Una noche te tumbas en la cama por aburrimiento, porque no hay nada que puedas hacer levantado que realmente te atraiga, porque no sabes si a estas alturas hay algo nuevo que pueda atraerte... es tarde, demasiado tarde... y no tienes sueño, pero tampoco ganas de levantarte de ahí, ni siquiera de cambiar de postura... miras el blanco techo y lo comparas con tu vida... si, piensas que tu vida ahora está al igual que ese techo, blanca, a pesar de que años atrás tuvo color, mucho color...
Claro, ahora probablemente tienes lo que siempre quisiste, aquello por lo que tanto luchaste, la estabilidad que necesitabas, la madurez que toda persona ha de tener al traspasar cierta edad... pero, ¿Y los sueños?, ¿Las ilusiones?, ¿Dónde quedó todo aquello?... Quizás es que ya se han cumplido todos los objetivos de tu vida y no tienes más sueños que alcanzar, solo te queda mantener lo que tienes... o, quizás, es al contrario... se han truncado tantos sueños que has perdido la esperanza de volver a ilusionarte como años atrás...
Puede que tengas una vida envidiable, pero en tu corazón siempre hay algo que añoras cuando llegas a ese momento en el que estás tumbado en la cama mirando al techo... bien puedes añorar una parte de tu vida que ya pertenece al pasado o bien puedes estar añorando algo que nunca has tenido, que nunca has sentido, y ves muy difícil que llegue de ahora en adelante...
Desde la experiencia les he dicho estas palabras y desde la experiencia les digo las siguientes: Levántense de la cama o al menos dejen de mirar el techo, mantengan la esperanza y la fe, pues nunca se sabe lo que puede pasar y seguro que aún nos queda mucho por vivir...
No tengo nada más que decirles en esta noche, tan solo que ha sido un placer compartir con ustedes de nuevo estas tres horas y media de programa, gracias por sintonizarme... Buenas noches, que pasen un buen fin de semana... sean felices, o al menos inténtelo...
Comenzó a sonar la música que indicaba que el programa se había acabado por esa noche y Alfred apagó la radio. Estaba tumbado en la cama de esa habitación de hotel, y mirando al techo... Las palabras que acaba de escuchar en ese programa de radio del cual era fiel seguidor le habían calado muy profundamente, pues parecía una descripción de su vida actual...
A veces pensaba que Amaia, esa mujer desconocida pero que a la vez era parte de su vida, sabía todo de él...
Amaia era la presentadora de ese programa de radio que lograba relajar a Alfred después de un día de promoción y conciertos realmente agotador... Ni siquiera la había visto por foto, pero no podía pasar una noche de lunes a viernes sin escuchar su voz... hasta llegaba a pasarlo mal los sábados y domingos, cuando no había programa... quizás su mejor amigo, el único conocedor de esa gran pasión, tenía razón, pues decía que lo suyo con Amaia y su programa ya era una enfermedad...
Aún así, esa madrugada se sentía más unido a ella... y es que las palabras que había dicho al finalizar el programa le reflejaban totalmente...
Alfred era un cantante de éxito internacional actualmente aunque le había costado mucho llegar hasta ahí... tras probar suerte en bares y grupos pequeños, poco a poco le fueron descubriendo más personas y finalmente había logrado conquistar medio mundo musicalmente hablando.
Ya hacía unos cuantos años que era una auténtica estrella de la música, lo que siempre soñó... pero ahora mismo se sentía vacío... Todo el mundo le aplaudía con cada canción, cada salto en el escenario... pero necesitaba algo más, un cariño diferente... Debido a esa situación tardaba en ver a su familia y mientras tanto sentía solitaria una parte muy importante de su vida... necesitaba compartir su vida con alguien más...
Enamorarse ya no le parecía difícil, simplemente le parecía imposible... Estaba rodeado de mujeres deseando estar con él pero a lo máximo que llegaba era a pasar una noche con alguna... Conseguir una relación estable era algo que parecía incompatible con su vida, ninguna chica podía mantener una relación con él siguiendo su ritmo de vida, y si alguna se acercaba con esa intención, detrás solía haber puro interés...
La mujer que actualmente ocupaba su corazón era Amaia, la locutora de radio, de eso Alfred cada día estaba más seguro...
Eran las cinco de la madrugada cuando Amaia por fin llegaba a casa... en el trayecto de la radio a su casa no había parado de meditar las palabras que tan solo había improvisado en el final del programa, y es que realmente era lo que sentía...
Mientras se daba una ducha, volvía a darle vueltas a su vida actual... ¿Realmente era feliz?
La carrera de periodismo había sido dura, trabajo le había costado sacarla adelante... y ahora no solo había logrado ser una gran periodista sino que a través de las ondas de radio lograba amenizar las horas de insomnio de muchas personas en España y parte del extranjero. Las tres horas y media nocturnas que duraba el programa era lo que más la llenaba ahora mismo, pues ahí se sentía cercana a las personas que llamaban o mandaban cartas a su programa, a cada historia que leía... Pero no había un solo día que no añorase momentos del pasado...
Amaia se había trasladado a vivir a Madrid para trabajar en la radio, pero su tierra era Pamplona, y el vacío que le habían dejado las personas y momentos que se habían quedado allí era muy difícil de llenar. En Madrid no había tardado en hacer amigas, de las cuales la mayoría eran periodistas como ella, pero echaba de menos su familia y sus amigas de Pamplona, en especial a Sabrina, quien en ese momento la estaba llamando por teléfono...
- Sabía que aún no te habías ido a dormir...
- Sabri, acabo de salir de la ducha...
- Pero ya es tarde, hace casi una hora que has llegado a casa
- ¿Me controlas?
- Para que veas que pedazo de amiga tienes...
- Lo sé... por eso te echo tanto de menos...
- Y yo a ti, cuando me vine a vivir a Pamplona hace unos años me sentía muy sola y conocerte a ti fue lo mejor que me pasó y desde que te has ido me he vuelto a sentir sola...
- Tienes al resto de las niñas...
- Pero no es lo mismo, Amaia...
- No es lo mismo, pero es mejor que lo mío, que me he tenido que alejar de todas vosotras y de mi familia...
- Lo sé, Amaia, pero por lo que me has dicho... has hecho buenas amigas en Madrid, ¿No?
- Sí, pero una cosa no quita la otra, Sabrina...
- Ya... te prometo que en cuanto pueda tener unos días libres en el trabajo y algo más de dinero me piro a verte, ¿Vale?
- Lo mismo digo... en cuanto pueda me voy a veros
- ¿Para el próximo concierto de Alfred?
- Ay... nena, seguramente ahora que ha empezado su gira en España vaya a Pamplona, pero seguro que me coincide con día de trabajo...
- No será lo mismo si no estás, aun recuerdo lo bien que lo pasamos en el último concierto, en aquella cola en la que estuvimos desde el día anterior... a pesar del calor y el cansancio, creo que fue el mejor día que vivimos juntas
- Estoy totalmente de acuerdo... y lo repetiremos, no sé cuando... pero algún día...
- Bueno, te dejo, que voy a dormir...
- Lo mismo digo...
- Un beso, te quiero
- Y yo a ti, que descanses...
Amaia colgó el teléfono y comenzó a llorar, ahora comprendía perfectamente como se sentía Sabrina años atrás cuando llegó a Pamplona dejando atrás una vida... Pero dicen que no hay mal que por bien no venga y gracias a ese traslado pudieron conocerse y llegar a tener una amistad tan fuerte que se sentían hermanas...
Abrió una caja donde tenía todos los recuerdos y fotos y comenzó a ver las de aquel concierto, el ídolo que Sabrina y ella tenía en común, Alfred García... Esa noche y ese día que pasaron en la cola fue de los mejores día de su vida, por no hablar de cuando el mismo Alfred las firmó un autógrafo en el hotel... De eso ya hacía unos años, pero aún lo sentía tan cercano... Escuchar las canciones de Alfred la hacían revivir muy buenos momentos...
Decidió dejar el masoquismo por esa noche y acostarse a dormir...