9. Escarlata

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Cerezas, fresas, manzanas y corazones de algodón para alguien tan dulce y adorable como él.

Jeon Jeongguk y Park Jimin eran lo que todos catalogaban "la pareja perfecta." Ambos eran de familias sangre pura y adineradas, educados desde que tienen memoria y avanzados en sus clases. Pero, juntos, todo eso que lo hacía reconocibles, desaparecía y solo dejaba a los chicos que amaban darse mimos.

Incluso cuando estaban por terminar quinto año, teniendo quince y diecisiete años, ninguno había dado el paso para darle nombre a su relación, aunque tenían más que claro que se amaban con todo su ser.

Jeongguk aquel día estaba callado y alejado de sus compañeros, su mente trabajando a mil pensamientos por segundos y eso lo notaron todos, hasta el punto de llegar a preocupar a cierto metamorfomago que no dejaba de cambiar su cabello, estaba nervioso.

—¿¡Y si se aburrió de mí!? –le gritó en susurros a su muy buen amigo Taehyung–

El castaño Kim desvió la vista del aburrido y muerto profesor de historia de la magia, bufando por la acusación estúpida.

—Jeon te ama más que a nada, Jimin, desde el primer día.

Y ni eso llegó a calmar al metamorfomago que ahora sentía como su nariz y boca comenzaban a transformarse, llamando la atención de sus compañeros... y la de Jeon, por supuesto.

—¿Pasa algo, Jiminie? –preguntó Jeon, que se acercó al instante–.

Park detuvo sus cambios, volviendo a ser el pelimorado con nariz de botón y abultados labios.

—Yo... –Park no sabía qué decir y buscó ayuda en su amigo–

Ayuda que no consiguió, aunque pudo respirar cuando escuchó las campanas anunciando que su última clase había acabado.

—Dime la verdad, Jimin –claro que no se iba a salvar–.

Jeongguk lo había tomado del brazo y arrastrado fuera de las masas de estudiantes saliendo de las aulas.

—Gukkie, ¿sabes que te amo?

—Por supuesto que lo sé, bebé. Y tú deberías saber que te amo igual.

Jimin sonrió y sus ojos brillantes anunciaban sus lágrimas. El chico se acercó hasta abrazar a Jeon y dejar su barbilla en su pecho.

—Hace unos días escuché a unos chicos hablando sobre nosotros, dijeron que lo nuestro solo era una etapa y que tú lo sabías, por eso no habíamos formalizado nuestra relación –dijo rápido–. Y yo sé que no es así, porque nos amamos de verdad, pero sus palabras me dolieron.

Jeon suspiró mientras lo abrazaba con más fuerza y dejaba un beso en la frente del mayor.

—Nosotros no necesitamos confirmar nada porque somos lo más real que existe –respondió dejando un par de besos en los abultados labios– ¿Estás usando bálsamos de fresa?

—¿Me estás cambiando el tema? –Jeon rió mientras negaba con la cabeza, Jimin le siguió– Esto es serio para mí, bebé.

—Lo sé, amor –el menor elevó al mayor hasta que enredó sus piernas en la cadera–. Entonces, señor Park, ¿quieres ser el hombre que ilumine mis días por el resto de mi vida?

Ambos rieron encantados.

—¿Me estás pidiendo matrimonio?

—Llevamos tres años juntos, no me importaría mucho casarme apenas cumpla la mayoría de edad.

Jimin sostuvo las mejillas de Jeongguk en sus manos antes de besarlo con intensidad, siendo consciente de su cabello y ojos cambiando de color.

Porque no había un color mejor para definir el amor que el intenso rojo.

Metamorfomago || KOOKMIN ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora