Capítulo 24

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Presa.

Hay muchas cosas que un asesino debe hacer antes de morir y una de ellas es visitar, siquiera una vez, la prisión. Para William había llegado ese momento.

—Princesa se te va a arruinar el manicure.
—Carne nueva.
—Esto no es una guardería, mi amor.

Este tipo de comentarios podía escucharse mientras William recorría el pasillo de la prisión, escoltado por dos oficiales altos y robustos.
Ciertamente Will era menor que muchos en aquella prisión, eso no era impedimento para ser peor que ellos. En su mayoría eran delincuentes, y asesinos, que cumplían condenas entre 30 y 70 años.

—Bienvenido a tu nueva casa —. El oficial abría la reja de la celda, en esta habían dos sujetos más.
—Mi casa era más asfixiante —. Musitó William entrando a aquel, estrecho y deprimente, cuarto de paredes grises y camas a punto de desfallecer.
—Trata de no morir hoy —. Esta vez mencionó el segundo oficial al instante en que cerraba la reja nuevamente.
—Vaya que no lo haré...

William dio un largo suspiro de alivio al ya no sentir la opresión de las esposas en sus muñecas.
—No me interesa que tan peligrosos creen que pueden ser, si quieren vivir tienen que obedecerme—. William mantenia su semblante serio. Le gusta mandar, le gusta ser el líder y que le teman.
—¿Por qué lo haríamos? —. Mostró indiferencia uno de los sujetos dentro de aquella celda.
—Porque estando aquí...tu vida no vale más que un centavo.
—¿Crees que tendremos miedo de ti?
—Tú no, tu familia tal vez lo tenga —. Mostró una sonrisa ladina—Tú mujer tal vez muerda las almohadas y tu hija...estaría tan muerta.

Un silencio invadio el cuarto, ciertamente las ganas de asesinar a William eran muchas pero hacerlo solo reduciría la probabilidad de libertad condicional.
—¿Qué es lo que quieres? —. Caminó hasta su cama, o lo que sobraba de ella, y de dejó caer sobre esta.
—¿Qué es lo que tienes? —. William buscó algún objeto filoso por todo el cuarto.
—Tenemos un arma sin balas —. Mencionó el segundo sujeto, más bien eran un joven... Debería tener menos de veinte años.
—Y papel, pero sin lápiz —. William rodó los ojos y logró encontrar un alambre, pero estaba demasiado oxidado...definitivamente no quería morir por tétanos.

Estar en la cárcel no sería tan malo, después de todo solo estaría un pequeño momento ahí.
—Necesito medio cuerpo humano y un cuchillo. Las pistolas son muy ruidosas —. Dijo Will mientras se sentaba sobre una de las camas.
—Podrías intentar quitarle uno a él.
Provocarás tu muerte, no te conviene hacerlo —. Respondió el hombre en su cama.
—Está bien, me encanta provocar a la muerte —. Sonrió de una forma maliciosa.

William dormía en una cama incomoda, y poco suave, en una prisión. Ryan lloraba entre los brazos de su madre queriendo que su padre le leyera un cuento como cada noche y Eva...ella se hallaba descansando cómodamente en una suave cama, en una habitación silenciosa. Disfrutaba de la poca tranquilidad que tendría hasta que el monstruo intentara asesinarla, de nuevo.

Día tras día y hora tras hora. Estar ahí parecía una eternidad. William había logrado entablar conversación con el o más bien llamado Jaen, el más respetado en la prisión...Por ahora. Solo necesitaba quitarle aquel afilado cuchillo...solo eso necesitaba.

—¿Tienes familia? —. Preguntó Criss, uno de los hombres con los que Will compartía celda.
—Solo tengo un hijo.
—¿Esposa?
—Esa mujer...seguro que quiere el divorcio.
—¿Amante?
—La persona que deseaba fue quien me ha hecho estar aquí —. Sonrió forzosamente y continuó cavando el túnel.
—¿ Planeas escapar e ir por ella?
—Más que eso —. William recordó la primera vez que "asesinó" a Eva. Sí tan sólo estuviese muerta...

El plan de William tenía que salir como que quería, y para ello necesitaba contar el número de oficiales en aquel lugar.
—En verdad me agradas pero quiero salir de aquí —. Musitó al instante en que golpeaba con fuerza a uno de los presos.
—Hijo de... —. Trató de devolver el golpe pero Will logró esquivarlo, el resto de presos comenzaba a gritar y hacer fiesta así llamando la atención de los oficiales.
—No te escucho —. William sonrió y esta vez golpeó en el cuello del hombre.
Los gritos sesaron al notar que aquel hombre no abría los ojos, ni siquiera mostraba indicios de seguir vivo.
—¡Vuelvan a sus celdas! —. Ordenó un oficial mientras otros dos corrían hasta William sujetándolo y poniéndole las esposas.

Nuevamente William fue escoltado hasta el cuarto de castigos, lejos del resto. En total había contado doce oficiales, veinte golpes en su espalda y al menos cinco golpes en el abdomen.

Mientras William disfrutaba del dolor que proporcionaban a su cuerpo, Jacke estaba en todos los periódicos, en todas las noticias, del mundo. Un piromano menos.

Sin duda una habitación blanca y muchas píldoras no lo detendrian por mucho tiempo más.

Capítulo 24 terminado.

¡Hi Candies!
Sean pacientes, la historia aún no termina.
Estamos a 10 capítulos.

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