"Confesión y reencuentro"

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>> "Por favor, nunca me dejes" <<
Esas palabras no podían dejar de dar vueltas en su cabeza. No podía olvidar el rostro de preocupación de Temo, y eso lo hacía ponerse impotente. No solo por lo de Pancho, si no que ¿Ahora como le decía sobre la propuesta que le había llegado? Lo más probable es que lo apoye ya que ese era lo que más anhelaba en su vida, pero alejarse de su Tahi era algo que no queria, por esa misma razón se fue con él hasta CDMX dejando todo atrás, y regresar sería como ... ¿arrepentirse ... cómo abandonarlo? No, absolutamente no lo era. Estaba confundido. Y aún no era seguro si conseguiría encajar con ellos para realizar proyectos largos. Nada estaba claro aún.
Una voz dulce y serena hizo que saliera de sus pensamientos. Temo dió unas palmaditas para hacerlo regresar a la tierra.
- ¿Ari? - preguntó confundido - ¿En qué tanto piensas?
Aristóteles lo miró de frente y recordó que se encontraban en un restaurante cenando.
- En como te verías con el traje amarillo - mintió. No podía dejar aún que se entere sobre eso, tenía que buscar un buen momento para decírselo.
Temo se sonrojó y desvío la mirada. Estiró su mano hasta tomar la de él.
- Tahi, en cuánto volvamos ¿Sí? - susurró - Sé paciente.
- No le pidas a un impaciente que sea paciente, amor.
Temo le lanzó una pequeña sonrisa y Ari hizo lo mismo.
- Por cierto - continuó - ¿En cuánto tiempo entrarás a tu escuela? Quiero llevarte ese día como si fuera un padre orgulloso de su hijo.
- Pues ... En tres semanas - afirmó - Y la verdad te quería ahí ese día junto conmigo, y así se me quitan los nervios. Sería especial para mí.
El corazón de Ari se aceleró. En 3 semanas tenía que regresar hacia Oaxaca ... no, no era momento de pensar en eso.
- ¡Tenemos que disfrutar al máximo todo este tiempo libre que tenemos! - exclamó emocionado.
- Yo ya disfruto cada segundo que la paso a tu lado, Tahi - respondió Temo tiernamente.
- Yo igual.

Luego de una hora, los chicos regresaron a su hogar. Temo seguía exhausto, en todo el día no había podido conciliar el sueño. Pero no podía quedarse dormido aún, tenía algo que cumplir.
Ari fué de frente a ponerse la pijama que Temo le había "regalado".
- La neta me encantó, es súper suave - dijo Ari abrazándose a si mismo.
- Desde pequeño siempre a sido mi sueño conocer a Stitch, pero nunca se dió la oportunidad, supongo ...
- Y el destino te trajo hasta a mí - dijo emocionado - mírame, soy abrasable.
Temo se acercó para darle un abrazo, pero Ari lo detuvo.
- Hey hey hey, antes ¿No te olvidas de algo? - dijo estirando la tanga que le había regalado - ¿Te atreves o te da frío?
Cuauhtémoc lo tomó y dijo con seguridad:
- Sabes que yo por tí me atrevo a todo, Tahi.
Se sacó la camisa que traía puesta, y luego los pantalones, dejando así a la vista de Ari ver sus boxers.
- Date la vuelta, ahora - dijo en tono de autoridad.
Ari quería seguir viendo, pero giró como si se tratara de un reflejo. A todo esto, un recuerdo se le cruzó por la mente, la vez que Pancho dijo: "¿Quién manda en la casa papá?" Ahora le encontraba lógica.
Temo prosiguió en cambiarse completamente, y se percató que Ari intentaba voltear sigilosamente.
- ¡Hey, sin mirar!
- Está bien, está bien.
Temo se terminó de acomodar el traje, no era lo más cómodo que había utilizado hasta ese día, pero lo hacía por su Tahi.
- Bien, puedes voltear.
Ari giró inmediatamente y sus ojos brillaron como estrellas en una noche oscura. Su pulso se aceleró al igual que su respiración.
Temo en todo momento desvío la mirada con toda la cara roja, era algo muy embarazoso para él.
- No soy digno de admirar tanta belleza - dijo Ari tapándose los ojos, pero en su mente quedó grabado lo que había visto. Sus piernas de Temo eran preciosas, al igual que su cintura que se ajustaba bien al traje, y sin duda que el amarillo le quedaba espectacular.
Cuauhtémoc río, y Aristóteles extendió sus brazos hacia él, a lo que Temo mostrando una sonrisa de oreja a oreja fue prácticamente corriendo hacia sus brazos.
- En verdad que eres suave, Tahi - dijo Temo sin despegarse de su pecho.
- Te lo dije - afirmó - ¿Y sabes algo?
- ¿Qué cosa?
- Valió la pena esperar tantos meses por verte así.
Dicho esto, lanzó a Temo a la cama poniéndose encima de él.
Sus miradas chocaron, y los latidos de ambos hacían eco por toda la habitación. No dijeron absolutamente nada, solo se apreciaban el uno al otro en todo momento. Rozando sus narices con ternura, hasta finalmente unir sus labios en un largo y apasionado beso.
La escena podría resultar cómica para algunos por cómo iban vestidos, pero para ellos era mágica. Los besos no cesaban, ninguno quería dejar la dulzura del otro, si no hasta que Temo se detuvo.
Ari desconcertado lo miró para saber porque había parado, y para su sorpresa, su novio se había quedado dormido. Al parecer ya no aguantó más el cansancio, y para la mala suerte de Aristóteles no pudieron continuar.
Se acomodó bien en la cama y echó a Temo sobre su pecho, mientras que él lo abrazaba y le hacía piojito.
Sacó su celular para ver nuevamente el mensaje del programa. Respiró hondo y empezó a escribir lo primero que se le ocurría. Sus dedos temblaban, pero por dentro estaba feliz.
Finalmente había aceptado la invitación. Debia intentarlo o jamás se lo perdonaría.
Miró a Temo y susurró:
- Te amo tanto, Tahi. Te amo tanto - le dió un último beso en los labios y apagó la lamparita que se encargaba de iluminar la bella escena de los dos enamorados, para así poder dormir por primera vez junto a su novio.

•Nacimos para crear un mundo de colores juntos• (ARISTEMO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora