Capítulo 13

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Los meses comenzaron a transcurrir y los hermanos Taisho no mostraban ninguna mejoría, sus cuerpos permanecían inertes en la camilla de cada habitación, Irasue e Izayoi no se apartaban ni un solo momento de ellos, a pesar de saber que no era necesario permanecer día y noche no había poder humano que logrará separarlas de sus hijos.

Las hermanas Fiore seguían viviendo en la Finca de su familia sin gozar de ningún privilegio, con el paso de cada mes sus vientres crecían más y más, los rumores entre los trabajadores no se hicieron esperar sin embargo contaban con el apoyo de Kaede una mujer de gran corazón y la persona a cargo de ellas, al conocer la realidad del porque el señor Miroku las tenía allí no dudo en bajarle un poco a sus exigencias y comenzó a tratarlas con más cariño después de todo le recordaban a la señora Sango.

Rin se encontraba tendiendo un par de sábanas blancas recién lavadas cuando a su mente llegó el rostro de Sesshomaru, últimamente el recuerdo de él era más intenso, decidió sentarse en el verde césped del patio donde se encontraban los tendederos cuando Kagome llego con un cesto más de ropa —¿Te sientes mal Rin?

La castaña la miró con una sonrisa melancólica —No dejo de pensar en él —Admitió con pesar

Kagome se sentó a lado de su hermana —No podemos seguir engañándonos hermana... Ellos nos olvidaron y debemos aceptarlo

Rin se sentía tan abrumada por los acontecimientos de los últimos 6 meses que le era imposible aceptar lo que la azabache le decía —No... Kagome yo... yo se que no es así —Su voz comenzaba a entrecortarse —Yo estoy segura que... Sesshomaru no me ha olvidado...

La azabache al ver la necedad de su hermana se levantó y la miró por última vez —Lo siento Rin... pero en ocasiones, el desear las cosas no quiere decir que se harán realidad —Por unos segundo observó el brillante cielo azul —Mis padres tenían razón, ellos solo se divirtieron con nosotras , debes aceptarlo —Sin mirar más a su hermana regresó a sus labores dejando a la castaña sola con sus pensamientos.

Inu no, se sentía frustrado al no poder hacer algo por sus hijos, movió todos sus recursos para encontrar al legendario maestro Totosai un viejo amigo de su familia con el cual había perdido contacto ya muchos años atrás, sabía que solo él podría ayudarle a sus hijos a despertar y recuperar sus poderes, pero tal parecía que el hombre había desaparecido de la faz de la tierra, Naraku en cuanto se enteró de lo ocurrido con los descendientes Taisho no dudo en ir a Japón para apoyar a su amigo.

Llegó una mañana a la mansión Taisho donde fue recibido por Tsubaki, la mujer encargada del hogar —Buenos días señorita, se encontrara Inu no

—Buenos días, por supuesto, el señor lo espera —Le indicó el camino hasta el despacho donde se encontraba el peli plata lleno de frustración.

—Inu ¿Cómo estás? —Pregunto a pesar de que era evidente cómo se encontraba

—Naraku, que alegría tenerte aquí —Lo saludo amablemente —Estoy desesperado... Mis hijos llevan 5 meses sin reaccionar y poco a poco se deterioran

—Tenemos que hacer algo ¿Aun no encuentras a Totosai?

—No... tal parece que desapareció, aquí en Japón y sus alrededores nadie sabe nada de él

—Yo te ayudaré a buscarlo... de alguna manera daremos con él —Poco después alguien tocó la puerta, los dos hombres observaron de quien se trataba, Naraku al ver quien era sonrió —Hija pasa —Estiró su mano para sujetar la de su hija -Inu amigo, recuerdas a Kagura mi hija

—¿Kagura? Claro, que linda estás —Exclamó Inu no, mientras depositaba un beso en la mano de la bella mujer de mirada rojiza, cabello negro y ondulado

Cáliz de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora