Hace mucho tiempo....

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Han pasado 2 años y no los he encontrado – pensó Glen – Y tu pensaste que me habías fallado hijo. Cuanto no te he fallado yo?...

Pensó en los eventos de aquel día. Cuando comenzaron los temblores, la tribu de Sardoc, pensó nuevamente en la ira del klutka y salieron abandonando a todos los que estaban allí. Como sabían que estaban los jitrios por donde llegaron intentaron escapar por otro de los pasajes. Ellos encontraron la caravana con las mujeres. La madre de los hijos de Hail y la anciana. Los de la luz intentaron protegerlas y perdieron sus vidas. Las unidades aéreas apenas pudieron salir del cráter y luego fue el gran estallido del volcán.

Los de la luz que pudieron sobrevivir fueron rescatados, trajeron las muestras de lo que encontraron. El Guerrero que tocó a Hail, apenas pudo vivir, las quemaduras fueron extensas, pero trajo en lo que quedaba de su mano muestras de la ropa de Hail... con su sangre...

Glen entraba al edificio proveniente de las salas de despegue de los rastreadores aéreos. Larius lo había mandado a buscar. Había intentado rastrear las señales vitales de la madre de los hijos de Hail desde el estallido del volcán. Ahora sabían mas de muchas cosas. Sabían como habían intoxicado a Hail, que tipo de energía había liberado, cuales fueron los cambios en su cuerpo aunque los efectos que tenían estos cambios, además de los vistos que no eran poca cosa, no fueron conocidos pues el había muerto. Hail había muerto, dolía igual, se sentía igual que el día que ocurrió...

§  Sabemos ya donde esta Sardoc. Comenzaremos a insertar a alguien cerca de él... - Dijo Larius. Glen cerró los ojos con la esperanza de cumplir su promesa.

§  Cuando iré a buscarlos? – Preguntó Glen cabizbajo

Todos en la familia habían recibido el golpe. La tristeza no había cesado. Explicarle a sus otros hijos fue lo más duro que había hecho. Pero ellos habían estado allí y tampoco pudieron hacer nada. Aivi apenas habló durante meses, las ondas mentales de Hail le habían dejado un gran desequilibrio del que pudo escapar gracias a la intervención de los Jerarcas, al igual que Oliv. Él, Glen, solo accionaba intentando buscar a los hijos de Hail, lo que se había convertido casi totalmente en su propósito de vida.

§  Lo decides tú. Deberás estar lo mas cerca posible de los niños para cuando se tenga acceso a ellos. La vigilancia es extrema y si saben que los queremos podrían matarlos. No sabemos bien qué saben aún. Tendremos que ser cuidadosos para rescatarlos. Solo eso podemos hacer por tu hijo – Dijo Larius tocando su hombro.

Desde los eventos del volcán, Larius había tenido que llevar la tiara que le permitía mantener el equilibrio de su energía mental. Parecía que se había incrementado, pero sin la tiara percibía dolor, no de él, de alguien. No era de Hail, él había muerto. Era dolor, cansancio, tristeza, una profunda tristeza. Pensaba que era de las sombras, o de alguna parte de ellas. Esa sensación no le permitía ver otra cosa. Por eso usaba la tiara. Aislaba esta sensación y podía continuar viviendo. Pero estaba consiente de que estaba allí. A Aivi y Oliv tuvieron que bloquearlos para permitir el equilibrio. Costo mucho, pero ellos no estuvieron tan cerca de la energía de Hail. No sanarían jamás pero habían disminuido el daño al mínimo. Le dolía pensar que tal vez había pasado lo mejor. No se borraba de su mente el recuerdo de aquellos ojos buenos del niño que llevó a la cueva, tampoco de lo letal de su existencia.

La erupción volcánica produjo corrientes de lava que cayeron al mar en oleadas explosivas que tapiaron la pirámide sepultándola en montañas de cenizas ardientes y rocas derretidas. Las señales radiales cesaron cuando inició la tormenta eléctrica que acompañó a la erupción. Flujos piroclásticos barrieron con las dunas cercanas. Proyectiles basálticos cayeron a cientos de kilómetros del foco eruptivo y la onda de expansión de la supercaldera que se formó con la remisión del techo del domo dio varias vueltas al planeta junto con las cenizas producidas por la explosión. Sin embargo, las placas tectónicas continuas a la falla, apenas se movieron. De alguna manera se mantuvo el equilibrio que impidió un cataclismo planetario. Sin embargo, la caldera caliente aún rugía, aún mantenía el vapor encima de ella, explotaba, se retorcía, bramaba, el Klutka no había vuelto a dormir...

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