Capitulo 8

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Sam había desaparecido otra vez, tenía miedo a lo que pudiera hacer la próxima vez que me lo encuentre, tal vez le haga daño a Steven o a mi familia, es decir, sabía mi secreto. Fui directo hacia la escuela observando todos los lugares por si apareciera, cuando vi un coche a punto de atropellar a una mujer, no tuve mas remedio que usar un hechizo y salvarla, la transporté al otro lado de la calle, observé a los lados por si mi me había visto alguien y ahí estaba Steven, vi como me miraba, me miraba con desprecio y con un gesto de odio en sus ojos.

-Te lo puedo explicar- le dije cuando pude alcanzarle.

-¿Explicar?- gritó-¡eres una bruja! Y lo peor de todo es que no me lo dijiste.

-Te lo iba a decir, pero tenía miedo...

-¿A qué?- me interrumpió.

-A que me mires de esa forma- hizo un gesto de pregunta- con desprecio, como si no me conocieras.

-¿Cómo quieres que te mire, después de haberme ocultado esto durante todo este tiempo?

-No pude, pensé que no me ibas a aceptar- cayeron lágrimas de mis ojos mientras me las limpiaba.

Steven no cambió su gesto de desprecio y siguió andando ignorándome como si no me conociera y me odiara, como si no fuera yo misma.

No dejaba de pensar que el me odiaba por no habérselo contado y a la vez también me odiaba yo a mi misma por haberle ocultado tal cosa mientras él no me ocultaba nada. Tuve sueño y sin más cerré los ojos, al abrirlos estaba atada de pies y manos, las manos atadas con cadenas, con los brazos estirados en forma de cruz e incluso con un pañuelo en mi boca evitando que hable.

-¿Qué es esto?- pensé para mi misma.

-Por fin despertaste- oí la voz de Steven tras mio.

No me creía que Steven me hubiera echo esto después de todo lo que habíamos pasado. Steven sacó el pañuelo bruscamente de mi boca y con gesto de asco.

-¿Qué haces Steven?- dije mientras lo miraba con decepción.

-Me mentiste y debes pagar por ello- pausó mientras observaba la navaja que tenía en la mano- yo te amaba y me traicionaste.

-Lo siento Steven, te juro que si pudiera volver atrás lo cambiaría.

-Pero no puedes- interrumpió.

Steven pasó su navaja por mi muñeca haciendo un corte limpio y cortando mis venas, dejando que sangren y depositando la sangre en unos depósitos de vidrio bajo mis brazos. Intenté aguantar el dolor, sin gritar por miedo a que alguien escuchara e hicieran daño a Steven. Entonces volvió a cortar pero esta vez del otro brazo y mas profundo, caía tanta sangre que con tan solo ese corte lleno medio depósito, pero seguí aguantando por protegerle.

Recuerdos del único amor I: HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora