Capitulo 18

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Durante semanas no hablé con Steven del tema de su hermano por miedo a hacerle daño recordándole que lo había matado por salvarme la vida y se lo agradecí besándole lo que resultaba todavía mas incómodo.

-¿Crees que está en un lugar mejor?- dijo Steven.

-Estoy segura de ello – le afirmé- él era buena persona.

-Pasó su último momento viendo como su hermano lo mataba en un sucio sótano.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir- pausó- tendría que haber muerto en otras condiciones.

-¿Cómo preferirías morir tú?- dije.

-Viendo el amanecer por útima vez- pausó- lo que me recordaría que alguna vez fui humano.

-¿El amanecer?

-Era el mismo sol que salía cuando era humano- pausó- no creo que lo entiendas.

Natalia interrumpió nuestra conversación privada, aún que no era muy privada estando en la cafetería del colegio con todos escuchando.

-¿Os pasa algo?- dijo- desde que...

-No hables- la interrumpí.

Me miró con odio con tanto odio que vi como sus ojos se prendían fuego. Tantas miradas desafiantes que no nos dimos cuenta de que Steven se había ido hace ya rato.

Lo busqué para pedirle perdón pero no lo encontraba por ninguna parte, la última vez que pasó eso, estaba secuestrado por mi madre la loca que aún ni se lo que quería.

Sin rendirme seguí buscando, llegué a mi casa cansada de buscar por todas partes. Había una carta en el suelo con un sello rojo en que ponía una calavera.

Tengo a tu novio, si quieres verlo con vida ven a su casa a las siete y media”

No aguantaba mas por saber quien era el que tenía a Steven para arrancarle su preciosa cabeza del cuerpo.

Llegaron las siete y media y fui volando a su casa, literalmente.

-¿Hola?- dije mientras abría la puerta.

-Cuanto tiempo- dijo una voz de mujer tras mio.

-¿Serena? ¿Blena? ¿Elena?- las nombré mientras iban apareciendo una por una.

-¿Nos extrañaste?

Avancé para acercarme un poco mas a un trozo de madera que estaba en suelo.

-Un paso mas y tu novio se queda sin cabeza.

Retrocedí al lugar en el que estaba mientras veía a Steven atado a una silla en la puerta de atrás de ellas.

-¿Qué quieren?- dije.

-¿No es obvio?- pausó- tu magia.

Vi como Steven me miraba con duda y a la vez con odio, sentí como su corazón se partía en mil pedazos.

-Ya te dije que no soy esa bruja a la que buscan.

-Ni te atrevas a mentirme- aclaró.

En un momento de distracción agarré la madera y se la tiré a Serena clavándosela en el corazón y seguidamente agarré dos mas y se las clavé a Blena y Elena.

-¿Estás bien?- dije mientras le desataba.

-Ya es tarde- una lágrima calló de su ojo.

-¿A qué te refieres?

-Me inyectaron un virus que mata a los vampiros en menos de ocho oras- pausó- ellas tenían la cura. Al menos la tenían.

-Lo siento- pausé- es todo mi culpa.

Recuerdos del único amor I: HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora