Anhilation [•Steve Rogers•] (II)

06. Auténtica Desesperación

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NOTA:

Hice una pequeña modificación en una ubicación de Devastation que afecta también esta historia, creo que se darán cuenta de cual es

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Caminé hacia lo que me parecía una salida, pero me había equivocado, era más bien una entrada a un gran salón.

A cada paso que daba, escuchaba música cada vez más fuerte resonando en mis oídos.

Bajé la mirada y me observé a mí mismo con cuidado. Tenía aquel traje café con insignias que solía usar en los tiempos de guerra cada que salía y/o me juntaba en los cuarteles, aquel que me identificaba como un soldado que luchó en la guerra.

Estaba demasiado confundido para cuando entré al salón del que provenía la música.

Observé bien todo a mi alrededor sin dejar de caminar. Había una fiesta llena de personas y por todo lo que veía y lo que escuchaba, parecía que había vuelto a 1945. Había un enorme estandarte que decía "VICTORIA", lo que significaba que festejábamos que habíamos ganado la guerra, pero yo no dejaba de sentirme perdido.

Estaban las cámaras tomando un montón de fotografías, había alcohol por doquier. Todos reían, bebían. Bailaban y yo seguía estando demasiado desconcertado.

¿Esto era un sueño o más bien todo lo que creía que viví los últimos tres años era más bien el sueño?

Caminé por la pista de baile y por obvias razones me seguía sintiendo perdido, pues no sabía cómo era que en realidad había llegado aquí.

— ¿Estás listo para nuestro baile? —escuché una voz un tanto enfática.

Seguramente se trataba de Peggy porque ¿Quién más podría ser si no era ella?

Volteé para averiguarlo, pero Peggy no era la que me había hablado.

— ¿Ronnie?

Usaba un vestido rojo de la época, estaba peinada con la mayoría de su largo cabello suelto y solo algunos mechones agarrados de modo que simulaba una media cola de caballo. Tenía delineador negro en los ojos y labial rojo que resaltaba sus labios que estaban curvados en una hermosa sonrisa que era tan característica de ella.

Me tomé un par de segundos para observar todos los detalles de su presencia ante mí.

Su encanto era el mismo que siempre había tenido, al igual que su belleza.