《 Bastard 》 Robb/Jon.

vii. el castillo

No volvió a llorar desde que salió, ni siquiera cuando fue a despedirse de Bran, el niño estaba completamente inconsciente y el tiempo que pasó con el fue tan efímero gracias a Lady Stark aunque no la podía culpar, para nada. La mujer se separaba de su esposo, de dos de sus hijas y uno de sus hijos está en peligro de muerte, su mala cara y actitud podía soportarlos hasta cierto punto, así que cuando ella lo tomó agresivamente para echarlo del lugar salió de ahí como un cachorro regañado.

Le dio un pequeño beso en la frente a su hermanito y revolvió el pelaje de Verano, quien se encontraba más que abatido. Apenas comía y se negaba en abandonar los aposentos de su dueño, demostrando esa lealtad que muchos creían que carecían todos los animales salvajes.

El mismo tomó a su lobo en brazos, recibiendo una mirada de desaprobación cuando se acercó a la guardia de la Corona. Ned estuvo a punto de replicar, pero cuando vio a Nymeria y a Lady dentro del carruaje decidió que no podía luchar contra los tres.

Le dio una última mirada más al castillo antes de cerrar las cortinas, estaba dejando toda su vida ahí y no estaba seguro en si algún día regresaría, quizá cuando volviese a ver a Rickon el ya fuera un caballero, cabía la posibilidad de que Brandon se recuperara en su totalidad y entonces podría ser comandante en la guardia real, tal y como siempre soñó.

Sus pensamientos se ven interrumpidos por un par de gemidos, voltea a ver a la huargo de Arya quien parecía lista para saltar del vehículo, a su lado y haciendo un total contraste, Lady estaba sentada justo al lado de la pelirroja, completamente en silencio; Fantasma era incapaz de hacer ese tipo de sonidos, pero Jon está seguro de que no armaría un escándalo si pudiera.

Los tres recibieron un sermón de su padre, nada nuevo a decir verdad; solían escucharlo con regularidad, eso de cuidar a sus compañeros, protegerlos, limpiarlos, alimentarlos, entre otras cosas con un extra "tendrán que asegurarse de que no sientan calor, son lobos norteños y su pelaje les abriga."

Sansa fue la primera en actuar, tomaba un par de brochecitos mientras trenzaba el pelaje de Lady lo mejor que podía. Ni Jon ni Arya se movían.

"¿Y si la rasuro?" Sugirió la menor de todos, sacando una pequeña navaja que había escondido.

El resto del viaje se resumió en peleas, llantos de cachorros y un constante reclamo por sus acciones revoltosas de la niña.

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Cuando los caballos se detuvieron frente al gran Castillo de King's Landing lo último que Jon quería hacer era salir, Ned le dio un poco de tiempo para seguirlos y tomó a sus hijas de la mano al bajar del carruaje.

Miró un par de veces por la ventana, había ruido de todo tipo; algunos habitantes del lugar gritaban, el sonido que emitía todo tipo de animales de carga, sumado con el de las ruedas y demás transportes hacían una mezcla horrible para los oídos del norteño; sin embargo a una de sus hermanas parecía gustarle demasiado.

Finalmente estaban todos caminando hacía el gran Castillo, Jon había leído mucho y tenía ganas de ver la Fortaleza Roja y las cabezas de dragones que adornaban el lugar; aunque el gusto le duró muy poco ya que Joffrey tomó su brazo.

"Permíteme guiarte, hay muchas otras cosas que ver que sólo cadáveres de perdedores." Dijo, doblando hacía otra dirección, sus ojos imploraban por ayuda hacía su familia, pero sólo Sansa lo observaba, su mirada era penetrante y triste. Ella estaba completamente decepcionada

Jon amaba a Sansa con todo su corazón, incluso si ella nunca demostró quererlo con tanto ímpetu; no quería que siguiera tan de poco humor como últimamente se había sentido.

"Me debe disculpar, padre quería que lo siguiera, necesito saber dónde está mi habitación." Murmuró, separándose del cuerpo contrario con todo el respeto que pudo reunir. Le sonrió antes de darse la vuelta y casi correr de vuelta con los norteños.