Prólogo.

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(N/A: Hasta éste punto creo que  todos conocemos sobre a/b/o, pero si ustedes lo desean puedo escribir un archivo, así se enteran más).

[   ❄   ]

Todo lo que viene del norte es frío.

Aquél ambiente tormentosamente helado chocaba contra su rostro, impidiendole abrir los ojos apropiadamente. Su oscuro cabello bailaba al son de la corriente de aire, sus mejillas se coloreaban de un tono rojizo al igual que la punta de su nariz.

Hoy era el día de su nombre y también el peor día de su vida.

Sus hermosos orbes grisaseos viajan por el patio de entranmiento, donde Theon Greyjoy y Robb Stark entrenaban desde temprano, el sol aún no terminaba de salir y ellos ya estaban extasiados.

Un largo suspiro sale por sus rosados y regordetes labios, les dedica a sus "hermanos" una mirada de pena. Apenas hacía una luna tenía permitido unirseles.

Recién estaba en su año número quince de vida, ese que daba fin a tu etapa de niño y te abría el paso a tú segundo género. Jon sabía de sobra que no sería un Alfa como todos los hombres que le rodeaban, lo supo desde su primer y prematuro celo e intentaba evadir éste hecho; no le avergozaba ser un pequeño y débil Omega, pero si le disgustaba de todas las formas existentes. ¡Los dioses no podían  ser más hijos de puta con él!, no les bastó hacer su vida como bastardo completamente miserable, también le castigan siendo más extraño de lo que es.

Era un Omega hombre, si no fuera hijo de Lord Eddard Stark, el hombre más generoso y honorable que existía en los Siete Reinos su vida sería un completo horror; probablemente estaría chupando vergas de desconocidos por un estúpido dragón de oro que no podría gastar a su gusto.

Recuerda una situación en particular donde un viejo ofreció dinero a su padre por una noche. Como si fuera una puta. Claro, no podía quejarse de su vida, el resto de chicos como él no contaban sus historias con tanto alivio. Había escuchado que si un macho de Cuna Real nacía con ese género eran vendidos a Burdeles desde bebés o directamente asesinados e incluso escondidos y rechazados.

Habría preferido mil veces ser un Beta desabrido que un Omega, pero la vida no solía darle cosas buenas. Ese día, justo al cumplir  quince años sería nombrado como un Omega oficialmente.

Ya no podría volver a sujetar una espada, debía conformarse con las agujas; en pocas horas se uniría a Sansa y Arya para practicar bordado y cocina en vez de Arquería.

En algún momento sus ojos de cruzan con los de Robb, quién forzó una sonrisa para dedicarsela. Era como si hablarán mentalmente, ambos sabían que a partir de ese día todo cambiaría.

Era curioso el como que a pesar de ser un Bastardo debía esforzarse para ser una buena opción de esposa por si algún estúpido Alfa se fijaba en él.

No podía elegir, podría tratarse de un campesino a quién le dará bastardos como él o un hombre noble que sea capaz de darle su apellido para que sus hijos no sufran.

Debía parecer una pareja factible, limpiarse, vestir pulcro, lucir bonito todo el tiempo, aparentar simpatía y fingir inocencia; tal vez así lograría lucir perfecto a pesar de la vida de mierda que lleva.

Después de varios minutos decide bajar las viejas escaleras y llegar hasta donde los mayores, saluda con un simple gesto con su mano derecha y se sienta en un tronco para verlos de más cerca.

《 Bastard 》 Robb/Jon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora