En el Campamento de Antor, Sardoc había tomado dominio. Habían sentido el sismo y el viento. Pero además de colisiones entre los vehículos, había habido pocos daños. También la tormenta había llegado a ellos, pero habían podido refugiarse. Las bajas eran relativamente pocas.
Sardoc hizo una señal envolvente con la mano. Estaba de pie, en la parte trasera de un vehículo blindado liviano de tracción. Los otros vehículos rodearon el campamento. Sardoc, bajó del suyo. Era un hombre sumamente grande. Velludo. De piel tostada por el sol. Su cara, aunque semi oculta, mostraba ferocidad. Sus ojos eran gatunos. Tenía gestos de animal rabioso. Le surcaba la cara una cicatriz, producto de un encuentro con los Guerreros de la Luz. Era un asesino vengativo y veloz. Estratega al máximo. Utilizaba sus recursos eficientemente.
Era sumamente supersticioso. Realmente la cultura de las sombras se basaba en sus supersticiones acerca de lo que no podían explicar. El estaba convencido, de que los antiguos lo habían elegido para gobernar el universo. Uno de sus antepasados había echo un pacto que acabaría con la luz. Pero no sabía en qué consistía, tenía que saber lo de la profecía que decían los brujos que sabían los magos de Itos. Eso le abriría el camino para saber lo del pacto. La bruja Livian había ocultado bien su secreto. Sabía que las mujeres eran la clave. Ellas tenían que ver con el Destructor. Pero no confiaba en las versiones que sus hombres le habían arrancado, con torturas, a los brujos de Itos. La bruja que tal vez hablaría era esa Kaiat, ya le había dicho algo. Pero había escapado junto con el otro, tal vez ese era mejor fuente.
§ Que se ubiquen las tropas – Ordenó
Sus hombres obligaron a Antor a arrodillarse
§ Tienes a la bruja y a las mujeres? – Preguntó amenazante
§ No mi Señor, el Klutka explotó y acabó con mi tropa, apenas los que estamos aquí pudimos sobrevivir. – dijo suplicante Antor
Sardoc, se estremeció de ira y le propinó una patada en el estómago.
§ Has que curen a esa basura y llama al Hechicero. – Le dijo a otro de sus hombres
En el cráter, Hail ya casi no tenía fuerza. Algunas cuevas se habían derrumbado, por lo que tuvo que subir a la cima y bajar al otro lado. Solo Chia lo había mantenido despierto. Sus brazos sangraban. Tosía sangre. Le dolían las piernas, los testículos, todo su vientre. Llegó a la cascada y metió su cabeza en el agua fría, en un intento por despabilarse, para poder subir a su escondite. Sabía que no había nadie. Un hijo... que diferente era a como siempre imaginó... Pensaba, respirando fuerte... Yax siempre pensé que yo sería tuyo y tú serías la madre de mis hijos... Hizo una mueca como sonrisa. Debo llegar... se apuró. Chía vigilaba. A decir, verdad todos los animales vigilaban. Hasta las plantas parecían enviar su fuerza vital a Hail, para que llegara a la cueva. Poco a poco subió. A gatas. Llegó a la entrada y por fin estuvo dentro. Con apenas fuerza, se arrastró a la estancia donde estaban ubicados los íconos. Tocó el de la escuela de Magnos y dijo:
§ Hail de Dragón ...
Con dificultad se sentó al lado de los implementos médicos. Estaba sudoroso y jadeaba. Salían hilos de sangre de su boca, cabeza y brazos. Una imagen se formó frente a el. El Maestro Támises de Magnos, le hablaba.
§ Hail, doy gracias al Universo porque estas vivo. Debes seguir mis instrucciones al pie de la letra. Busca a tu alrededor un cofre blanco con el símbolo de Magnos. Coloca tu mano sobre el símbolo. Esto tomará tus signos vitales y podremos darte las indicaciones para ayudarte...
Hail, con esfuerzo, vio el cofre junto a lo que parecía un féretro de cristal. Una vez había intentado saber que era sin éxito. Tal vez lo utilizaría para morir en paz. Pensó. No, no puedo morir ahora... Alcanzó el cofre y siguió las indicaciones... La imagen respondió:
ESTÁS LEYENDO
Albion
Science FictionLa Federación Interplanetaria, que protege las formas de vida humanoide, plantó la vida en aquel planeta. Pero entre sus reglas está el que cada planeta debe generar su propia cultura. Su propia decisión, su propia estructura social de acuerdo a los...