Anhilation [•Steve Rogers•] (II)

08. Nuestra Canción

°MARATÓN 2/3°

Desperté a las 7 de la mañana con pasados 9 minutos, a penas había conseguido dormir tres horas, y en realidad no pude descansar.

La verdad era que desde hace cinco años, aunque dormía, mi mente no había logrado descansar del todo, siempre estaba maquinando un montón de pensamientos sobre Ronnie, sobre mis amigos que se fueron, sobre Thanos, sobre Tony, sobre Thor, sobre el mundo, el universo post-apocalíptico en el que estaba viviendo...

Y todo el tiempo me preguntaba cómo era que habíamos llegado hasta este punto. ¿En qué momento el mundo se perdió? Siempre pensé que si había una amenaza la podría vencer, pero la vez que no pude, el universo pagó el precio, y yo también lo pagué con lo más valioso para mí.

Jamás pensé que iba a vivir algo así... pero aquí estaba después de 5 años, tratando de sobrevivir, de hallar nuevas razones todos los días para seguir adelante.

Me giré hacia el otro lado y dándole la espalda al que fue el peluche favorito de Ronnie, para ahora tener en frente el buró y encima de este el guardapelo con la imagen de Ronnie adentro, un reloj de mano y una foto más grande de mi chica en un portaretratos; como en la foto del guardapelo, ahí estaba ella tan hermosa, y su gran sonrisa resaltaba entre la naturaleza que tanto le gustaba admirar. Podría decir que era una de mis fotografías favoritas de Ronnie porque en ella veía que estaba plenamente feliz, sin importarle demasiado si se veía bonita o no, sin importarle alguna otra cosa más que la felicidad de ese momento.

Me levanté de la cama sin dejar de observar aquella fotografía y como casi todas las mañanas, después de ducharme y mientras me vestía y me arreglaba, puse una selección con las canciones que ella me enseñó hace años y que llegaron a gustarme muchísimo.

Cuando nos hicimos amigos cercanos nos veíamos demasiado seguido y en aquellas ocasiones, Ronnie solía ayudarme a adaptarme al siglo XXI, con películas, libros, pláticas históricas y sobre todo música... y como a ella también le fascinaba conocer, yo también le platiqué muchísimo de la cultura en la que crecí, la música y las películas, lo que más le gustó a ella de todo fue la música que hasta que me conoció tuvo la oportunidad de escuchar.

Cómo extrañaba la emoción que se veía en sus ojos al escuchar la música que le enseñé y la que ella me enseñaba a mí...

Y esa sonrisa que era demasiado difícil de igualar.

Seguí escuchando la música con un poco de melancolía, mientras que recordaba a Ronnie mover la cabeza, bailar y mover los labios al son de las canciones y su ritmo.