III

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Mi amor, ¿En dónde estarás?

—Es... P-perdí al amor de mi vida.

—¿Cuál es su nombre?

Frank Iero.

Nos quedamos en silencio un rato.

—Tenía entendido que estás casado.

—Así es.

—Entonces, ¿Frank fué antes o después de tu esposo?

—Esposa, su nombre es Lindsey, y antes, por supuesto.

—¿Y qué pasó Gerard? ¿Por qué ella y no él?

—Porque no tuve el valor de luchar contra todo por él.

—Cuéntame, Gerard, por favor.

Respiré profundamente antes de comenzar con mi relato, le conté todo, desde cómo lo conocí hasta que todo terminó.

—Entonces me casé con Lindsey, y lo dejé a él, nos mudamos aquí, a California y un año después tuvimos a Bandit, siempre decíamos que el primer año era el más difícil pero todos lo han sido, Bandit alegró por un tiempo nuestras vidas pero no hemos podido ganar todas las batallas, mi niña es lo que me mantiene con vida además de unido con Lindsey.

—¿Y cómo te sientes con respecto a Frank?

—Completamente destrozado, y no imagino cómo debió de haberse sentido él, él estaba dispuesto a todo, me lo entregó todo y yo fuí un cobarde, él confió en mí, y siento un inmenso vacío en mi pecho desde que lo ví por última vez, y no sé cómo encontrarlo, o siquiera si él quiere volverme a ver.

—¿Sientes que le debes una explicación después de lo que pasó?

—Sí...— no me había dado cuenta que había empezado a llorar, probablemente desde hace un tiempo, tomé un pañuelo del escritorio de  Sarah.

—¿Y por qué no le escribes una carta?

—No sé a dónde enviársela.

—Aunque sea para que te desahogues, para que le digas lo que sientes.

—¿Cree que vaya a funcionar?

—Habrá que intentarlo.

Le dí las gracias a Sarah y ella me regaló una hermosa sonrisa, me acompañó a la sala dónde estaba su secretaria y me dispuse a pagar, nos habíamos pasado del tiempo que tenía asignado para mí y habían unos cuantos pacientes esperando afuera, no pude evitar sentirme avergonzado.

Cuándo le tendí la tarjeta de crédito a su secretaria, Sarah la devolvió en mi dirección, dijo que la primera sesión iba por su cuenta, también dijo que había sido un gusto ayudarme y entró con el siguiente paciente.

Eran al rededor de las 3:27 y no quería volver a casa aún. Quería café.

Me dispuse a buscar un Starbucks para pasar la tarde, recordé uno que quedaba un poco lejos pero valía la pena, y empecé a caminar.

Pensé en la opción que Sarah me había propuesto, lo de la carta, y no me parecía tan mala idea, la empecé y volví a empezar varias veces en mi mente, y me dí cuenta que  en realidad no sabía cómo, también me pregunté: ¿Qué habrá sido del él cuando me fuí? ¿Qué hizo? ¿Dónde estarás, amor mío? Ya no quería pensar tanto en él, así que saqué mi celular con mis audífonos y le puse play a la música sólo para distraerme.

*

En una media hora llegué a mi destino, entré, pedí mi café y me senté en una mesa encendiendo un cigarrillo y quitándome los audífonos de un tirón causando que me lastimara, —mierda— dije para mis adentros.

Empezó a llover, al principio no mucho, pero al cabo de un tiempo las gotas caían con más velocidad y fuerza.

También pensé en mi hermano, entonces recordé la tarea que Sarah me había dejado.

Busqué entre mis contactos a Mikey, y lo encontré, pensé dos veces antes de oprimir el botón verde en la pantalla para llamarlo, hace un año que no sabía nada de él.

Al final lo hice.

—El número que usted marcó, ha cambiado, o...— sonó la contestadora.

Quité el aparato de mi oído, colgué y lo dejé sobre la mesa.

Mikey, Mikey, Mikey...

Mi hermanito, ¿Qué le habrá pasado?

Le llamé a Kristin, su esposa, para pedirle su número y me lo mandó de inmediato.

—Se alegrará de escucharte Gee, adiós.

—Adiós, Kristin.— colgué.

Siempre habíamos tenido una buena relación con la esposa de mi hermano, era una mujer bastante dulce, él sí se quedó con el amor de su vida.

Eliminé el otro número y agendé el nuevo, hecho ésto marqué.

—¿Hola?— su voz no había cambiado.

—H-hola Mikes... Soy...

—¿Gerard? ¡Gerard! ¡Hermano! Hola, ¿Cómo estás?

—Mikey, yo... Bien— mentí —¿Y ustedes?

—De maravilla, es magnífico volver a escucharte, Gee... ¿Seguro que va todo bien?

—C-claro, sólo... No habíamos hablado desde hace mucho.

—Muchísimo, promete que no lo haremos de nuevo.— dijo como cuándo éramos pequeños; me reí por primera vez en el día.

—Lo prometo hermanito, y tú promete que si cambias tu teléfono me llames de inmediato, casi me provocas un infarto.— bromeé.

—Lo prometo.

Hablamos de todo lo que había pasado, me abstuve de contarle mis penas, no quería preocuparlo y arruinar su felicidad, él me contó que estaban esperando otro hijo con Kristin, y me alegré bastante. Pasamos horas hablando.

—Bueno hermano, tengo que irme, Kristin me matará si no bajo a cenar.

—Claro Mikes...

—Te hablo mañana, adiós.

—Adios...— colgué.

Sí que fué una buena idea llamar a mi hermano, definitivamente me alegró el día.

Le dí las gracias internamente a Sarah y salí del local.

Caminé a casa, en realidad el auto estaba en la cochera de la casa, pero siempre preferí caminar, además de disminuir la contaminación ambiental tenía tiempo para mí mismo, hacía ejercicio y me gustaba caminar, que creo es la razón principal.

Cuándo llegué, al abrir la puerta encontré una imagen que amé, a mi esposa sentada en la alfombra de la sala jugando con mi hija.

La saludé con un beso.

—¿Y? ¿Qué tal la terapia?

—Creo que servirá.

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Perdón por no actualizar ayer :(

Nos vemos al rato💗

Xo, V.

Somebody Else ♥ <Frerard> TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora