CAPÍTULO 2.

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No olvides picarle a la estrellita. Te estoy observando.

             •Mirada Profunda•

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             •Mirada Profunda•

Me agacho debajo de la cama para sacar una de mis zapatillas deportivas, debo dejar de ser tan desordenada, tengo una sección especial para zapatos en el clóset y aún así tiendo a dejarlos regados por todos lados. Me los coloco y me aseguro de verme bien en el espejo, durante mucho tuve una batalla conmigo misma, pero eso terminó ya hace un año. Traigo puesto unos jeans negros, una camiseta blanca con el logo de un pájaro en negro y una chaqueta negra.

Tengo una estatura promedio, no soy alta ni muy baja, mi cabello es negro y ondulado hasta más debajo de los hombros, mi guardarropa consiste en ropa cómoda, casi siempre me aseguro de usar mangas. Tomo mi celular junto con la mochila para salir de casa. En el momento que abro la puerta una fría brisa me golpea el rostro, respiro profundo el olor de la mañana, cierro la puerta con llave y empiezo a caminar. Hay algunas mujeres quienes acostumbran a barrer la banqueta de su hogar al amanecer, otras a regar las plantas o mantener sus actividades deportivas activas..

Me pongo los audífonos para seguir mi camino tranquila, hoy me desperté con un extraño presentimiento, como si me faltara algo y de un momento a otro la sensación de encontrarlo es bastante reconfortante.

Después de quince minutos de camino veo las instalaciones, saludo a uno que otro compañero, ellos me regresan el gesto, aunque debo admitir que me gustaría, no ver una mirada de lástima en su simple acción. No soy la única con problemas en esta universidad, en este mundo. Sigo hasta el aula de Escritura y Redacción, la cual será mi primer clase, después de ella sigue Filosofía, por fin sabremos quién ocupará el lugar de la profesora Bertha.  Luego de recorrer los pasillos y llegar a mi casillero, saco los libros correspondientes depositando otros. Al cerrar la puerta pego un pequeño grito de sorpresa cuando la cara de mi amiga aparece de forma sorprendente.

—Wow— hago una pequeña mueca— luces terrible— Espero.  Su cabello está despeinado, tiene pinta de no haber dormido nada. A parte que hay un poco de pasta dental en la comisura de sus labios.
—Gracias por el cumplido, anoche no pude dormir pensando en que necesito ese estúpido diez. Si no paso la materia tendré que recusar la clase— se recarga derrotada en los casilleros, me cruzo de brazos observándola seria.

—Si hubieras estudiado en lugar de ir a la fiesta de los Rodríguez nada de eso hubiese pasado— Suspiro colocándome la mochila.  Bufa cansada y empezamos el trayecto hasta el aula doce.

—Tenía que ir, Damián estaría allí al igual que todo su grupito, a parte déjame recordarte que yo te invité a esa fiesta— levanta su mano señalándome.

— Claro y de haber ido estaría la misma situación.

El timbre sonó, las clases empezaron como eran de costumbre, anotaciones resúmenes y cuestionarios. Sinceramente no dejaba de ver el reloj en espera de la siguiente clase, sentía una opresión muy rara en el pecho. Cuando el tiempo transcurrió fue el cambio de aula, casi arrastro a Luciana para llegar rápido al salón de Filosofía.

MI LUNA (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora