Parte 18: Ex soldado y prostituto

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18-Ex soldado y prostituto

**Shunsui**

Mi corazón palpita abruptamente cuando oigo un ruido ajeno proveniente de la rejilla de mi celda. Ruedo los ojos volviéndolos a cerrar y suspiro resignado. Ya no me pongo alerta cuando oigo cualquier ruido, porque he perdido la esperanza de salir de este antro. No hace falta ni que me levante de mi cama, ya que seguramente los ruidos los esté haciendo algún animal en el exterior o simplemente sea el pulular del viento.

-¿¿Shunsui me oyes?? ¡Hijo!!- de repente me incorporo dando un salto aunque el cansancio se apodera de mis piernas enseguida. Consigo apoyarme contra la puerta y golpeo con las ataduras de mis muñecas la pared.

-¡Estoy aquí, padre!!! ¡¡AQUÍ!!!!- empiezo a respirar agitado cuando oigo el forzamiento de la cerradura de la puerta y sonrío emocionado al ver entrar la enorme figura de mi padre que me mira desconcertado y casi hiperventilando.

-Shunsui hijo....- me echo a sus brazos tirando de su ropa para sostenerme y dejo que me quite las ataduras mientras rezo internamente agradeciendo este momento.

-¿Cómo me has encontrado?-

-Me ha costado mucho, pero al final tuve que investigar los pasos que había dado tu hermano Starrk este tiempo. Encontré esta cabaña de casualidad-

-Starrk.....- aprieto mis dientes con furia y en cuanto por fin me veo libre, me abro paso dejando a mi padre atrás para salir de mi celda al exterior. Tengo que ir a buscar a Soujun enseguida y abrirle los ojos, no puedo perder...el tiempo...

Cuando la luz del sol me da en la cara, noto que no puedo mantener los ojos abiertos y las piernas derechas. Ah...estoy demasiado débil como para salir corriendo...esta luz es tan calorífica...

-¡Shunsui!! ¡¡Shunsui!!!!- escucho las voces de mi padre y como me sostiene cuando me caigo de espaldas inconsciente. Este agradable calor...me recuerda a ese día de mi último renacimiento...cuando alguien me hizo vivir de nuevo con su sonrisa...

--Nagasaki. 1950—

El frío ha llegado con fuerza este año y esta vez no tengo una tienda de campaña si quiera para refugiarme. Es igual. Creo que podría morir congelado tirado en la calle, que de todas las muertes posibles, imagino que sería la más sencilla para un vagabundo como yo. Me cuesta creer, que después de haber vuelto a renacer y luchar para proteger mi país en la segunda guerra mundial, haya terminado como un despojo humano bajo el dominio de los americanos. Soujun no ha renacido en esta era y eso me hace infeliz. Tan infeliz que incluso en la batalla, me exponía ante las balas y bombas para ver si alguna me alcanzaba para morir, pero al contrario que en otras vidas, aquí la suerte estaba de mi lado. Ju... ¿tiene gracia verdad? Siempre muero enfermo cuando encuentro a mi omega y sin embargo cuando él no está, sobrevivo a lo imposible. Maldito destino.

Parpadeo gruñendo molesto cuando un foco de luz me deja ciego momentáneamente y alzo la cabeza de mi regazo para ver al hombre que tiene el rostro oculto tras una pesada cámara fotográfica gris. Cuando la retira, lo primero que veo es su sonrisa, amplia y bondadosa, tan brillante que todo el mal que estamos viviendo los japoneses podría paliarse con mirar a este hombre.

-Me alegra comprobar que sigues vivo- su voz suena suave y animada, aunque yo solo miro su cabello blanco largo cubierto de copos de nieve y su abrigo negro cubriendo casi todo su cuerpo.

-¿Quién eres?-

-El hombre que te ha hecho una foto triste. Ahora tienes que sonreír, soldado- el hombre vuelve a preparar la cámara ante mi asombrada mirada. Es cierto que aún sigo vistiendo mis ropas de general, las únicas que tengo tras haber sido desahuciado y retirado de la milicia por orden de los americanos. De nada sirve haber ganado medallas por mi arrojo en la guerra cuando terminas sin casa y en la calle mendigando como otros camaradas frente a los templos de la ciudad.

"Mío"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora