Prólogo

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El sol cegó mis ojos, unos brazos se aferraron a mi cintura, el frió recorrió todo mi cuerpo a pesar del calor que llegaba a mi rostro. Solté un pequeño gruñido mientras que me tapaba los ojos con los brazos, sintiendo como alguien detrás de mi se reía  suavemente.

Me di la media vuelta mirando esos profundos ojos negros con las ojeras purpuras comenzando a notarse, aun así su perfecta sonrisa blanca me deslumbro mas que el sol a mi espalda. En realidad todo su cuerpo estaba brillando, solté un pequeño gemido mientras que volvía a darme la vuelta, prefería el sol.

Una carcajada se escucho a mi espalda, era la ultima semana de las vacaciones de 'verano' aquí en Forks, y lo único que quería era dormir hasta tarde luego de que mi 'querida familia'  me obligara a quedarme despierta hasta mas o menos las 4 de la mañana en una pijamada familiar.

-¡Que tu no necesites dormir no quiere decir que yo no tenga que hacerlo!

Brame un poco molesta mientras que dejaba de sentir sus fríos brazos en mi cintura y lo veía cerrando las cortinas, para el bien de mis ojos, y luego volvía la cara para sonreírme.

En un parpadeo ya se encontraba echado nuevamente a mi lado acariciando mi cabello, su mirada llena de cariño a pesar de lo hambriento que se veía me atrapo por completo, le devolví la sonrisa mientras que me estiraba en mi cama.

-Buenos días, bella durmiente, espero no haberte importunado.

Dijo con una nota de diversión en su voz, le lance una mirada fulminante para luego darle la espalda.

-¡Pues prefiero seguir siendo durmiente!

Dije sintiendo sus fríos brazos apresarme contra su pecho, a pesar de que el fuera tan helado como el hielo no podía evitar sentir cierta calidez en el abrazo.

-Cariño, no te enojes conmigo, ¿si? Solo quería verte dormir y la luz del sol me favoreció.

Le escuche susurrar en mi oído, suspire, su voz era como una caricia en mis tímpanos. Maldecía el hecho de que todos ellos eran malditamente perfectos.

-Ademas, hueles muy bien.

Excepto por como se alimentaban, me levante escapando de sus brazos antes de que siquiera leyera mis pensamientos con respecto a mi huida y saque un perfume de mi cajón para ponérmelo rápidamente.

Solo uno seria suficiente, lo vi sentado con una sonrisa mostrando sus afilados colmillos sin querer, me acerque a el muerta de cansancio y me apoye mientras que me sentaba a horcajadas en su encima.

-Ahora hueles mucho mejor, gracias.

Susurro mientras que jugaba con algunos mechones de mi cabello, el nunca solía ser tan cariñoso, al menos no cuando...

-¿Cuantos días?

Pregunte, odiaba cuando se iban, pero por suerte solían salir a cazar en grupos y durante las épocas soleadas, que aquí en Forks eran muy pocas.

-3 días, han avistado un oso pardo al sur de Phoenix y Emmet quiere cazarlo a toda costa.

Dijo suavemente acariciando mi espalda con cautela, me puse rígida, tres días en los que no sabría nada de el.

-3 días.

Murmure y me levanto en sus brazos para dejarme en la cama nuevamente, mire un poco mas sus facciones antes de sentir sus labios pegar contra mi frente.

-Créeme que lo que menos deseo es separarme de ti, pero amor, necesito hacerlo.

Sabia que estaba hambriento, y me sorprendía la fuerza de voluntad para haber estado acostado a mi lado durante algunas horas sin dejarme como tofi desinflado, por lo que solo asentí con una pequeña sonrisa.

-Lo se, Edward, ve con cuidado ¿si? No dejes que Emmet los convenza a ti y a Jasper de hacer algo estúpido.

Aunque conociéndolos tan bien como lo hacia, ni siquiera debía preocuparme, de todas formas lo harían.

-Tratare, te amo.

Deposito un beso en mis labios haciéndome sonreír.

-También te amo.

Dije antes de ver como simplemente desaparecía de mi habitación detrás de la puerta de cedro blanca y todo ruido a mi alrededor se desvanecía. Y por fin en el pequeño letargo de paz que tengo cuando ninguno de los Cullen anda cerca, pude dormir un poco mas soñando que aun estaba en sus fríos brazos que no sentiría por tres largos días.



Baje ya vestida por las hermosas escaleras de madera admirando una vez más la casa blanca y moderna en la que vivía mi familia favorita, no importa cuántas veces haya estado aquí seguía siendo fascinante.

-¡Pequeña!

Escuché una voz cantar detrás de mi, al girarme la vi bajando también, con una bella sonrisa en sus labios, tan hermosa como una bailarina en su evento más esperado.

-¡Alice, buenos días!

Le dije con una gran sonrisa, ella paso su brazo por mis hombros mientras que juntaba sus fríos labios contra mi mejilla, a pesar del frío natural sus labios se sentían como si una pluma tocará mi piel con tanta delicadeza como si tuviera miedo de que me rompa. Bueno en este caso aquello no estaba muy lejos de la realidad.

-Te pusiste tu medicina, bien, hueles muy agradable.

Me dijo con una sonrisa, mientra bajábamos juntas al comedor donde Rosalie y Esme nos esperaban, parecía que ninguno de los varones se encontraba presente lo cual me sorprendió un poco.

-¡Ugh , apestas!

Dijo  Rosalie con cierto desagrado, a pesar de que le gustaba tanto mi perfume que incluso solía ponérselo ella.

-Y tu hueles tan delicioso como siempre.

Le dije recibiendo una puchero adorable  de su parte, bese su mejilla en son de paz antes de mirar a Esme la cual tomó mis manos.

-No le hagas caso a Rose, hueles maravilloso.

Comentó ella con una sonrisa, se la devolví mientras comenzaba a devorar mis panqueques, como siempre Esme cocinaba maravilloso.

-¡This is amazon!

¿Porque grite Amazon? Quien sabe, mi ingles no es tan bueno que digamos, pero mi hambre si que lo es. Devore el desayuno tan rápido que esta vez si recibí una mueca de asco de parte de Rose, aun así nunca entendería porque tanto Alice como Esme me sonreían con tenura.

-Por favor, nunca cambies Miranda.

Me dijo ella con un tono casi esperanzador, sabía a que se refería así que le sonreí con fin de que tranquilizara.

-No te preocupes Esme, todavía falta mucho para eso.

Le dije con una sonrisa mientras terminaba de desayunar era divertido pasar tiempo con ellas de vez en cuando, y era mucho mejor que cuando me dejaban solamente con los chicos.

Pero los quería a todos por igual, a excepción  de Edward obviamente, puesto que eran mi familia desde que tenía memoria. Y a pesar de su secreto, no los cambiaría por nada, eran la familia a la que había aceptado unirme.

Eran mi familia, los Cullen, pero todo cambiaría una vez que terminará esta semana.

Toda mi vida daría un cambio vertiginoso de 180 grados con SU llegada.

Soy Miranda Fiori, y esta no es mi historia, o en todo caso es la historia de como me quitaron todo lo que amaba en menos de una semana.

Luz crepuscular ||Edward Cullen y tú|| ||Libro 1|| ||Saga Crepúsculo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora