iv. el invierno

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La noche pasó rápidamente, afortunadamente había logrado dormir lo suficiente, así que cuando el sol subió e iluminó el norte con su presencia Jon logró levantarse de un mejor humor que la última vez.

Sabía que tenía que relajarse si no quería un desequilibrio en sus sentidos, no quería que su celo llegará antes, realmente la peor cosa que le podría pasar sería pasar sus días en celo con todos esos sureños por el Castillo.

Bien, ellos pensaban que un Omega era alguien del que no debían temer, pero demostraría que están tan equivocados. Él aún puede clavar un par de dagas en los cuerpos de estos imbéciles, eso o puede evitarse el trabajo sucio zampandoles una jarra de vino envenenado.

Pasa los pocos minutos que tiene libres recostado en su cama, pero sabe que tarde o temprano será hora de volver a enfrentarse a la realidad; emite un pequeño sonido de cansancio cuando se levanta, camina hacía el lugar libre de su habitación donde hay una larga bañera de madera a medio llenar y termina por librarse de los desagradables ropajes que le habían forzado a usar.

Apenas se detiene a pensar cuando sumerge su cuerpo en el agua helada, titiritea un poco, pero no es la primera vez que toma un baño en ese estado, parece que el mismo está obligándose a no sentir nada. Toma el jabón, lava su cabello y cuerpo rápidamente.

El tiempo pasa y conforme a éste ya no le afecta tanto el estar literalmente dentro de agua congelada, sale estilando y por ende mojando el piso, a fin de cuentas le preocupaba poco, era su habitación así que nadie entraría.

Seca su cuerpo con un trozo de tela y como de costumbre se para frente al viejo espejo apoyado en la pared. Le hecha una fugaz mirada a su cuerpo, ha cambiado demasiado desde la última vez que se detuvo a observarse, sus caderas están ensanchadas y poco a poco su abdomen está perdiendo la musculatura que tanto le había costado obtener, su pecho está levemente hinchado e incluso su rostro parece ser distinto.

Cree estar más delgado, pero no lo sabe con suficiente certeza así que no le presta atención, por ello le da la espalda a su reflejo para poder seguir inspeccionandose, voltea levemente para mirar su parte trasera donde luce aún más flaco de lo que ya está.

Está a un par de kilos de ponerse escuálido.

Toma ropajes interiores para colocarselos, le avergüenza colocarse los de la parte superior, pero no podía permitir que el resto mirara esos cambios que irían apareciendo dentro de un corto período de tiempo.

Aprieta las cuerdas lo más que puede, la tela presiona su pecho y trasero hasta el punto que es incómodo, pero Jon cree que es necesario.

Termina de vestirse con un ropajes similares, ésta vez llevándolos más flojos de lo permitido. No va arriesgarse a burlas estúpidas de Theon o de el personal ni a miradas curiosas de sus hermanos.

Colocó sobre sus pies un calzado nuevo, ajustó las cuerdas y se dispuso a salir, su estómago rugía en hambre así que creyó que era más que necesario.

Caminó hacía el comedor, donde todos estaban esperando el desayuno, su entrada no llamó la atención de nadie más que de un par de hombres a los cuales golpeó con la pesada puerta. Jon se disculpó y se apresuró a tomar su lugar con el personal del Castillo, nunca le importó tener que mezclarse con los sirvientes, era mejor así, no tenía que preocuparse por cosas como modales en la mesa.

Sin embargo últimamente nada le sale como debería, por ello no se sorprende cuando siente la molesta presencia de Joffrey en sus espaldas, el pelinegro se levanta y mira al príncipe quien parecía disfrutar de la incomodidad ajena.

"Mi príncipe." Saluda, con el mayor respeto que puede darle a alguien.

"Mi Omega." Responde al instante, levantando su mano para rozar  levemente sus dedos contra la mejilla del mayor quién se limita a sonreír y fingir que disfruta esa clase de atenciones por parte del rubio. "¿Se puede saber que haces ahí con los sirvientes?" Lo dice remarcando la última palabra y es completamente sincero, Jon no tiene palabras.

Hay una razón por la que está ahí, pero no piensa expresarla, así que sólo baja la mirada y el Baratheon reacciona tomandolo del brazo para guiarlo a la mesa principal.

Cuando se sienta en su nuevo lugar ve los rostros de los Stark y el bastardo no puede estar más avergonzado. Catelyn está roja en furia al igual que Sansa, Bran mantiene su mirada neutral, Arya sonríe, Rickon es muy pequeño para entender lo que sucede, Ned tiene una mirada incierta y finalmente, Robb tiene la mirada fija en el agarre de Joffrey.

Cersei, la reina tiene una forzada sonrisa en sus labios, carraspea un poco para llamar la atención del resto y levanta su copa de vino antes de darle un largo trago y hablar de una vez por todas. "Como sabéis, mi Joffrey y Jon han tenido la oportunidad de estrechar sus lazos, así como también pudo hacerlo con Sansa. Considero que ambas Omegas son una buena opción para mi hijo, así que en su nombre pido la bendición por parte de su padre para que Joffrey continúe cortejandolas hasta que su decisión sea final." Las palabras toman a Lord Stark un tanto extrañado, pero el sólo asiente un poco.

"Si Sansa y Jon están de acuerdo, no tengo porqué negarme." Respondió, tomando un largo trago a su copa para evitar decir algo más.

"Yo... acepto, nada me haría más felíz que tener una unión con mi príncipe." Sansa fue la primera en hablar, su voz sonaba esperanzada, sus ojos brillaban ante la idea de convertirse en reina.

Jon dudó mucho tiempo y no habló, prefirió mantenerse callado bajo la mirada amenazante de Lady Catelyn.

"¿Qué es lo que Jon tiene para decir al respecto entonces?" Preguntó la rubia una vez más, el pelinegro sentía la mirada de todos en la sala y no sabía que responder.

Si lo rechazaba seguro lo pagaría muy caro, pero si aceptaba arruinaría la futura vida de Sansa.

"Yo..." Empieza a hablar, pero es interrumpido por la inquietante voz de Robb.

"Jon ya está siendo cortejado por alguien más, no puede aceptar la propuesta del príncipe Joffrey porque el y yo empezamos una relación hace poco." Dijo derrepente, su voz sonaba intimidante.

Todos permanecieron callados, nadie emitió ni un solo sonido, salvo el príncipe. "¡Mientras no haya unión, puedo hacer lo que quiera!" Exclamó, inconforme con haber obtenido la mitad de lo que quería.

"Consideraré sus palabras como amenazas, puede ser el príncipe, pero ahora está en tierras norteñas. Siga las reglas o retirese." El pelirrojo se levantó, haciéndole una pequeña señal a los sirvientes para que llevarán su desayuno a su habitación. Tomó la mano de su medio hermano y lo obligó a avanzar con él a tropezones.

"¡Robb!" Gimió el aludido en desacuerdo, pero el lobo no hizo más ruido.

Ambos caminaron hasta la gran habitación del Stark, donde el dueño de ésta empujó al contrario dentro.

"¡¿Comiste hongos alucinógenos o qué es lo que te ocurre?!" Exclamó Jon, cuando su cuerpo tocó el suelo.

"¡Estoy tratando de protegerte, imbécil!" Ladró, empujado la puerta para que nadie más entrara. "No voy a permitir que te vayas de aquí, en Winterfell estás seguro, en Desembarco no lo estarás."

"¡No necesito seguridad!" Gritó en respuesta, incluso si sus sentidos le decían que permaneciera callado.

"¡La necesitas, no pudiste rechazar a Joffrey, no le perteneces!" Los ojos grises de Jon se llenaron de lágrimas en cuestión de segundos, ni siquiera el estaba seguro de por qué le dolía todo ese asunto.

"Tampoco te pertenezco a ti."

《 Bastard 》 Robb/Jon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora