ii. el príncipe

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Joffrey era todo menos agradable, cualquiera con un sentido del olfato medianamente audaz podría darse cuenta de lo mala persona que el parecía ser.

Olía a animal muerto en estado de descomposición, eso no era un hedor agradable ni sutil, aunque había leído que si era común en personas sureñas. No era que ellos expedieran un olor desagradable, pero si era completamente desconocido y a menudo se disfrazaba de formas más que asquerosas y repulsivas.

Si alguien le preguntara a Jon por qué aceptó mostrarle el lugar al rubio el respondería con sinceridad 'supervivencia', el pelinegro era de todo menos tonto, quizá no estaba tan familiarizado con el resto de personas, pero sabía que negarle algo a alguien perteneciente a la realeza sería un verdadero error.

Le gustaba su cabeza donde estaba, sujeto en su cuello completamente intacto, por eso mismo no reacciona cuando el príncipe toma su brazo como si se tratara de una damisela.

A ojos del resto, el Baratheon quería demostrar sus habilidades de ligue conquistando a alguien tan frío como Jon, pero la realidad era un tanto más torcida.

Snow era un Omega macho y se aproximaba que dicha condición era tan poco común que aparecía en un varón de cada miles. En el norte tan sólo se habían registrado cuatro, los otros tres estaban encerrados en un burdel muy lejos de sus hogares. Jon no quería ese futuro, pero tampoco tenía tantas opciones; con algo de suerte conquistaria al Lord de un Castillo y viviría su vida como una Lady, pero eso era poco probable. Quizá la mejor opción y la más segura si no quería recurrir a la prostitución sería vivir como un sirviente.

Podía imaginar fácilmente su vida como una ama de casa, incluso si su brazo estaba enredado con el de un futuro rey, sabía que hacerse falsas ilusiones sería el mayor error de su vida.

A medida que iban avanzando, el pelinegro miraba el rostro casi completamente inexpresivo del contrario y eso lo hacía sentir sumamente nervioso e incómodo.

Por eso sabe que sus sospechas son ciertas cuando el rubio se detiene de golpe, dejando que su mirada se posara directamente en el rostro ajeno.

Jon toma una larga bocanada de aire en un intento de calmarse, sonríe a medias en respuesta a la dura e insistente mirada contraria.

"Una disculpa si no te pregunté tu nombre antes, pero creo que es algo necesario si queremos reforzar nuestros lazos." Su voz suena vacilante, pero no es como si el norteño pudiese decir algo al respecto, se limita a responder con lo requerido con un tono sumiso y devastado. No, Joffrey no lo intimidaba, los guardias reales y el poder de la corona sí.

El rubio seguía estudiando al contrario con sus orbes azulados, deleitandose de sobremanera por todas las acciones sumisas del Omega. Le generaba una clase de satisfacción enfermiza el poder dominar a alguien de tal forma.

El ciervo tomó la mano ajena, llevándola lentamente a sus labios para así depositar un pequeño beso en el dorso de ésta. Acarició los nudillos de Jon con paciencia y amabilidad, pero el no podía confiar, no se relajaba bajo ninguna circunstancia.

No era suficiente para llenar el gusto de un príncipe, sabía que si dejaba que sus sentidos le convencieran iba a sufrir mucho.

"Mi príncipe..." Comienza a decir, endulza su voz lo mejor que puede, pero aún así tiembla. "No creo ser el indicado para usted." Murmura, como si ese hecho le doliera realmente.

Está tan ocupado fingiendo pena que no se percata de esa enorme sonrisa que adorna los pequeños y rosados labios del menor. "Pequeño y tonto Omega." Escupe con desprecio. " ¿Quién te crees que eres para decidir lo que es para mí o lo que no lo es?" Sus palabras hacen eco en la cabeza del bastardo, quién reacciona al instante intentando rectificar sus palabras, pero entiende lo tarde que es cuando Joffrey le toma del mentón, obligándole a inclinar hacía arriba su cabeza. Entre ellos hay una diferencia de estaturas muy corta, pero ese hecho sólo hace que Jon se encoja a un más.

"N-No era lo que quería decir." Su voz tiembla, al igual que el resto de su cuerpo.

"Por supuesto que no, bastardo." Le responde de forma inmediata, aplicando la suficiente fuerza como para tirar al pelinegro hacía su cuerpo.

Cierra los ojos, dejando que su alteza le cubra con su desagradable olor.

El paseo no dura mucho más después de eso, Joff parece satisfecho con las acciones ajenas, en cambio lo único que Jon quiere hacer es tomar una espada y clavarsela en todos los lugares posibles.

Le cuesta demasiado actuar como alguien indefenso, pero ¿qué más puede hacer?

La tarde pasa rápidamente, Jon prefiere saltarse la cena, incluso si su estómago está rugiendo en necesidad, prefiere aguantar hasta la mañana siguiente.

Se deja caer en uno de los troncos que adornaban el patio de entrenamientos, mirando las armas que hacía apenas un par de lunas podía vainar sin problemas ni repercusiones futuras.

Conocía las consecuencias de irse a cualquier sitio, podría ser vendido, humillado, violado y secuestrado. En Winterfell estaba más seguro que en cualquier otro lugar, pero no estaba tan dispuesto a soportar todo lo que ya cargaba sobre sus hombros.

Sus ojos ardían, su cuerpo entero temblaba, tenía tantas ganas de llorar pero no lo haría.

Quería demostrar lo capaz que era, incluso si sus sentidos no lo permitían actuar con total normalidad.

Intentaba constantemente justificar su caso, pero entre más lo pensaba, era peor.

No había registros de Omegas hombres dentro de la familia Stark, quizá en la família de su madre sí, pero siendo completamente lógico tan sólo sería un linaje híbrido.

Había registros de Omegas como él dentro de familias importantes como los Lannister, Tyrell y los ahora extintos Targaryen. Su madre no podría venir de ninguno de esos linajes ya que según pobre información que le habían brindado ella era completamente norteña.

Su estado de ánimo caía en picada, tanto que no se percató de una nueva presencia en el lugar hasta que éste ya estaba frente a él.

Levanta su mirada para poder confirmar sus sospechas y sólo sonríe en respuesta cuando los ojos Tully de Robb le juzgan sin necesidad de que éste emita algún sonido.

"Hey." Saluda el pelinegro, con todo el ánimo que puede acumular.

"¿Qué tal te fue con el idiota?" Murmuró en respuesta, sin corresponder el saludo de ninguna forma. El pelirojo se limitó a sentarse junto a su hermano, fingiendo que su nariz no se fruncía en desagrado por el tosco olor que invadía sus fosas, el hedor de Joffrey en el cuerpo de Snow.

"No le llames así, no cuando hay tantos de ellos aquí. Podrían hacerte algo." Murmura, claramente preocupado.

"Estamos solos, además ninguno de ellos se atreverá a hacernos algo. Están en nuestra casa, ellos quieren algo de nosotros, no se arriesgarán a no conseguirlo sólo por un comentario suelto." Las palabras del mayor siempre fueron reconfortantes, Jon sonríe con normalidad por primera vez en el día, inclinandose lo suficiente como para descansar su cabeza en los anchos hombros del joven lobo. "Hueles horrible." Continúa, en cuanto siente la incomodidad un poco más dispersa.

"La fragancia sureña, creo yo." Responde, no es capaz de olfatearse el mismo, pero confía en las palabras contrarias.

"El... no te hizo nada, ¿verdad?" Hay una clara preocupación en el rostro del heredero, pero Jon no logra identificar el por qué está tan mortificado.

"No me hizo nada." Confirma en voz baja, confundido.

"Jon, si alguien te daña, quiero que me lo digas." Robb procura ser cuidadoso con sus palabras, no pretende ofender ni demostrar nada, sólo quiere brindar protección a sus hermanos.

"Y si sucede, ¿qué harás?" Responde, frunciendo el ceño con impaciencia.

"Una guerra."

《 Bastard 》 Robb/Jon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora