Soltó el décimo suspiro en aquella corta media hora, media hora en la que su "novio" no hizo nada más que sólo seguir leyendo ese aburrido libro de biología. Estaba a poco, o nada, de inventarse una excusa y largarse de allí, pero mantenía las esperanzas de que en una de esas el chico decidiera volverse un poco atrevio y si quiera lo besara.
-Kookie-
El pequeño chico despegó su vista del grueso y viejo libro, volteando rápidamente hacia el mayor. YoonGi se dedicó a observar cada parte del menor; sus ojitos grandes y redondos, sus labios finos pero rosados, su cabello suave y siempre peinado, sus dientitos de conejo que lo hacían ver más tierno, JungKook siempre fue hermoso, sin embargo, toda su belleza se escondía debajo de unas enormes gafas negras con las que posiblemente uno quedaría ciego al segundo de probarselas, ropa que muchas veces era enorme pero siempre cubría todo si cuerpo, incluso a penas y dejaba ver su cuello. Sabía que la gente era muy superficial, por lo que muchas veces su pequeño era llamado "Rata de laboratorio o biblioteca", eran unos completos estupidos, y se alegraba de saber que muchas veces comentarios como esos ya no lo afectaban y todo gracias a él, YoonGi no podía sentirse más feliz por su bebé y orgulloso por él mismo. Pero a pesar de todo esto, anhelaba que algún día JungKook se dejara llevar un poco más y se dejara, por lo menos, abrazar en público y quizás uno que otro beso en su habitación; ya hace meses que descartó la idea de tener sexo con Kookie, eso ya era imposible, y no porque el peli negro sea reservado y extremadamente tímido, oh no, eso ya era otra historia. La madre del menor era un terrible problema, ella era la principal razón por la que no podía ni acercarse más de un metro de Jeon, era una verdadera molestia, nunca podían estar solos y tranquilos, ¿por qué?, muy fácil; siempre interrumpía y entraba a la habitación cuando quería, sin detenerse a tocar para advertirles de su presencia, para YoonGi siempre fue una bruja con cara de una amable mujer.
Maldecía su boca por haber mentido miles de veces a sus amigos, diciendo que era la belleza personificada, que era un chico lindo pero que solía tomar la iniciativa y sobre todo que le quitó la virginidad hace tiempo. Dentro de poco le crecería la nariz y no quería escuchar a JiMin reírse por su desgracia.
-¿No quieres ir por un café?-
Y antes de que el pequeño Kookie intentara abrir la boca para responderle, la mujer de las pesadillas de Gi apareció como si en sus pensamientos la hubiera invocado, y peor aún, en sus manos cargaba una pequeña bandeja con dos tazas de café.
-Perdon por interrumpir de ésta forma cariño, ¿no quieren una tacita de café caliente?-
"Señora, ¿ya le dije que la odio?"
-Muchas gracias mamá- Le sonrió mientras la mujer dejaba las tazas sobre la mesita ratona a un lado de la cama.
-Si necesitan algo más, pueden pedírmelo. Con permiso- Se fue, dejando nuevamente solos los menores.
-Tu madre es muy considerada- Dijo Min con decepción, pues su plan de tener una cita que no sea de estudios, había fracasado nuevamente.
Y JungKook no era nada tonto, sabía que hace meses que su "novio" quería tener una cita fuera de su casa, y él también quería, pero además que el problema era su madre quien nunca dejaría que su pequeño hijo se fuera con un "vándalo", como solía llamar a YoonGi. Además de eso, el gran problema era su timidez, la cual causaba que se pusiera extremadamente nervioso con la presencia del mayor, y su baja autoestima, nunca creía que salir a la calle con un chico tan apuesto como lo era Min YoonGi, no sería bueno para la perspectiva de los demás. JungKook siempre se creyó feo, pero con el tiempo aprendió a lidiar con ello y los comentarios feos ya no lo afectaban como cuando era niño, sin embargo, sabía que el otro chico podría conseguirse a alguien mucho mejor, una chica o un chico con un cuerpo mejor que el suyo, con mejor rostro, con más talentos que los que él tenía, alguien muchísimo mejor.