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– ¿Hablas de... ahora mismo? – preguntó Juliana casi en un susurro. Valentina asintió – ¿Y qué cambiaría? –

– Podrías intentarlo, o descubrirlo – respondió suavemente – en algún momento tendrás que hacerlo, al menos ahora no estás sola – se encogió de hombros mirando su perfil – podríamos hacerlo juntas – Juliana suspiró indecisa.

– Cuando Luis murió sentí cómo mi mundo se caía a pedazos – susurró casi inaudible – Sergio bebía hasta desmayarse, yo lloraba hasta quedarme dormida. Nunca compartí mi dolor con nadie, nadie en la firma sabe que tengo un hijo a excepción de tu padre y Johnny –sintió otra lágrima caer – y Johnny lo sabe porque Sergio es su primo – Valentina ladeó su cabeza – pero me siento egoísta, sabes. Solo he hablado de mí – la miró, conectando sus ojos con los de ella – cuando pasó lo de tu ex novio... ¿No te sentiste sola? – Valentina sonrió un poco – ¿Por qué sonríes? No lo entiendo – susurró sinceramente.

– No tienes que entenderlo – respondió sin dejar de sonreír – sin embargo puedes intentar hacerlo también. Me gustan tus ojeras, podrían significar noches riendo, pero no – Juliana la miraba sin comprender sus palabras – pasa lo mismo con mi sonrisa, en este caso –

– ¿Sonríes aunque sientas dolor? – Valentina asintió – ¿Por qué lo haces? ¿No es mentir eso? – preguntó abrazando un poco a Mapache.

– Es más fácil que explicar por qué siento dolor ¿O no lo crees así, señorita tengo un pasado doloroso que nadie sabe? – preguntó en una pequeña risa sarcástica. Juliana puso sus ojos en blanco – lo escondiste muy bien –

– No quería la lastima de nadie, ya te lo dije – respondió sin darle importancia.

– Y no te juzgo, yo tampoco la quería – dijo sinceramente – es por eso que sonrío, de hecho me gusta hacerlo, es como si nada pudiera hacerme daño de nuevo, porque siempre tendré una razón para sonreír. Tú, de ahora en adelante, por ejemplo – las mejillas de Juliana se ruborizaron otra vez, agradecida de que no se notara por la poca luz.

– ¿Entonces dices que tengo razones para sonreír aunque mi hijo haya muerto? – preguntó lentamente. Valentina hizo un gesto.

– Pues si lo dices así no suena muy bonito – respondió.

– Pero es así – afirmó Juliana en un suspiro mientras tomaba la pata del oso – ¿Sabes qué? Tienes razón – dijo levantándose de la cama – Luis murió, pero yo no tengo que morir también – su voz se apagaba con cada palabra que decía – yo amo a mi niño – miró a Valentina con sus ojos cristalizados – pero eso no hará que vuelva – le dijo comenzando a caminar hacia la habitación de Luis. Valentina rápidamente se levantó a seguirla, debía aprovechar ese momento para ayudarla.

Juliana se detuvo frente a la puerta de la habitación con sus ojos cerrados. Valentina pudo escuchar otro suspiro.

– Solía encerrarse en su habitación cuando lo regañaba por cualquier razón – recordó con una sonrisa – aunque prefiero el término "educar". Jamás le grité – Valentina asintió mientras se acercaba a ella – lo extraño tanto –

– Lo sé – respondió Valentina suavemente – sin embargo, no debes extrañarlo de una mala manera – Juliana abrió sus ojos para dirigirlos a ella – lo recuerdas como tu hijo, el cual murió –

– Porque es la verdad... – Valentina negó con su cabeza.

– Quizá si lo recordaras como tu hijo, el cual vivió sus mejores años contigo – se encogió de hombros – quizá sí recordaras a Luis como el niño que te hizo feliz por casi cuatro años, en lugar de recordarlo como el niño que murió provocando la infelicidad por el resto de tu vida, dolería un poco menos – Juliana ladeó su cabeza – tu hijo es un antes y después en tu vida, lo entiendo. Sé que duele, Juliana, pero él ya no siente dolor, en cambio tú sí –

Paper Hearts  (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora