–Uh, tenías una basurita en la mejilla, bonita–se alejó sonriendo, y miró por la ventana al lado de Hannah.Respiró, pero no demasiado.
Fueron preguntas triviales las que llenaron el viaje, el cual fue corto en realidad, pero se hizo un poco largo por sus nervios, aunque cesaron un poco, se sentía a gusto, y la compañía, literalmente, le encantaba.
Esperaba que la temperatura no aumentara, y por suerte no sucedió, las nubes no avanzaron de donde se encontraban, el día seguía gris, pero él simplemente sonriendo lo hacía soleado, y definitivamente su silencio ya la llenaba. Era una sensación extraña, y asustaba a la chica.
Se bajaron en la parada, y el café quedaba a unos pasos de la misma, caminando un poco distanciados se dirigieron a esta, pues las personas caminando apresuradas no permitirían que sus manos se enlazaran, y si deporsí las manos de Hannah se encontraban húmedas, esa mujer corriendo porque el autobús la dejaba no le molestó pasando entre ellos.
Llegaron al lugar, lucía algo viejo, pero era por estilo, pues no se veía descuidado, tenía unas paredes pintadas de tonos cálidos, y sus asientos iban desde el azul al carmín. Entraron, Sebastián dejando a la chica pasar primero, e inmediatamente se sentaron, en una silla morada realmente cómoda apesar de que el cuero fuera un poco resbaladizo, ambos se sentaron y sonrieron al sentir como se hundían en el mueble tan sencillamente.
Inundaba un tierno olor a café el lugar, obligandolos a pedir dos. Hannah deseó inmediatamente un Caramelo Macchiato, y el chico sonriente tardó unos segundos en decidir ordenar un Café Moca, al ser un gran amante del chocolate.
–Ayudará el café, para el frío–asintió la mesera antes de irse, con una pequeña libreta y la punta del lapicero un poco mordisqueada.
–Enserio que es una suerte tenerte como compañía.
Hannah miró extrañada al chico con hoyuelos, haciendo que los suyos se marquen también, sonriendo confundida.
–Es que me siento congelado, así talvez no notaré tanto este invierno–se acercó más a Hannah, y sus brazos se rozaban, y la tela evitaba el roce de pieles directamente, pero Hannah juraría sentirlo, y Sebastián, notandose tan seguro, se sintió feliz.
–Oh, me alegra hacerte compañía, entonces–sonrió.
–A mi igual...y bueno–, el chico suspiro–¿Cómo has estado?
–Siento que pronto me enfermaré, talvez ande mis defensas bajas, e igualmente no he dormido muy bien...
–¿Cómo, que dijiste?
–Uh, mis defensas están bajas–respondió Hannah confundida.
–No, no, ¿por qué no has dormido bien?
–El colegio, y aveces simplemente no encuentro como dormir.
–Cuando no puedas, me dices, podría hacerte compañía–y se acercó más a Hannah.
–Gracias, lo tomaré en cuenta.
Hannah no dejaba de sonreír, y sus mejillas estaban calientes, y su corazón estaba enternecido, aunque el aire estuviera gélido, y el día siguiera sin ser muy ferviente.
–¿Por qué tardarán con el pedido?
Sebastián tenía razón. Hannah observó que habían muchas personas ahora, no las había notado, debían tener mucho trabajo.
–Seamos pacientes, Sebas.
–Yo quería mi cafecito–hizo un puchero.
Hannah sintió su corazón volcarse, y soltó una pequeña carcajada, en realidad él le resultaba demasiado lindo, talvez incluso más cosas.
Sintió pena al notar la mirada de él sobre ella, acomodó su cabello detrás de su oreja, el tacto la hizo sobresaltarse un poco, pues sus propias manos estaban frías.
Sebastián unió las manos de Hannah, y puso ambas entre las suyas, y habló:
–Están frías.
–Pues hace frío.
–No seas fría.
–No soy fría.
–No me trates así, merezco cariño.
–Se me congeló el corazón por el frío.
–Quiero cariño, y quiero un café con chocolatito, y quiero un be...
La mesera interrumpió: –Aquí está su orden.
Sirvió con cuidado las tazas de porcelana, y les sonrió.
–¿Algo más?Afirmaron estar bien, y al irse la delgada chica castaña, hubo un silencio.
–Perdón, ¿en qué estabamos?–Sebastián fingió no recordarlo.
–No recuerdo–Hannah estaba avergonzada.
¿Qué iba a decir Sebas? ¿"Beso"?
Sus latidos eran fuertes, y no quizo voltear a mirar a su compañía, así que tomó su bebida y dió un pequeño sorbo, Sebastián hizo lo mismo.
–Hey, ¿después de aquí a dónde comeremos?
Hannah pensó: –No estoy segura, donde tú quieras.
–¿Y si comemos aquí, y dejamos esa comida para otra salida? O podríamos ir al cine...
–Oh, ¿enserio? ¿Y esa idea de dónde vino?
–Vino del querer pasar tiempo contigo.
Hannah no pudo pensar, ni pestañear, y Sebas se estaba acercando a ella, acomodó su cabello:
–Me gusta tu pelo, es hermoso, es oscuro.La pelinegra tragó fuerte, y no podía hablar.
Se acercó más el chico: –¿Tus labios tienen labial?
–N...no.
–Están colorados.
Estaban palpados de escarlata, rojizos, Hannah lo sabía, pero es que los había mordido mucho hace unas horas, era culpa del chico que no la dejaba respirar.
Un estruendo interrumpió las respiraciones tan juntas, y ambos voltearon, y Sebastián maldició.
Una mesera había dejado caer algunas tazas y un plato que contenía un croissant de almendras.
–La próxima vez será más tranquilo–trató de asegurar Hannah sonriendo nerviosa.
–La próxima vez no habrán interrupciones–aseguró Sebastián sonriendo también.
2/2.
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Ilusión Efímera
Teen FictionHannah era una buena chica, aunque algo tímida, siempre mantenía una sonrisa en su rostro. Pero esa sonrisa no puede garantizar que Hannah tenga una vida sin preocupaciones, al contrario, la vida de Hannah era turbulenta, y poco a poco se pintaba de...