Capitulo 8.

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Eileen frunció el ceño al observar el rostro pálido de su hijo al este abrirle la puerta. Le había ido a visitar, Tobías no había ido con ella y en el fondo lo agradeció. Severus le abrió, y luego fue rápidamente al sofá que estaba en la pequeña sala para recostarse en él. Eileen soltó un largo suspiró, entró y cerró la puerta para luego acercarse a su único hijo.

— ¿Estas bien, Sev?—Preguntó ella al ver. Su hijo estaba más pálido de lo normal.

Severus asintió, su madre rodó los ojos y estiró su brazo para tocar su rostro. Severus estaba algo frió.

—Severus ¿Desde cuándo te has sentido así?—Le preguntó insistiendo—Si no hubiera venido hoy continuarías muriéndote—Murmuró, le hizo poner de pie y con cuidado lo llevo hasta el cuarto y le recostó.

El hombre miró a su madre entrecerrando los ojos. Agarró su cuaderno, lo abrió y tocó.

—«Ya... llevo varios días así, mareado, no he podido tomar una poción porque vomito»—apareció en el cuaderno.

Eileen leyó y asintió, se mostró algo curiosa por el nuevo cuaderno de su hijo pero ya después hablaría de eso.

— ¿Vómitos y mareo?—repitió ella.

Snape asintió.

Eileen tomó asiento en la orilla de la cama, al escuchar eso enseguida tuvo respuesta pero... podía estar equivocada, era imposible ¿No? Severus y....Bueno el antes no...—Te haré una sopa—le dijo a su hijo—Eh...Potter y tú ¿Continúan viéndose?—Preguntó.

Severus se acurrucó en la cama sin entender el porqué de esa pregunta.

—«Si....»—apareció en la libreta al tocarla—«es necia la pregunta, madre»

Eileen suspiró.

—Amor... sé que no te gusta que me meta en tu vida pero...él está casado, Severus—Le recordó—tiene un hijo y...

—«Yo no le busco, madre. El me busca a mi»—Apareció—«Yo solo vivo mi vida, si el engaña a su esposa no es mi problema.»

—La está engañando contigo, Sev. Sé que... o sea, él siempre ha estado enamorado de ti, te compro este lugar y... bueno, te da dinero para que compres lo que tú desees pero... amor, en algún momento ella podría darse cuenta y... no quiero que salgas perjudicado. —le murmuró y pensó y suplicó que su hijo no tuviera lo que ella pensaba.

Severus frunció el ceño, tomó asiento en la cama y llevó su mano hasta su boca para luego bajar rápidamente de la cama e ir al baño. El sonido fue desagradable, Eileen sintió su estómago revolverse al escuchar a su hijo vomitar.

Salió de allí y fue a la cocina, preparó algo de sopa de verduras, y cortó algunas rebanadas de pan, posó todo en una bandeja y la llevó al cuarto de su hijo, el cual estaba nuevamente recostado en la cama.

—Acomódate, hijo—Pidió la mujer. Severus se acomodó con cuidado, su madre tomó asiento en la cama y posó la bandeja en el regazo de su hijo. —Vamos come, no te hará daño.

El hombro asintió, olisqueo y comenzó a tomarla. Eileen acarició el cabello de su Sev y más dudas llegaron a su mente. —Amor... vayamos a San mugo después de esto, si te has sentido mal... es porque algo debes tener—recomendó ella— ¿No te parece?

Severus se detuvo, se sentía débil e incluso cansado.

—« ¿Ahora?»—Preguntó moviendo sus labios, Eileen trató de predecir lo que le dijo.

— ¿Te sientes con fuerzas?—Le preguntó ella, su hijo negó y Eileen suspiró—Vale, termina la sopa. Me quedare aquí contigo ¿Esta bien? Mañana iremos temprano, hoy descansa.

Severus asintió, y agradeció mentalmente que James Potter estuviera en una misión de casi dos semanas en alguna parte del país. Potter no había regresado desde su discusión con Lily, sabía que la habían tenido ya que primero, él se había encargado de que el auror se quedara con él y segundo, porque el mismo James se lo había contado en una ridícula llamada telefónica que este le había hecho, para comentarle de su ausencia por varios días, llamada en la que obviamente el único que habló fue el auror.

Terminó la sopa y se sintió mejor. Se reposó por algunos minutos, su madre acomodó algunas almohadas tras su espalda y luego él se recostó sobre ellas.

—Ya pronto te sentirás mejor, y mañana iremos y averiguaremos que tienes...—argumentó la mujer—llamaré a tu padre para avisarle que me quedaré ¿Vale?

Severus cerró sus ojos y asintió.

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Lily quitó el pañuelo humedecido de su frente y tomó asiento con cuidado en la cama para tomar la limonada caliente que Lupin habia preparado para ella.

—Gracias......—Dijo la pelirroja—Hoy amanecí horrible, me tomé una poción pero no me funciono, creo que ya pasó su efecto. —Le dijo y con cuidado bebió del vaso—de igual pensaba en ir a San mugo, nunca se sabe.

Remus asintió.

—Creo que sería lo mejor ¿Quieres que te acompañe? ¿Iras ahora o mañana?—preguntó el hombre.

—Mañana. No me siento muy fuerte para caminar—respondió ella y suspiró— Gracias por estar aquí conmigo. —Le murmuró agradecida—Ya sabes que....bueno, James no está en casa.

— ¿Las cosas...mejoraron?—Preguntó con cautela.

Lily negó, sintió sus ojos humedecerse.

—No, desde ese día el... paso sus cosas al cuarto de huéspedes. —Le dijo ella a su amigo—ya sabes que ahora está en la misión, pero esos dos días que se quedó en casa después la discusión... ni siquiera me habló, no comió aquí. Prefería comer en la calle.

—Calma, amiga. Todos los matrimonios pasan por momentos difíciles—Murmuró Lupin, compadeciéndose—pronto esto quedara en el olvido y.... —Lily negó.

—James está molesto conmigo, con el mismo. Con el mundo en general. Tú no lo entiendes, Remus, yo si... tú te casaste con la persona que amabas, y Sirius se casó contigo porque te amaba a ti. Pero James no ¿entiendes? Eso siempre le ha tenido amargado y ahora ha explotado.

—Lily... ya habíamos hablado de esto—le recordó—eso es pasado...

— ¿Cómo lo seria? ¡James se comporta así cuando Snape aparece frente a nosotros! Y eso significa que nunca lo ha podido superar. —Sus labios temblaron. —Seguramente, si Harry no hubiera nacido tal vez él hubiera logrado vivir con él. ¿No?

—Snape...—Lupin tragó ruidoso—Snape lo rechazo, Lily, recuérdalo. Tal vez james se sienta... eh, culpable por lo que pasó aquella noche.

Lily limpió algunas lágrimas que salieron de sus ojos.

—Yo.... Creo que dormiré un poco ¿vale?—Le dijo a Remus cortando el asunto momentáneamente—Si quieres puedes regresar a tu casa.

—No te preocupes, Lily. No tengo que nada que hacer allá, me quedare cuidándote.

La pelirroja sonrió, Lupin humedeció nuevamente el pañuelo y lo colocó en la frente de su amiga.

Sin PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora