Capítulo 4.

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El timbre no fue vuelto a tocar, y Taemin imaginó que Min Ho se había ido sin siquiera insistir, y una parte de él se sentía tranquila por eso, mientras que otra estaba molesta, pero no podía pedir que el chico incluso se humillara por él.

Tuvo que obligarse a no ir y abrir la puerta otra vez, o no acercarse a la ventana porque no quería llevarse la decepción de saber que Min Ho se había ido, o quizás de encontrarlo ahí, aunque lo dudaba, si fuera él, no se habría quedado afuera de una puerta que le fue cerrada, dejando claro el rechazo que estuvo haciendo.

Cuando la puerta de la casa se abrió pudo escuchar la voz de su madre y aquello lo tranquilizó un poco, quizás si se entretenía alrededor de ella iba a dejar de pensar en lo que había hecho, sin embargo, todo su cuerpo se congeló cuando la vio no entrar sola, sino que a su lado estaba Min Ho, porque después de todo, no se había ido a pesar de que él le cerró la puerta sin darle ninguna explicación.

—Taemin —la voz de su madre parecía sorprendida cuando lo vio —pensé que no estabas en casa.

La mirada de Taemin pasó de su madre a Min Ho, luchando por no dejar salir la pregunta con respecto a si ella se lo había encontrado en la calle de casualidad y, conociendo al chico, éste se ofreció a ayudarla con las compras que podía notar que llevaba o, si lo encontró afuera de la casa.

—Ayuda a Min Ho con las bolsas.

Su madre pasó a su lado, y le pareció notar en ella esa mirada que le exigía una explicación, como cuando era pequeño y cometía una travesura que intentaba ocultar, sólo que ahora ya no tenía cinco años, y a su parecer, no había hecho nada malo, quizás esa era su manera de decirle a Min Ho que debía de buscar a alguien mejor que él.

—Y-Yo...

—Dame las bolsas.

La voz de Taemin sonó tan fría que Min Ho no tuvo más opción que obedecer, preguntándose a sí mismo de si lo que hacía estaba bien, de haber aceptado entrar o no irse, quedándose en porche mientras esperaba que la puerta se abriera otra vez y que sus regalos de cumpleaños fueran aceptados, no estaba pidiendo más, pero parecía que ese no había sido un buen día para el chico que le gustaba.

—Se-Señora Lee —habló fuerte para que ella pudiera escucharlo en la cocina —yo me tengo... que ir.

Min Ho se acercó a la mesita de centro y dejó la caja de chocolates junto al ramo de rosas, esperaba que a pesar de que no le había dado la flor en las manos, Taemin la aceptara, o tendría que empezar otra vez, pero no iba a rendirse, a menos que el chico le dijera que no quería nada con él, que sólo perdía el tiempo, y eso significaba que debía dejarlo en paz.

—¿Por qué? —la señora Lee volvió a la sala de estar —pensé que podrías quedarte a comer con nosotros.

La mirada de Min Ho se posó en Taemin, quien estaba con los brazos cruzados, apoyado en el marco de la cocina, y luego volvió su atención a la mamá de éste, sonriéndole como si le dijera que todo estaba bien.

—Debo irme.

—Si es por culpa de Taemin, voy a castigarlo por ser un niño malo.

—¡No!

Min Ho sintió sus mejillas calentarse por haber gritado, y más al notar la mirada sorprendida de la mujer, pero su intención no había sido parecer irrespetuoso, sólo no quería que sus acciones pudieran traerle problemas a Taemin.

—Ta-Taemin no... tiene culpa.

—Entonces quédate a comer con nosotros.

La mamá de Taemin sabía quién era Min Ho, y así no hubiera conocido su rostro, creía que con verlo con aquel ramo de rosas dejaba bastante claro que era el chico que tenía su casa llena de flores, y no estaba segura de qué estaba pasando, pero ya luego su hijo iba a tener que explicarle acerca de eso.

—Yo... debo irme.

—Quédate.

Tanto la señora Lee como Min Ho estaban sorprendidos de que fuera Taemin quien le dijera que se quedara, haciendo dudar un poco antes de aceptar hacerlo, ya que no sabía si era lo correcto; lo último que quería hacer era ser odiado por el chico que le gustaba.

—No quisiera molestar.

—No eres ninguna molestia.

La señora Lee llevó a Min Ho con ella a la cocina, y Taemin quiso bufar en ese momento, porque tal vez su intervención había sido innecesaria, y él mismo no estaba seguro de haber apoyado a su madre cuando estaba insistiendo para que el joven se quedara.

Los siguió de cerca, deteniéndose en el marco de la puerta de la cocina y observando como su madre y Min Ho sonreían por algo que él no entendía, y repentinamente había empezado a sentirse otra vez molesto, ¿él sonreía de esa manera con todos?

—Taemin —tuvo la mirada de su madre sobre él —olvidé comprar pimienta para la carne, necesito que vayas por ella.

Taemin frunció el ceño un poco confundido por aquella petición repentina de su madre, dispuesto a negarse porque no quería salir a comprar.

—Min Ho, ¿podrías acompañarlo?, no creo que sea divertido verme cocinar.

Min Ho posó su mirada en Taemin, notando como éste fruncía el ceño y que para él fue como si le dijeran que al chico no le gustaba la idea, pensando que tal vez lo mejor era despedirse.

La señora Lee realmente no les dio tiempo de pensarlo, porque ella había llevado a su propio hijo y a Min Ho afuera de la casa, cerrando la puerta antes de que Taemin pudiera decir algo al respecto, aunque los dos estaban demasiados sorprendidos como para quejarse por haber sido sacados de la manera que la mujer lo hizo.

Taemin guardó las manos en sus bolsillos y regresó su mirada al chico a su lado, quien no se había movido ningún centímetro de donde fue dejado; no podía decir que estaba cómodo con todo eso, y su mamá tendría que decirle luego sobre la razón de actuar de esa manera con ellos, porque primero había invitado a Min Ho a la casa, y ahora los envió juntos a que compraran ¿pimienta?, ni siquiera le parecía algo creíble.

—Vamos —dijo Taemin como si toda aquella situación no le afectara.

Min Ho lo siguió en silencio, pensando que tal vez lo mejor era irse en ese momento, ya que parecía que Taemin no estaba muy cómodo con él, y a pesar de que fue el chico quien le pidió que se quedara a comer con ellos luego de las insistencias de la señora Lee, creía que sólo era por ella, ya que en ese día sólo estaba siendo una molestia para él.

—T-Taemin... irme... ahora.

Taemin detuvo sus pasos, volviendo su mirada sobre su hombro, ya que Min Ho estaba caminando detrás de él, notando como éste miraba al suelo todo el tiempo, y se maldijo mentalmente por lo siguiente que iba a decir, porque tal vez lo mejor era dejarlo ir.

—Tu mochila está en mi casa.

Min Ho levantó la mirada del suelo y abrió su boca sin emitir ningún segundo, parecía que incluso lo estaba pensando lo que iba a decir, y Taemin sólo se encogió de hombros comenzando a caminar otra vez, intentando no mirar hacia atrás, ni darle ninguna esperanza al chico, porque cuando cerró la puerta de su casa en ese día, estaba completamente convencido de que lo mejor era que no hubiera nada entre ellos.

Realmente no hubo demasiado de intercambio de palabras, fue más bien caminar uno al lado del otro, comprar y repetir todo de regreso, eso hasta que Min Ho tomó la mano de Taemin para que se detuviera, mirando como éste parecía confundido.

—Taemin... —dijo mirándolo a los ojos —¿enojado...? —Min Ho frunció el ceño —¿t-tú... e-estás... conmigo...?

Por la manera que no sólo el ceño de Min Ho se frunció, sino también sus labios, sabía que el chico estaba molesto con sí mismo por no poder expresarse correctamente, haciendo que Taemin se sintiera igual por cómo se había comportado en ese día, ya que no había sido la mejor manera, sólo no fue un buen día, en el que todo la había molestado, incluso que recibir aquella flor diaria, o ver a su pretendiente junto a Ki Bum.

Recordaba las palabras de su mamá diciéndole que si Min Ho no le gustaba lo mejor era que se lo dijera, pero aquello se volvió un susurro que fue apagándose cada vez más cuando no quiso pensar las cosas, soltándose de su pretendiente y tomó su rostro entre sus manos, y fue un movimiento rápido en el que sus labios a penas y se rozaron antes de que Taemin se alejara y comenzara a caminar hacia su casa, porque eso había sido una locura, sólo un impulso que no pudo controlar.

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