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P I L O T
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Apoyada de espaldas en uno de los árboles, la castaña fulminó con la mirada a su peor enemiga; Yelany, quién se acercaba a ella con una sonrisa divina y mirándola con superioridad. Instantáneamente, Shailene hizo una mueca de asco, como si ver a aquella idiota le hiciera tener arcadas.
En realidad no se acercaba a ella, sino que se dirigía a una de las fuentes para rellenar el cubo que llevaba en su mano derecha. Al pasar por su lado, la rubia miró de reojo a la castaña, quien no apartaba la mirada en ella.
—¿Qué? ¿Ya te cansaste de ayudar? —espetó Yelany con diversión, intentando reírse de Shailene al burlarse de ella.
Pero la joven no se inmutó, ni siquiera reaccionó a su comentario. Tan solo recompuso la postura para dejar de apoyarse en el árbol, cruzarse de brazos y mirar a Yelany con una ceja alzada.
—Estoy en mi descanso. Llevo trabajando desde la mañana sin parar, algo que deberías haber hecho tú también. En vez de tirarte a Malex —murmuró eso último, intentando que la rubia no la escuchara, lográndolo en el intento.
Mientras Shailene había dicho esto, la rubia ya se había acercado lo suficientemente a la fuente para dejar llenar el cubo mientras miraba con aburrimiento a la castaña.
—No hace falta que mientas, Shailene. Sé que tu descanso ya pasó hace más de media hora. Creo que te pasa algo más... —sonrió con malicia, haciendo que la otra bufara con desagrado.
—No empieces...
—Déjame pensar... —murmuró, interrumpiéndola. Miró hacia arriba, intentando recordar algo. Hasta que finalmente, chasqueó los dedos y miró a Shailene con los ojos bien abiertos—. ¡Ya sé! —se acercó a ella. Tanto, que incluso la castaña tuvo que inclinarse hacia atrás con asco. Entonces murmuró—. La muerte de tus padres.
Cuatro años. Habían pasado cuatro años desde que los padres de Shailene habían muerto. Nadie supo nunca como, cuándo y por qué. Solamente que desaparecieron de la nada, dejando desolada a una joven menor de edad. La castaña lo pasó tan mal, que todo en ella cambió radicalmente.
Odiaba que las personas hablaran de aquel tema, sobretodo los de su edad —incluida Yelany—, que tendían a burlarse de eso, diciendo que seguramente sus padres habían acabado suicidándose para no tener que aguantar más a su estúpida niñita.
Obvio era que Shailene no iba a quedarse de brazos cruzados; ya causó más de una pelea, y no le importaba nada, volver a causar otra en ese momento. Incluso ya era una de las más conocidas en todo su clan.
