《 Bastard 》 Robb/Jon.

i. el rey

Las semanas pasan curiosamente rápidas, apenas se sienten; en lo particular Jon no ha hecho mucho, sólo escuchar atentamente como debía comportarse con la llegada de la família real. No tenía ni idea de quiénes eran, jamás conoció ni al rey ni a la reina, mucho menos a sus hijos y la verdad era que no podría importarle menos.

Si tan sólo su padre se lo hubiera permitido habría faltado a todos y cada uno de los ensayos para cuando el día llegara, pero no pudo, él también estaría presente.

¡No quería conocer a nadie! La capital era hogar de las peores personas de todos los reinos, se pintaba como un sueño y no era el tipo de niño ingenuo que se comería ese cuento.

Deja salir un muy largo suspiro por sus labios resecos, sus párpados se cierran en un obviamente fallido intento de hacer pasar el tiempo más lento, no faltaba mucho para que llegara la visita y él aún no estaba listo.

Empieza a desvestirse, dejando caer el largo y pesado abrigo que se vería obligado a abandonar con el tiempo; ahora que era Omega debía usar otro tipo de ropa.

Las prendas seleccionadas por Lord Stark estaban descansando sobre el colchón de su cama. Toma la parte de arriba y la estudia con detenimiento antes de siquiera hacer el intento de vestirla. Es muy parecida a los vestidos de Sansa, aunque éste termina en su cadera cosa que agradece muchísimo.

La parte inferior es un pantalón completamente normal, pero éste venía con muchos más cordones; le iría un poco ajustado.

Si se pone a valorar las cosas podría ser peor, podría estar obligado a ponerse un corsé o algo así. 

Claro que el desconocía la razón por la que sus ropajes eran masculinos y no como el resto de omegas. Había sido más bien una orden de Lady Stark, la pretenciosa mujer dictó que se le diera a Jon telas gastadas y feas, nada llamativas para que le costara más trabajo sacar a relucir sus virtudes a los ojos de cualquier posible pareja; aunque claro, el bastardo estaba más que felíz.

Se colocó lo más lento que le fue posible cada una de las prendas, el frío travieso se colaba entre éstas para llegar a su piel, lo cual le hacía tensarse por un par de segundos.

Cuando terminó de acomodarse todo se miró al gran pero roto espejo que descansaba a un lado de la chimenea, lo primero que notó eran algunos cambios en su rostro, parecía incluso más delgado ahora y eso le desanimaba con desdén. Comía  particularmente poco, no pasarían ni dos meses antes de que su cuerpo se abrazara a sus huesos por completo.

Sus ojos se cierran con fuerza, evitando el llanto y demás emociones extra que el nuevo cambio en su cuerpo le estaba ocasionando; odiaba ser el mismo.

Le tomó un par de minutos relajarse, aún quería llorar, pero no lo haría.

Se detuvo frente la gran puerta después de tomar y acomodar en su espalds una de las viejas capas de Robb que le habían regalado para cubrirse del frío. Tomó una bocanada de aire antes de dar la cara una vez más.

Los minutos pasan más lento afuera también puede sentir una sensación de tensión y desagrado en el ambiente que le hace querer vomitar.

¡Todo estaría bien! O al menos eso esperaba.

Se reunió con el resto a pasos firmes, pero cortos intentando recordar las palabras de la Septa espalda recta, sonríe con simpatía, nada de luchas ni groserías, voz dulce. No hables hasta que se te pida.

Jon prefería una ejecución antes de obedecer a cualquiera, incluso si el dichoso Rey fuera quién le hablara sus respuestas serían como siempre.

Sus pies medianamente descalzos tocan la hierba helada del jardín principal, forzando una sonrisa que parecía dolorosa, la forma en la que caminaba era hasta cierto punto ridícula, tanto que Arya saltó de su lugar de escondite para empujar suavemente a su medio hermano hasta el lugar correspondido.

Lo único que Snow pudo hacer fue acariciar por un par de segundos su cabeza ya que sus palabras fueron aceptadas por los sonidos que indicaban la llegada real.

Guardias abrieron las puertas de Winterfell a los cientos de caballos y carruajes que éstos tiraban, en cuestión de segundos toda la família se presentó frente al personal más importante del Castillo.

El Rey era gordo.
Extremadamente gordo diría Jon.
Es que, ¿cómo alguien quién se supone que peleó a un lado del fuerte Lord Stark puede ser tan gordo? Los años tratan muy distinto a las personas, supone.
Se veía como cualquier hombre que pasaba su vida en una cantina, que moriría en cualquier momento ya que ése estado de obesidad era morboso.

Cuando Robert se inclina para saludar de la forma más formal que le es posible a Sansa los ojos del ciervo se cruzan con los suyos un par de segundos, su estómago se revuelve como si tuviera necesidad de alejarse, pero no lo hace por todo el respeto que puede tenerle.

El pelinegro traga saliva audiblemente ahora que todos se han percatado de que el Rey le mira con otras intenciones, empieza a exhalar leve un olor a miedo y es ahí cuando el primero que salta para romper el momento es el hijo del contrario.

El príncipe Joffrey es todo lo contrario a lo que Robert pudo haber sido, un aroma a Alfa lo rodea, pero éste es muy distinto al resto. Huele a animal en putrefacción.

La nariz del más bajo se arruga en respuesta aunque hace lo posible por no demostrar su desagrado cuando el rubio llama la atención de todos, su sarcástica sonrisa y ojos burlones hacen que los presentes le miren.

"Es patético que el mismísimo Rey no sepa cómo tratar a las personas como es debido." Dice sus palabras puden ser amables, pero Jon no le cree. No confía en nadie, ni siquiera después de escuchar el suspiro esperanzado de la pelirroja a su lado.

A medida que éste de acerca nada pinta mejor, Joff camina casi pavoneandose demostrando aires de superioridad a medida que avanza, de nuevo todo el mundo está en completo silencio, ni la Reina es capaz de detener las acciones amenazantes de su hijo.

Snow da varios pasos hacía atrás, cuidandose de no chocar con el demás personal del Castillo, quiere huir lo más rápido que le sea posible, pero cuando logra darse media vuelta alguien sujeta su brazo.

Es como si el tiempo se detuviese derrepente, todos alrededor han emitido un chillido de sorpresa y al parecer Jon es el último que se se da cuenta de lo sucedido.

El pretencioso príncipe le toma de la muñeca, hay una enorme sonrisa aún más falsa que la anterior adornando su bronceado rostro, todo empeora cuando abre la boca. "¿Qué haría una belleza de tal calaña oculta entre los patéticos sirvientes?" Habla, pero el norteño aún no ha logrado digerir todo lo ocurrido, así que no hay una respuesta durante varios segundos.

"No le concierne a un Príncipe como usted saber la respuesta." Robb es quién habla, dejando a todos más estupefactos de lo que estaban. Si se detenían a pensarlo mejor, el heredero del norte era el Alfa de la camada y siempre estaba dispuesto a atacar si alguien estaba amenazando a un integrante de ésta era un tanto obvio que fuera el primero en reaccionar.

"Pff." Escupe Lady Stark para dispersar la tensión. "El es sólo un bastardo. Nada que a la familia real le deba de quitar el sueño." En parte, tenía razón. El mencionado sólo atina a mirar sus pies, como un cachorro regañado.

"Por favor, déjenme ser el primero en mostrarles el lugar." Ned Stark es el siguiente en hablar, hace un pequeño ademán para que la corona se deje guiar y Robert es el primero en seguirlo, la Reina les imita, al igual que los dos príncipes más pequeños.

"Entonces... ¿Quieres mostrarme el lugar personalmente?" El Príncipe heredero no desiste y Jon se ve obligado a aceptar después de un largo suspiro.

"Como su Majestad lo ordene." Murmura, abandonando su posición para comenzar a caminar en dirección contraria al resto.

Cuando los dos chicos se encuentran lo suficientemente lejos Sansa es la primera en gritar. Golpea el piso con su calzado de forma infantil, cruza sus brazos y comienza a correr a su habitación humeando en rabia.

Arya mira a su hermano mayor, inclina levemente la cabeza y dice. "¿Eso significa que Sansa no será reina?"