Parte 4: Samurai y vagabundo

315 15 6
                                    

4-Samurai y vagabundo

--Antigua Grecia: Hogar Coyote--

**Zangetsu**

Sen se ha ido. Aún no puedo creer que haya perdido lo que más quiero en mi vida. No dejo de mirar su cuerpo muerto y ceniciento tumbado sobre mi cama. Este lecho al que durante estos largos meses le he impedido volver y ahora solo quiero retenerle en él para abrazarle y no soltarle.

-Mi pequeño....mi precioso niño.....- acaricio su rostro una y otra vez mientras siento que ya no tengo lágrimas que derramar. Ginrei ha venido a dar tributo a su pequeño hijo, pero le he impedido el paso. No quiero que nadie me aparte de su cuerpo, es mío.

-Mi señor, debe preparar el entierro....por favor, la niña le necesita....- había olvidado que por culpa de esa criatura indefensa, Sen está muerto. No...ella no tiene la culpa, es el vivo recuerdo de Sen al igual que Tensa. Mis hijos son lo único que me queda en ausencia de Sen y eso es tan doloroso como agradecido. Con mucho esfuerzo salgo del dormitorio y me aseo antes de coger en brazos a mi pequeña niña que se remueve en mi regazo restregando su boquita contra mi pecho. Es mi hija. Sin duda lo es, Sen no me mintió....quería compensar su error y al final le he terminado perdiendo sin poder perdonarle....oh dioses, no le dejaré descansar....

Me parto el espinazo por hacer que todos los preparativos del entierro sean perfectos. Me he asegurado mil veces en ponerle a Sen dos monedas de oro en los ojos para el barquero. Solo quiero que su alma pase a un lugar mejor, que no se le condene por lo que hizo. Mi pequeño estaba solo y asustado, ahogándose de dolor cuando le di la espalda. De solo recordar los moratones que le dejé en su cuerpo y los desgarros, siento ganas de estrangularme a mí mismo. Solo era un niño....un niño que no llegó a los dieciséis años....

El cuerpo de Sen fue quemado dos noches después de su muerte. Me quedé mirando su pira funeraria durante toda la noche, inmóvil y con la misma expresión de vacío en mis ojos. Solo cuando vi a mi padre aparecer con su hijo en brazos, todo mi cuerpo reaccionó.

-Venga hijo, deja unas flores para tu madre- mi sobrino indeseado, Mugetsu, mucho más pequeño que mi hijo Tensa, ya es capaz de sostener en su puñito unas flores que deja en el suelo en cuanto mi padre se inclina para ayudarle. Después me mira y lo hace con tanto arrepentimiento que siento deseos de matarle ahora mismo. Ya no me importa nada. Debí matarle a él en vez de pagar toda mi frustración con Sen.

-Lo lamento hijo mío....yo no quería este final para él-

-Te mataré. Juro por los dioses que te mataré, a ti y a tu hijo y si yo no puedo, Tensa me revelará en mi venganza-

-¿De verdad quieres que nuestros hijos sean rivales cuando crezcan? Son casi hermanos...-

-¡No, no lo son!!! ¡¡Ese niño no debería existir!!! ¡¡Seguramente Sen habría aguantado el parto de mi hija sin problemas!!-

-¿te das cuenta de lo que dices? fuiste tú el primero que le preñó con solo catorce años. Yo solo le di a Sen el amor que tú no eras capaz de profesarle y ¿sabes qué hijo? Esos meses de placer....los repetiría en cualquier vida-

Grito como un animal herido antes de lanzarme a por mi indeseable padre, pero su escolta aparece para sujetarme antes de que llegue a él. Los hombres que fueron mis propios subordinados, me golpean la nuca para dejarme inconsciente y tirado en el suelo. Cuando despierto, veo que Tensa está llamándome a gritos y mi pequeña Hina no deja de llorar desde la casa.

-Tensa....-

-¡Papá!!!- mi hijo se tira a mi cuello y le abrazo estrechamente llevándomele a casa junto a su hermana. Ese día tomé la decisión de vivir solo por y para mis hijos y creo que llegué a sobreprotegerles demasiado. Al cumplir los cuatro años, Tensa se escapó de casa cansado por mi constante vigilancia y se encontró a Mugetsu con los soldados de mi padre jugando en el río. Mi hijo y él...se ahogaron cuando los espartanos los perdieron de vista un momento. Al parecer Mugetsu quería llevarle una flor a Sen y Tensa se la tiró al agua movido por sus celos. El hijo de mi padre se tiró al río para alcanzar la flor y mi propio hijo, al ver como su primo se ahogaba, se arrepintió y tiró a por él. Ninguno pudo salir a flote. Cuando me dieron la noticia, mi corazón reventó definitivamente. Envejecí, adelgacé y me consumí tanto que hasta a mi hija de tres años le daba miedo mirarme. Hina siempre fue muy delicada de salud y al poco de morir Tensa, ella enfermó. Mis hijos estaban destinados a sufrir igual que Sen por mi culpa. Por mi egoísmo. Por mi amor imposible.

"Mío"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora