capítulo 9.

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La luz quebrantaba la oscuridad de la habitación, y desde los grandes ventanales se observaba la luz cálida, que interrumpió ligeramente su dormir, así que por comodidad se da la vuelta hacia el otro costado de la cama, evitando la luz, y onligandose a tratar de dormir un poco más. Luego de unos minutos sin poder conciliar el sueño, se da por vencida.

6:23 am.

Era un sábado por la mañana, un día perfecto para descansar pero Hannah no logró dormir cómodamente, el sueño se había ido, en ciertos periodos de tiempo se despertaba en la madrugada y solo era consciente del frío de la noche, acompañandola en su inestable insomnio.

Luego de comprender que no podrá dormir más, decide levantarse, aceptandolo.

Para su desagrado se encontraba de mal humor, pues al no dormir bien se encontraba algo irritable.

Hannah se encamina hacia el baño, lentamente. Inmediatamente al llegar lava su cara, suavemente, y se detiene un segundo.

Se percata de las manchas oscuras alrededor de sus ojos, con unas bolsas algo notables.

–¡Ush!–exclama de desagrado.

Luego de secar su rostro, pone atención a la hora, notando que es temprano, así que decide acostarse de nuevo. Agarra el móvil, lo enciende, y en cuestión de minutos se encontraba una sonrisa en su rostro.

Sebas: Buenos días. 😊

Hannah: ¡Buenos días!

Ese simple mensaje hizo que el mal humor de Hannah pasara desapercibido.

•••

La clase de literatura estaba apunto de finalizar, contaba los minutos para salir de ese lugar. Su compañera de asiento, en cambio, estaba concentrada escuchando las explicaciones del profesor.

Era algo de una tarea probablemente, no puso atención, y no cree que sea importante.

Escuchó finalmente un sonido alto y constante que logra sacarla de sus pensamientos. Por fin había terminado. Recoge sus cosas rápidamente y sale del salón.

–¡Hannah!–escucha su nombre a través del pasillo. Gira su cabeza y logra notar que se trataba de Adriana, su compañera.

–Dime; ¿estás libre? ¿quieres ir a mi casa un rato? Podemos ver alguna película si quieres–tímidamente le pregunta.

–Oh, no lo sé, no estoy de humor y estoy algo cansada...

–Vamos Hannah, no seas amargada.

La chica hizo un gesto de puchero involuntario, y Hannah dudó unos segundos analizando.

–Está bien, creo–y nota una sonrisa como respuesta.

Comienzan a caminar hacia la gran puerta.

Hace menos de 4 años, desde que entró a secundaria fueron compañeras, ella siempre le pedía que hicieran los trabajos que les dejaban juntas. Y poco a poco se fue creando una amistad.

La personalidad de Adriana es algo interesante; pues es algo manipuladora y algo posesiva, siempre consigue lo que quiere, casi llegando a enojarse si no lo logra, y es que así le enseñaron a ser sus padres, dandole todo lo que deseaba.

A pesar de esos detalles, ella era muy buena amiga, solo es saber como manejar su personalidad. Saber controlar su carácter.

Creo que por eso soy una de sus pocas amigas; pues la gente no sabe como llevarse bien con ella, y llegan a tratarla mal al punto de querer humillarla. Eso me causa lástima, así que cuando tenga la oportunidad de defenderla lo haría sin pensarlo.

–¡Hannah!–salió de sus pensamientos, reaccionó y vuelve a verla: –¿sí?

–Pasa, ya llegamos.

"Fue muy rápido..." pienso.

Mis pies se dirigen directamente hacia un sillón café claro que se encontraba en la sala, me senté en el, y era cómodo, simplemente perfecto, pues así descansaba mi espalda, que desde hace unas horas me estaba molestando un poco.

Cierro mis ojos por un momento mientras Adriana iba a la cocina. Al parecer no había nadie en casa. Abro mis ojos cuando siento mi móvil vibrar en mi muslo interno.

Sebas: ¿Qué haces, preciosa?

Hannah: nada, estoy en casa de una compañera.

Sebas: Oh entiendo, te cuidas ¿si?

Escucho los pasos de Adriana dirigirse hacia mí. Y sin soltarlo, apago el móvil.

–¿Con quién hablas?–pregunta.

–Mmm, con nadie, un simple amigo...–mintió. Y es que en realidad prefería no contarle de Sebastián.

–Entonces, ¿si es un simple "amigo"? ¿porqué estás sonrojada?–pregunta Adriana con una mirada fija e interrogante.

Sus mejillas se tonaron un tono carmín.

–Se llama Sebastián y creo que me gusta...–dijo rápidamente.

–Oh, que tierno–sonrió.
Y luego de sentarse al lado suyo agregó: –¿tienes alguna foto de él?

–N..no, no tengo. ¿Por qué?

Hannah se comenzó a trabar, y no tenía un buen presentimiento.

–Simple curiosidad...

•••

Ya era tarde, estaba de camino a su casa.

Fue una tarde agradable, hablaron y rieron mucho, y por suerte Adriana no siguió preguntando por Sebastián, pues al hacerlo, llegó a hacer que Hannah se sintiera incómoda. Talvez es porque solo a su mejor amiga le podía decir todo con más facilidad, probablemente.

Al llegar a su casa nota que no hay nadie. El silecio invadía su "hogar".
No le dió importancia a algo que es costumbre, así que se dirigió a la cocina por un vaso de agua, abrió el grifo y el sonido del agua llenando el vaso es lo único que se escucha entre las paredes. Toma un gran sorbo.

Sentía algo extraño en su pecho. Sentía una sensación peculiar llenando lentamente su cuerpo.

Respira profundamente, y sube a su habitación.

•••

Adriana

Mientras acomodaba su cabello en una cola de caballo, dejó cargando su Instagram. Tranquilamente esperaba, y con curiosidad comenzó a teclear al instante en el que la red social cargó por completo.

"Hannah Miller."

Se metió a los "seguidos" de la chica, y comenzó a escribir. Sonreía malvadamente al saber lo que estaba haciendo.

E inmediatamente al conseguir lo que quería comenzo a stalkear. Viendo cada foto y comentario. Se veía tan interesante.

Y sus ojos brillaron al ver su nombre.

"Sebastián Martínez."

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Ilusión Efímera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora