"Un nuevo comienzo"

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El viento que recorría las calles de la ciudad de México a las 7 de la mañana alborotaban a cada paso que daba los rulos de Aristóteles, a lo que él intentaba acomodar sin éxito alguno.
Él inhaló profundamente, mientras que Temo dió un fuerte bostezo.
— ¿Aún tienes sueño, Tahi? — preguntó confundido — Los asientos eran muy cómodos, te adormecían al instante. Me hicieron dormir como nunca.
Temo le lanzó una mirada amenazante.
— ¿Por quién crees que no pude dormir?
Ari encantado con lo que él creía que era la respuesta, lo abrazó por detrás cariñosamente poniendo su barbilla en su hombro.
— ¿Entonces te pusiste tan nervioso de dormir a mi lado que no pudiste ni cerrar los ojos? ¡Eres un menso tan tierno mi amor!
Temo algo fastidiado por la falta de sueño lo hizo a un lado.
— No es solo por eso Ari ¡Si no que roncas demasiado fuerte!
Varios pasajeros que estaban en el mismo bus que ellos, pasaron por su costado bostezando a más no poder con los ojos hundidos.
— Ow ... — río sin arrepentimiento alguno — por lo menos les dejé un recuerdo de mí.
Temo, aunque no quería en ese momento, se le escapó una pequeña sonrisa.
— Ven — lo atrajo con su brazo hasta tenerlo pegado a él — No te enojes conmigo ¿Sí?
— Aunque quisiera, no podría hacerlo, Ari.
Cerró sus ojos y se apoyó en él sujetándose con fuerza. Se estaba quedando dormido.
Aristóteles lo guío hasta el parque que se encontraba a unas cuadras de la central, la cual se podía apreciar desde donde estaban parados.
Acomodó las cosas junto a una banca y se sentó en ella con Temo recostado en sus piernas.
— Descansa todo lo que quieras — Susurró Ari, y empezó a acariciar los mechones de su novio. Se quedó apreciando cada centímetro de su rostro, cada detalle ...
— Tienes unas pestañas sumamente largas, son hermosas.
Se acercó más para apreciar con mayor precisión, e inspirado antes su belleza empezó a cantar en voz baja su canción que compuso pensando solo en él.
— >> Pero que tengo mil defectos, y jamás seré perfecto. Quiero amarte como un loco, solo aguántame otro poco y verás. No hay reglas para amar, no existe un manual, que pueda enseñar lo que es un beso de verdad ... << — Y sin previo aviso, antes de que pudiera terminar de cantar, Temo rodeó el cuello de Ari con sus brazos y lo jaló hasta él. Con mucho ternura juntó sus labios con las de su amor, y él encantado correspondió el beso.
Habrá durado unos pocos segundos, o quizás muchos, quién sabe, porque cuando ambos estaban en su mundo el tiempo ni nada más importaba.
Al separarse, Temo tomó entre sus manos el rostro de Aristóteles sin quitar su mirada en la de él, y agregó:
— >> Que todo va a estar bien. Si sientes tú también lo que yo siento ...<<
— >> Y que importa si no soy perfecto << — completó Ari como respuesta conmocionado por la situación. Sus ojos brillaban como fuegos artificiales, y sus mejillas estaban coloradas.
— Tal y como eres te amo, Aristóteles. Incluso con tus ronquidos.
Esto hizo que soltara una pequeña sonrisa, esa de las que a Temo le encantaban.

Los minutos pasaron, Ari pasaba sus dedos entre los mechones de su novio mientras este dormía. El silencio era acogedor en ese momento, todo estaba perfecto, hasta que una voz irritante los interrumpió.
— Al parecer unas mariquitas acaban de aterrizar muchachos.
Ari volteó desconcertado ante el comentario del sujeto.
Lo miró de pies a cabeza, era un grupo de 4 tipos que al parecer estaban bajo el efecto del alcohol ya que emitían un olor fuerte a este.
— ¿Qué dijiste?
— Qué si no tienen otro lugar para hacer sus mariconadas que no sea en mi banca favorita para tomar con mis compas.
Temo, quién estaba escuchando todo, se puso de pie enfrentando al tipo.
— El parque es de todos — dijo fastidiado intentando ponerlo en su lugar.
— Solo para los que si somos de aquí ... — miró en dirección donde estaban sus maletas — Y por lo que veo ustedes acaban de llegar ... par de desviados — este sin razón alguna lanzó un golpe en dirección a Temo, pero fue detenido por Aristóteles que llegó a reaccionar rápido.
— A mi Temo no lo tocas — dijo amenazante y apretando su brazo con fuerza.
— Aww, miren chicos, protege a su princesa. Que desagradables — la risas se oían de fondo, la cuales se mezclaban con comentarios como: "No queremos escorias como ustedes aquí" "Regresense por dónde vinieron par de sidosos"
— ¡Ambos somos hombres! — gritó Temo furioso.
— ¡A ver, si muy hombres, entrenle pues!
— ¡Ya rugiste! — exclamó Ari.
Él le lanzó un golpe directo al rostro, a lo que esté respondió tomándolo por el cuello para tirarlo al suelo. Ninguno de los dos tenía la intención de controlarse.
— ¡Ya párale Ari! ¡Ya! — gritaba Temo asustado con todas sus fuerzas.
Uno de sus acompañantes tomó a Temo por detrás tapándole la boca.
— No hagas bulla florecita, no queremos llamar la atención.
Ari al ver esto, apartó al tipo sudoroso de su encima dándole un cabezazo que lo dejó mareado, y fue corriendo donde Temo. Mientras el menor le mordió la mano haciendo que lo soltara para luego darle una patada en la entrepierna. Ari lo tiró al suelo al ver que ya estaba alejado de su novio.
— ¡Dije que nadie lo podía tocar!
Ari le tiró un golpe que lo noqueó en un segundo.
Los otros sujetos que estaban viendo lo sucedido, al ver de lo que ambos eran capaces de hacer huyeron como unos completos cobardes, pero uno de ellos aprovechó y se llevó consigo la maleta de mano de los chicos, en la cual estaba la almohada y el cerdito de alcancía de Aristóteles.
Él fué detrás de ellos, pero estos se subieron a una moto que estaba aparcada en una esquina.
— ¡No, maldita sea! — gritó.
Temo, quién corría detrás de su novio, lo abrazó preocupado.
— ¿Estás bien? Mírame ¿Estás bien, Ari? — le empezó a revisar si tenía alguna herida.
— Esos desgraciados se lo llevaron.
— No te preocupes, es algo material.
— No Temo, era muy especial para mí, los regalos que me diste los atesoraba con toda mi alma.
— Te puedo dar otros ...
— ¡Es que no es lo mismo!
— Tahi, tranquilo, respira - Ari tomó aire, pero sus lágrimas se querían salir a fuerza — Ven, vamos.
Lo abrazó y lo apoyó sobre su hombro. Recogieron sus maletas y siguieron su camino.

•Nacimos para crear un mundo de colores juntos• (ARISTEMO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora