capítulo 6.

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En cuestión de segundos Hannah empezó a sentir su vista borrosa. El color de su rostro poniéndose pálido, su cuerpo adormeciendose. Alrededor los ruidos se iban apagándo.

Perdiendo el conocimiento enseguida al caer al suelo.

–¡Hannah! ¡Hannah!–grita la rubia agitada al ver como su amiga se encontraba en el piso, tan débil–¡Llamen a la profesora!–alarmó hacia las personas que comenzaban a rodear el cuerpo de su amiga.

–Delen espacio, y traigan una silla para sentarla–se escucha la voz de una mujer.

Al pasar algunos largos minutos, los sonidos alrededor empiezan a ser claros para Hannah.

Recuperando la conciencia débilmente, Hannah abre los ojos poco a poco. Encontrándose boca arriba y su vista directa hacia el techo, así que deduce que se encuentra acostada. Estaba mareada, daba vueltas su cabeza.

–¿Cómo te sientes? –escucha.

–Creo que estoy bien, solo me siento algo mal–contesta.

–Toma–le extiende un vaso de agua.

Hannah agradece el gesto, y toma el líquido de este.

–Debería de llamar a tu padre–avisa la profesora.

–Está bien, supongo...–responde algo incómoda, con el vaso entre sus manos.

Hannah sabía que su padre estaba ocupado y que no tenía tiempo para preocuparse por ella. No quiera molestarlo con sus estúpideces. Sólo se sentía algo débil, no era para tanto, ella estaba bien. Ella pensaba eso. Simplemente continuó tomando agua.

–Hannah, ¿cómo te sientes?–pregunta la mujer mayor

–Pues, estoy bien–responde.

–¿Tienes alguna idea del porqué de tu desmayó?–pregunta.

–No lo sé. Talvez sea solo por la agitación al momento de correr, o algo así.

–Comprendo. ¿Desayunaste?

Hannah se queda sin respuesta mientras hay una mirada fija en ella, esperando alguna respuesta.

–N..no, no lo hice.

–Por Dios, Hannah. ¿Por qué no lo hiciste?–pregunta.

–No me dió tiempo; me desperté tarde y se me olvidó por completo desayunar. Lo siento. –dice con timidez. Se siente acorralada, sabe que no es excusa válida y que no solo fue que no desayuno también el hecho de que no había cenado la noche anterior. Sus acciones le estaban pasando la factura.

–Tú cuerpo no tiene alimentos y era lógico que al agitarte podrías colapsar. Llamaré a tu padre para que vengan por ti–dice sin esperar respuesta. Y sale del salón dejando a Hannah en la silla.

Un sentimiento de negación de encontraba invadiendo su cuerpo, no quería que su padre se enterara, pues sabía que lo iba a molestar y ella no quería preocuparlo.

–Adriana, acompaña a Hannah adentro, yo no tardaré.

La rubia entra al salón, encontrándose a su amiga sentada notándose débil.

–¿Cómo sigues?–pregunta la rubia.

–Me siento mejor, Adri. Gracias–sonríe.–¿Adriana me puedes ayudar en algo?– observa a la rubia que se encontraba de pie junto a ella.

–si claro, dime ¿en qué puedo ayudarte?–responde con una sonrisa.

–¿Puedes hablar con la profesora y convencerla de que estoy bien, que no es necesario llamar a mi padre? –hay una pausa–Esque sé que mi padre está ocupado y no quiero molestarlo–una sonrisa forzada se forma en su rostro, pues tenía se que ser lo más creíble posible.

–Está bien Hannah, tranquila, iré a hablar con ella–planta su mirada en Hannah–eres buena hija, ¿segura que éstas bien?

–Sí, lo estoy–Adriana se dirige a la puerta luego de escuchar la afirmación.

–Entonces ya vuelvo.

•••

10:58am.

Hannah seguía débil, el ardor de su estómago seguía ahí. Pero luego de que la profesora aceptara que se quedara, fingió sentirse bien, pues no quiera preocupar a nadie. Menos a su padre.

Adriana se acerca y le propone: –vamos a almorzar, sigues sin nada en tu estómago.

–Está bien–acepta.

Luego de almorzar Hannah se sentía mejor.

Pasó las demás clases sin dificultad alguna.
Sabía que la causa de su desmayo era por no comer. Luego pensaría en que hacer con su problemita, pues no quería seguir desmayandose.

Ya era hora de la salida, así que finalmente se encontraba guardando sus cosas para salir.

•••

Seis de la tarde; la chica llega a casa, cansada, con dolor en su cuerpo, y sueño. Invadiendo su cuerpo. Solo quiere dormir un poco. Olvídarse de todo lo sucedido, un día largo.

Entró encontrándose con un sonido algo ruidoso, que provenía de la cocina. Alguien estaba cocinando.

Se dirige hacia la cocina por intriga.

–Llgué–dice viendo la espalda de su padre.

–Bueno, en un rato está la cena–dice sin más.

Hannah asiente con la cabeza y sale de la cocina, sube las escaleras, abre la puerta de su habitación. Tira su bolso, y se tira boca abajo a su cama.

Se queda así por unos minutos que fueron el cielo para Hannah; quedarse así sin moverse, sin pensar, solo abrazada a sus almohadas apiladas.

El silencio se rompe al escuchar el móvil sonar.

Sebastián: hola!

Continuará...
Jesstonem

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