Capítulo 20

633 46 2
                                    

Después de un par de horas platicando, las sillas nos habían cansado, así que decidimos ir al sillón.

Brooke se acostó en mi regazo, colocando la cabeza en mi hombro.

—Creo que es la segunda vez que despierto misteriosamente en tu cama, Brooke. — comenté riendo.

Ella soltó una carcajada y asintió.

—La primera vez estabas ebrio y la segunda dormido. —explicó. — Por cierto, tienes el sueño bastante pesado. Cuando desperté tenías una posición muy incómoda, y traté de moverte, ayudaste un poco, pero ni siquiera podías abrir del todo los ojos.

Sacudió su cabeza aún entre risas y me permití comentar:

—Me encanta tu risa, Brooke.

La chica calló de repente y volteó la mirada hacia mí, sonriendo ampliamente.

—Aún siento extraño que lo digas de verdad y que no se trate de una de tus fanfarronerías, Roger. —comentó risueña.

Ambos carcajeamos y guiñándole un ojo la acerqué más a mí.

—Es un poco de ambas, nena.

Las mejillas de la chica se tornaron rápidamente de un tono rojizo y bajó la vista, apenada.

Al instante entré en razón de algo que ambos habíamos pasado por alto en aquel momento; a pesar de todo el tiempo que llevábamos esa tarde conversando de nuestros sentimientos hacia el otro, en ningún momento nos habíamos besado.

Pero aquel parecía ser el momento indicado.

La chica puso su frente contra la mía, jugueteando unos segundos y yo coloqué mi mano en su nuca, lentamente nos fuimos aproximando hasta que sentí el suave ludir de sus labios contra los míos.

Yo me encontraba titubeante, sin querer retroceder, pero tampoco tenía la certeza de seguir. Sin embargo Brooke parecía más segura y en poco tiempo nuestros labios ya se encontraban danzando deleitosamente. El ligero sabor de chocolate caliente aún permanecía en su boca y el placentero aroma que ella desprendía inundaba el espacio a nuestro alrededor.

Velozmente la enredé entre mis brazos y un suave hormigueo recorrió  mi piel. Algo dentro de mí pecho se movió fervientemente y parecía que dentro de ella también lo hacía, puesto que un tenue suspiro se escapó de sus labios.

Llevé mis dedos por toda su espalda hasta llegar a su lumbar, dónde me detuve a dar leves caricias.

Brooke enredó sus dedos en mi cabello y sonrió en mis labios.

Me separé un poco de ella e igualmente tercié una sonrisa. El brillo que tenía en sus ojos me dejó paralizado y me llevó a pensar varias cosas; la última vez que había pedido a una chica que fuera mi novia había sido cuando tenía cerca de quince o dieciséis años, a partir de ello perdí esa costumbre. Sin embargo no deseaba, ni podía hacer lo mismo con Brooke, ella podría pensar que era otro de mis juegos. Y yo quería que fuera mi novia.

Respiré profundamente antes de articular palabra alguna, pero ¿Por dónde debía iniciar?

—Brooke…— dije intentando sonar lo más relajado posible.

Ella alzó las cejas, contenta y dispuesta a escuchar.

—¿Qué sucede, Rog?— cuestionó.

Me quedé por un instante sin qué decir, cosa que era bastante extraña, si escribía canciones, ¿Cómo era posible que nada se me ocurriera en aquel momento?

Sacudí ligeramente la cabeza para volver a iniciar y hablé.

—Bueno, nuestra amistad inició hace tantos años…— comencé. — y comprendo que ésto es un riesgo, sin embargo vale la pena arriesgarse —hice una pequeña pausa antes de proseguir, entrelacé mis dedos con los suyos y con el pulgar acaricié el dorso de su mano. —Brooke, ¿Quieres ser mi novia?

Sus mejillas se encendieron y bajó rápidamente la mirada, riendo nerviosamente, luego volvió a alzarla y encogiéndose de hombros, asintió con una gran sonrisa.

— ¿Qué? —bromeé, llevándome un dedo al oído. — No alcancé a escucharte.

La chica asestó un golpe en mi hombro, soltando una carcajada.

— ¡Que sí, bobo! —contestó y acto seguido llevé su mano hasta mis labios, para depositar un beso en ella.

Brooke sonrió burlonamente, puso los ojos en blanco y tomándome por la solapa de la chaqueta, me acercó nuevamente a probar el dulce tacto de su boca.

Cerré los ojos, disfrutando de aquel momento y acaricié con las yemas de mis dedos, su pómulo.

Detuve el beso un instante y cuestioné.

—Caray, es verdad, ¿Cómo sigue tu pie?

Ambos llevamos la vista hacia los calcetines que aquel día usaba y contestó:

—Hoy amaneció mucho mejor de lo que estaba anoche. —comentó y regresó a acurrucarse en mi regazo. —Rog, ya es muy tarde para colocar los adornos de navidad, pero ¿Podrías ayudarme a sacarlos?

—Claro. —respondí y nos levantamos del sofá.

Era verdad que ya se encontraba mejor, puesto que había dejado de cojear al caminar.

Me condujo por uno de los pasillos, hasta que llegamos al ático.

—Tú casa es enorme, Brooke. —comenté al abrir la puerta del cubículo.

—Ya lo has repetido otras veces. —recordó riendo.

Intentó encender la luz, sin embargo el foco había dejado de funcionar.

—Rayos. —exclamó. —Bueno, sé dónde dejé todo.

Y siguió avanzando sin complicación alguna, no obstante por mi parte, la visibilidad se me complicaba con la poca luz que entraba a la habitación.

A tientas comencé a andar y no tardé en toparme con un obstáculo.

— ¿Estás bien?— preguntó mi novia.

—Sí. —respondí intentando reconocer el objeto con el que me había estrellado.

Estaba cubierto con una pesada manta, la cual alcé levemente y al sentir la forma que tenían sus teclas mencioné:

—Brooke, jamás me dijiste que tuvieras un piano.

Ella se acercó cuidadosamente y presionó un medio tono.

—Cielos, yo tampoco lo sabía. —respondió. —Mañana compramos un foco y venimos a verlo.

Me tomó por la mano y me dirigió a las cajas de los adornos, llevándolas hasta la sala de estar.

—Gracias por ayudar, Rog. —dijo mientras subíamos las escaleras.

Seguimos platicando un par de cosas hasta que estuvimos frente la puerta de su cómoda, me detuve y le di un largo beso, deseándole buena noche.

—Linda noche. —susurré sobre sus labios.

Ella respondió con un suave gruñido y finalmente regresé a mi habitación, sin poder sacarla una vez más de mi cabeza.

Breakthru || Roger TaylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora