Allí dentro estaba todo el equipo, al parecer me estaban esperando. Castiel estaba parado y todos estaban sentados a su alrededor. Cuando abrí la puerta todas las miradas se posaron en mí, pero no eran miradas de ternura y compasión, eran más bien de rencor. Era lo que me faltaba, que todo el club me detestara. Bajé la vista, mientras algunos comenzaban a hablar sobre mí, mejor dicho solamente uno comenzó a hablar, casualmente era uno de los peores jugadores, seguramente estaba enojado porque yo era mejor que él, es decir que una chica era mejor que un chico jugando a un deporte, cosa que él no quería creer. Iba a responderle, pero algo me ganó de mano, mejor dicho alguien. Castiel le pegó un pelotazo en la cabeza.
-¡Todos ustedes cállense! Si serán… ¡Ni se les ocurra decir nada sobre Hikaru! Ella sigue siendo la misma persona, no importa si es una mujer o un hombre… además ella es la jugadora más importante del equipo… Ella no hizo nada malo… ¡Piensen un poco antes de hablar!...- todos se quedaron en silencio -¡Ahora a correr!- le sonreí a Castiel y él me la devolvió, pero fue una media sonrisa.
Corría sola, me daba pena que antes siempre estaba hablando con todos, pero en ese momento estaba completamente sola. Suspiré, no me gustaba estar así. Pensé que sería así, pero, por suerte, solo fue mi pensamiento. Sentí que alguien me tomaba por los hombros. Me volteé era uno de mis compañeros. Me sonreía. Mis compañeros comenzaron a acercarse a mí. Uno de ellos revolvió mi cabello.
-¡Cuidado que me despeinas!- le dije sarcásticamente, la verdad no me molestaba eso, pero quería bromear.
-Hay perdón, la chica se despeina- comencé a despeinarlo yo –bueno, bueno- me reí.
-A ti también me molesta… pero a mí no, fue solamente una broma-
-¡Dejen de hablar y corran!- nos gritó Castiel.
-¡Claro eso lo dices porque no corres!- todos rieron. Él me miró de manera aterradora pero se lo tomó bien, sabía que estaba bromeando. Conversaba con ellos, me divertí bastante, estaba feliz porque todo había vuelto a la normalidad, o casi a la normalidad, lo bueno era que las cosas con mis compañeros se habían solucionado. Castiel tomó las pelotas, se subió a las gradas. Todos sospechábamos que algo iba a suceder, pero preferimos no darle tanta importancia, aunque ese fue un grave error. Nosotros seguimos corriendo como si nada sucediera hasta que uno de nuestros compañeros cayó al suelo, nos frenamos de repente. Vimos una pelota rodando por allí. Nos volteamos a ver al pelirrojo. Tenía las bolas en sus manos y nos miraba con una cara asesina. Empezó a tirarlas contra nosotros.
-¡Les dije que no hablaran!-
-¡Maldito tenido vengativo!- esquivamos las pelotas, pero fue difícil, las tiraba con fuerza y puntería -¡Oigan! No nos quedemos atrás, tomemos las pelotas y se las devolvemos- sugerí. Todos me hicieron caso, así comenzamos una guerra dolorosa y, de alguna manera, pusimos reglas, el que era golpeado salía y alcanzaba pelotas. Bueno digamos que se convirtió en un juego parecido al matador o a los quemados. Castiel las esquivaba con facilidad, bueno yo también. Finalmente quedamos nosotros dos. Cada uno con una en sus manos. Nos mirábamos de manera desafiante, solo uno quedaría en pie. Los chicos gritaban mi nombre, querían que yo ganara en lugar del capitán. Yo le sonreía de manera superior y él me miraba de la misma manera. Nos quedamos solamente mirándonos, esperando a que el otro tirara la pelota, unos minutos. Desvié mi mirada y vi que a mi costado había más bolas, así que decidí lanzarla yo primero. Él la esquivó, pero mi velocidad fue superior, llegué a tomar otra y lanzársela, entonces al esquivar una la otra lo golpeó y justo en la cabeza. Por suerte no se cayó y no se lastimo. Los chicos se acercaron a mí.
-¡Bien Hikaru, ganaste!-
-¿Dudaron de mí alguna vez?- me reí. El pelirrojo bajó y se unió a nosotros, no aceptó el hecho de haber perdido.
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¡¿Cómo terminé aquí?! (Fanfict Corazón de Melón)
FanfictionAllí me encontraba. Mi largo cabello estaba corto. Mis delicadas y largas uñas, las cuales siempre llevaba pintadas de hermosos colores, cortas e incoloras. Mi pecho, vendado. Ya no podía mostrar mis piernas. Tenía un pantalón largo, el cual me resu...