salimos a un pasillo donde más hombres están cuidando. No se por qué tantos hombres si solo somos el y yo, ni siquiera creo que los guardaespaldas que trajimos se hayan dado cuenta que no estamos regresando. De verdad pensé que estas cosas solo pasaban en las películas de acción, que equivocada estaba. Pensaba que luego de que secuestraran a Aisha nada de esas cosas pasarían en cambio pusieron una bomba en mi boda y nos secuestran en mi luna de miel. 

-Suéltame por favor.-pido tratando de que Sebastian me hiciera caso, pero es un caso perdido. 

-Shh, no te preocupes chiquita.-Dice, ahora mismo no puedo ver sus expresiones, estoy siendo cargada como costal de papas. Giramos dos veces más y llegamos a una habitación un poco recogida, como  una especie de oficina, es cerrada y tiene acondicionador de ire, tiene una sala de espera con muebles y una pecera llena de peces. Sebastian me acomoda en el sofá y me mira sonriendo. 

-¿Qué miras?-Pregunto siento bastante asco. 

-Estás preciosa.-Contesta sentándose a mi lado, toma un largo mechón de mi cabello y lo huele. 

-No me toques.-Digo sintiendo como las lagrimas bajan por mi rostro, tengo mucho miedo. 

-Shh, no lo hagas difícil amor.-Dice tocando mis hombros. Comienzo a llorar y retorcerme del asco. 

-Por favor, no lo hagas.-Pido llorando. Pero no le importa. Se levanta del sofá y me tira en el. Trato de hacer fuerza pero no logro. Sebastian quita la soga de mis tobillos y se acomoda entre mis piernas, comienza a besar mi cuello mientras grito y trato de sacarlo de encima de mi. El toma mi mentón y hace que lo mire a los ojos.

-Ya verás como no podrás olvidarme.-Dice y besa mi boca impidiendo que siga gritando. 

Por favor señor, ayúdame. Ayúdame. Por favor Diosito. 

Arranca mi traje dejándome en el traje de baño que me había puesto debajo de el. Su cara reflejó satisfacción, como si lo que viera le gustara aun más. 

-¡Ayuda!-Grito ganándome una cachetada que me hizo arder toda la mejilla, siento ese sabor de metal en el labio que supe que estaba sangrando. 

-¿No te piensas callar amor?-Pregunta agarrando mi cabello con fuerza. 

-¡Me das asco!- Grito llorando con todo mi odio. El vuelve a darme otra cachetada, me tira al suelo y me patea bastante fuerte en mis costillas. 

-Cállate, no quiero hacerte daño, amor, ya verás que te va a gustar.-Dice sonriendo. Se sienta encima de mi sin poner su peso, comienza a besar mi cuello de nuevo tocando mis senos. Nunca en la vida había sentido tanto asco como ahora. 

-Suéltala o disparo.-Grita la voz de un hombre pero  no se muy bien quien. Sebastian se levanta rápidamente obligándome a levantarme con el para tenerme como rehén. El dolor que sentí en las costillas fue insoportable. Miro al hombre que amenaza con la pistola a Sebastian, se trata de Ivan, uno de los guarda espaldas  que vienen con nosotros. 

-Suelta la pistola o la mato.-Grita Sebastian en mi oído haciendo que mi miedo incrementara. Adriel y otros de nuestros guardaespaldas llegan a la escena. Adriel tiene algunos golpes en el rostro y en su camisa hay una mancha de sangre gigante. 

-La tocaste.-Habla Adriel con odio en su mirada

-Supongo que ya mataron a nuestros hombres.-Comenta Sebastian y Adriel asiente. 

-Te advertí que si la tocabas te cortaría ambas manos.-Dice mirándome. Necesito que me abrace. 

-Si dan un paso más le disparo.-

-¿Si? ¿Cómo exactamente?-Pregunta Adriel caminado hasta el sofá donde se encuentra su pistola. Al darse cuenta que estaba completamente desalmado y con 10 hombres apuntándole me tiró al suelo y salió por una ventana.- Lo quiero aquí, búsquenlo.-Dice Adriel caminando a mi.- ¿Qué te hizo el maldito?-Pregunta agachándose a mi nivel ya que ni intenté levantarme del suelo. El dolor en las costillas era demasiado, incluso me estaba costando respirar. 

-Abrázame.-Pido, Adriel me abraza fuerte pero sin hacerme daño. Lloro, me permito llorar en sus brazos. Me dolía, me dolía el alma, el cuerpo y la mente. 

-Perdón, todo esto es mi cul...-Uno nuestros labios antes de que pueda terminar de hablar. No necesito que me pida perdón, necesito que me ame. Adriel acepta el beso convirtiéndolo en uno más profundo. Los dos estamos lastimados, nos necesitamos el uno al otro, no echarse la culpa. 

-Te amo, Adriel, eso es lo único que importa.-Digo mirándolo directo a los ojos, se nota triste, molesto y se nota que está sufriendo demasiado, por mi, por nuestros hijos y por su hijo muerto. 

-Te amo más Aurora, pero no creo que yo sea lo mejor para ustedes-Dice con una sonrisa triste y sincera. Se que me ama, se que lo amo y eso es lo único que me importa. Cuando Adriel regresó sabía que no tenía un negocio limpio y aun así lo acepté, con todo y sus enemigos locos que intentarán matarnos y separarnos. Lo acepté porque lo amo y eso no cambiará. -Creo que lo mejor será terminar aquí.-Dice bajando su cabeza para que no lo pueda mirar. 

-No, Adriel no. Quiero seguir contigo hasta el día que muera, te amo Adriel.-Digo subiendo su mentón para que me mirase a los ojos. -No iremos a ningún lado Adriel Smith.-Digo sonriendo y el asiente con algunas lagrimas bajando por sus mejillas. Lo abrazo de nuevo hasta que siento que el dolor se intensifica y el respirar se me hace cada vez más difícil. Comienzo a tratar de tomar aire pero no puedo, me asfixio. 

-No, no, no, Aurora, resiste.-Dice pero no puedo contestar solo intento respirar y no lo consigo.- ¡Traigan un puto auto ahora!- Grita mirando hacia atrás.- No me hagas esto Aurora.-Grita molesto mientras llora. Cada vez siento más y más difícil mantenerme despierta... no creo que lo consiga, todo me da vueltas- ¡Aurora no!- Me exige Adriel pero todo se vuelve negro. 

Un Giro InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora