"Perdón"

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El frío intenso entraba por los huecos de la ventana rota acompañado de gotas de lluvia.
— ¿Cómo no lo sospeché? Debía ser muy obvio desde que encontramos a Diego. Caray, esto lo cambia todo — dijo Ariel.
— ¿A Diego? ¿Qué? — respondió Aristóteles.
Ariel se paró junto a la ventana y la selló por completo, pero antes miró si había alguien al rededor o escondido en su patio trasero.
— ¿No lo entiendes, Aristóteles? Ese hombre es peligroso.
— Pensé que tú podías contra él.
— Contra el único que no podía era con Dylan, y Andrés es casi lo mismo que él ... Te-tendré que volver a intentarlo.
— Pero-
— ¿Recuerdas la historia que leíste aquella vez en el cuarto secreto de la correcional?
— Si recuerdo de que iba, le faltaba una parte.
— Pues él también dirigió ese evento junto con Dylan y a traficar droga, siempre ellos trabajaban juntos y solos, pero Andrés se embició con el dinero que ganaba y llegó a un punto en la que se descuidó y la policía logró localizarlos, pero él se hizo la víctima. Dijo que había sido secuestrado y obligado a traficar la droga, y toda culpa calló sobre Dylan — suspiró — Solo eso me contó, al parecer a la policía no le interesó investigar más.
Aristóteles cruzó sus manos y se puso a reflexionar todo. La historia que Temo le había contado sobre Andrés tenía similitudes con las que Dylan había escrito. ¿Cómo pudo ser tan ciego para no darse cuenta antes?
— ¿Entonces qué podemos hacer?
— La verdad no lo sé, no entiendo para que necesita a Temo si a de tener bastante dinero.
— Y de su mercancía que ni se hable, si me puso un poco en mi maleta y por eso terminé en la correccional.
— Pero mírale el lado positivo a todo esto, así nos conocimos — le dijo con una gran sonrisa, volteó a ver a Diego y le lanzó una pequeña sonrisa y sus mejillas se pusieron rojas.
— Por lo que sé es que él solo vino a Ciudad de México a buscar a su "hermano", osea a Dylan — agregó cambiando de tema — Aunque no me puedo fiar para nada en lo que dijo.
— ¿Pero para qué o qué?
— No tengo idea, pero tenemos que averiguarlo.
— Yo solo quiero dormir.
Ariel se echó en la cama y Diego confundido solo se echó a su lado. Ari se sentó encima de sus colchas y recostó su cuerpo contra la pared.
— Y yo solo quiero a Temo.
— Puede estar en un grave peligro, un paso en falso y él pagará todas las consecuencias de nuestros actos.
Estás palabras hizo que una corriente le atravesara todo el cuerpo, sabía que tenía razón, ahora más que nunca debía pensar bien las cosas y seguir su juego.

Cuauhtémoc caminaba de regreso a casa luego de un largo día de pasársela estresado en la universidad, se estaba volviendo loco ya que tenía que ponerse al día con rapidez sobre todo lo que había perdido durante semanas.
— ¿Por qué habré elegido esta carrera? — habló bajo agregando al final un largo suspiro. Claro que no recordaba que era para acabar con la desigualdad y los prejuicios que aún predominan en la actualidad, sin embargo, pensó que su evolución en Oaxaca fué impredecible luego de salir del clóset, inclusive él se sorprendía.
Puso su maletín hacia atrás para poder mover sus piernas a gusto, a su paso empujaba una piedra para poder distraerse de cualquier pensamiento estresante que tuviera que ver con estar sentado frente a un libro.
Al cruzar la esquina levantó instanteamente la mirada al escuchar una risa que se le hacía familiar, en su enfrente se encontraban Diego y Aristóteles llendo por el mismo camino que él empezó a tomar para regresar a su casa. Como si fuese un reflejo se escondió tras la esquina para que no lo vieran, su corazón estaba a mil como si hubiera corrido un maratón de miles de kilómetros. Se asomó para mirar de reojo a los dos chicos que caminaban juntos mientras parecía que la estaban pasando bien.
— ¿Y ellos qué? — mencionó enojado sin entender porque.
Un niño pequeño pasó por su lado con un sombrero echo con un periódico y Temo lo tomó y lo desdobló para aparentar que estaba leyendo solo para cubrir su rostro, y finalmente los siguió. No lograba escuchar lo que decían ya que tenía que mantener distancia de ellos.
>> ¿En verdad están juntos? Digo, no debería importarme lo que hagan ahora sí él y yo ya no somos nada ... ¿Entonces por qué me siento así? << Pensó y se detuvo al darse cuenta de lo que sucedía >> Espera ¿Por qué rayos los estoy siguiendo? ... ¿Curiosidad quizás? Sí, curiosidad, es mera curiosidad << se intentó convencerse a si mismo que no eran celos lo que estaba sintiendo al verlos juntos.
Ambos jóvenes se detuvieron frente a la puerta del restaurante donde Aristóteles trabajaba, y entonces el celular de Cuauhtémoc empezó a timbrar, la canción de fondo era la de "Amor valiente", la que justamente un día anterior Ari se la había dedicado a él en plena presentación. Diego y Aristóteles voltearon en dirección de dónde provenía el sonido, Temo seguía parado ahí oculto tras el periódico mientras que le temblaban las manos y las piernas sin saber de qué manera teletransportarse para huir. Si retrocedía para escapar se vería sospechoso y quizás lo tomen por un acosador, y si avanzaba lo iban a descubrir. Vaya.
— Parece que tienes un fanático número uno, Mecotóteles — le dijo Diego dándole codazos — Lleva siguiéndonos varias cuadras.
— Ni cuenta me había dado porque me distraje con tanto pinche apodo que me estuviste poniendo en el camino — dijo entre dientes intentando no aventarle la madre.
— Es que no me decido por cuál llamarte — vaciló — Tragistóteles, Saladototeles, Héterocloseteroasexualtóteles-
— ¿Sigues?
— Nunca me voy a aburrir.
Ari lo ignoró y se dispuso a analizar a su "fan" de pies a cabeza, y entonces poco a poco se dió cuenta de quién era.
— Espera, ese maletín ... — avanzó unos pasos y continuó confundido pero feliz — ¿Temo?
— Debí suponerlo, él siempre será tu fan número uno — le susurró.
Aristóteles se acercó un poco y Temo retrocedió, bajó el periódico dejando a la vista su rostro sonrojado hasta las orejas.
>> ¿Qué estoy haciendo? << Pensó >> Soy tan ridículo <<
Ambos chicos se perdieron en la mirada del otro, Temo estaba más perdido ya que no sabía que decir y Aristóteles sonreía hasta por los ojos por lo feliz que lo hacía verlo y saber que lo estuvo siguiendo a escondidas, eso por alguna razón le hacía muy feliz.
Diego se acercó a ellos pero Ari lo detuvo antes de que este lo abrazara.
— Nonononono no no ... no, no toques a mi chiquito bonito — le susurró al oído poniendo orden.
Se apoyó en su hombro y le respondió:
— ¿Celostóteles, eres tú?
— Calla friendzoneado.
Temo volvió en sí y frunció el seño en señal de molestia al ver a Diego. >> No, no lo toques <<
— Madura, Mensotóteles.
— Madura tú, Diegolo — lo agarró por el cuello acercándolo a él.
Temo caminaba hacia él >> No dejes que te toque <<
— ¿Diegolo?
— Diego, mongolo ... ¡Tú entiendes!
— Déjale los apodos a los profesionales.
>> No ... <<
— ¡Esto es por meterte en mi relación! — gritó Temo al darle un fuerte golpe en la cabeza a Diego con su maletín haciendo que cayera contra el pavimento. Quedó tendido en el suelo moviéndose con dificultad. Las personas al rededor pasaban de largo tan solo mirando la escena que se estaba armando ahí.
— Ayayay ... — dijo agarrándose la cabeza por el dolor que sentía — Veo un arcoiris y varios chicos semi desnudos ... ¿Acaso estoy en el cielo?
Ari estaba sorprendido y con ganas de reír por la acción de Temo ya que era algo que él también tenía muchas ganas de hacer, al voltear a verlo este estaba con la respiración agitada y con una expresión terrorífica.
— ¿Pero Temo por qué-? ¿Diego-? ¿Tú-? — se calmó para pensar bien lo que iba a decir — Espera ¿Qué dijiste hace un segundo?
Temo levantó el maletín y dijo: "Y esto es por infiel", tiró otro golpe pero está vez a Aristóteles, quién cayó justo encima de Diego.
— ¿No podías caerte en otro lado? — dijo Diego intentando respirar — Me acabas de regresar a la realidad, Estupidtotéles. Ahhh, los extrañaré leñadores en bañador.
— Le diré a Ariel.
Se puso rápidamente de pie botando a Aristóteles al suelo por completo.
— No pasó nada — le extendió la mano a Aristóteles y lo ayudó a levantarse.
— Ustedes, traidores ... — dijo Temo apretando los puños, ambos dirigieron todo su atención a él.
— A ver, Temo — dijo Aristóteles — ¿A qué te refieres con que te fuí-?
— ¡Con Diego, con mi mejor amigo!
Ambos lo miraron atónitos, se miraron entre ellos y luego de unos segundos se empezaron a reír a carcajadas a tal punto de llorar de la risa.
— ¿Yo con él? — dijeron a la vez — Pero si nos odiamos.
— Pero si justo ahora ustedes-
— ¿Tú crees que pasaría de alguien tan bello como tú a alguien como este? — vaciló Diego.
— Lo mismo opino de tí, Diego — se cruzó de brazos y se dirigió a Temo — Y Temo, yo nunca te haría algo así.
— Lo que pasó fué un malentendido.
Ari lo miró confundido.
— ¿Qué dice-?
Le pisó el pie para que se callara.
— Aristóteles me llamó para que le ayudará a buscar un regalo ideal para tí ya que quería superar el que tú le habías dado, pero un día mal intepretaste cuando ambos nos quedamos dormidos en el suelo mientras avanzabamos tu regalo y no nos dejaste explicarte.
— ¿Entonces ... por qué Aristóteles me dijo que aún éramos pareja?
— Mmm — miró a Aristóteles como diciendo "¿La cagué yo o la cagaste tú?"
Esto se estaba complicando, dedujo que Andrés le había mentido sobre su ruptura gracias a una infidelidad, así que él la iba a terminar jugando su juego pero bajo sus propias reglas.
— Temo — dijo Aristóteles — Ese día me puse nervioso y quise seguir como si no hubiera pasado nada porque no recordabas nuestra ruptura, pero me equivoqué — le tomó de las manos y pudo sentir sus latidos acelerarse cada vez más. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz se estaba cortando — Los nervios me ganaron, yo no sabía cómo ... Perdón.
Diego quedó más que sorprendido por lo que había dicho Aristóteles, no sabía que entendía lo que era "improvisar"
Temo se tapó el rostro para que no vieran lo avergonzado que estaba.
— Perdón, perdón, perdón, ¡Perdón! — exclamó arrepentido, ¿por los golpes que les había dado quizás? — Sabía que Diego nunca sería capaz de hacer algo así ... ¡Perdón, por favor!
Aristóteles al verlo en ese estado lo abrazó con fuerza y ternura para que se tranquilizara. Diego no sabía si unirse al abrazarlo o solo quedarse donde estaba.
— ¿Entonces ...?
— Perdón, sigo sin recordar lo que sentía por tí, y yo ahora solo ... no lo sé.
— Poco a poco, Temo — le acarició sus mechones — Y si no, solo piensa en mí como en tu primera opción, por favor. Solo no te alejes de mí.
Temo no respondió a esto, solo se perdió en la calidad del abrazo.

•Nacimos para crear un mundo de colores juntos• (ARISTEMO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora