Capítulo 6

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Ambas salían de aquel edificio; la castaña no tenía buen aspecto, su rostro lo decía todo, estaba pálida y en shock. Las consecuencias de sus actos no eran para nada agradables y menos para su hoja de presentación de vida. Permanecer tantos años en la cárcel. Una multa que cuesta más que la renta de su departamento. Y sobre todo la vigilancia por un desconocido era tan... ¿Despreciable? No había palabra alguna para describir como se sentía en aquella situación.

Tantos líos tenían en la cabeza que olvido abrir la puerta tras sí. El cuerpo de la pelinegra se estampo contra la puerta gruesa de cristal. Iba distraída, solo estaba atenta a sus mensajes de textos.

Aparto la mirada unos cuentos segundos para mirar fijamente a la chica quien solo caminaba sin rumbo. Lauren quería expresar su malestar y poner un acuerdo mutuo para ambas partes del trato. De ninguna manera le daría gusto a Austin Mahone y menos al estúpido presidente el país.

—Escucha... Entonces, lo que pasara es que iremos a allá fingiremos que somos una pareja perfecta—. Miro su celular nuevamente mientras caminaba tras ella, —les dirás a tus padres de nuestro compromiso.

La castaña solo miraba al cielo tratando de encontrar algunos beneficios para ella. ¿Qué no tenía apreciación por su vida? ¿Es que acaso estaba loca? ¿Qué no tenía conciencia de sus actos? Se cuestionaba al ver a su jefa caminar sin preocupación ni remordimiento de sus actos poco éticos.

—Ah... Usa tus millas aéreas, así yo puedo pagar la diferencia para primera clase, pero asegúrate de usarlas porque si nos las acepta no lo haremos. Ah, y confirma la comida vegetariana, ¿sí? La vez pasada se la dieron a otro vegetariano y a mí me obligaron a comer esa húmeda, estúpida y tibia ensalada que era— se detuvo al ver que la joven no prestaba ni un poco de atención. —Oye. ¿Porque no tomas nota? — hizo un gesto con sus manos.

—Disculpa, ¿escuchaste lo que dijo? — la cuestiono exasperada al verla tan tranquila ante el asunto.

—¿Qué?,¿qué? — respondió confundida.

Camila frunció el ceño, estaba desesperada al verla con esa pose tan prepotente y soberbia. Ambas se miraron fijamente en silencio. Solo se podía apreciar el ruido de los autos pasar por la avenida.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Wow, wow! ¿Lo que dijiste sobre tu nuevo puesto?, genial, eres muy genial. Lo creyó por completo— mostro una sonrisa soberbia regresando su mirada al aparato que no paraba de sonar.

La castaña estaba muy molesta, enserio esa mujer le estaba haciendo perder la poca paciencia que le quedaba.

—Era enserio. Me enfrento a una multa de 250, 000$ dólares.

La ojiverde la miro con ese semblante serio que hacía temblar a sus socios. ¿Estaba molesta? Por supuesto, la chica se estaba aprovechando del asunto.

—Y cinco años en la cárcel. Las reglas son otras— metió sus manos en el bolsillo de su pantalón mostrando su seguridad. No estaba para soportar los berrinches de su jefa y mucho menos sus reclamos de niña rica.

Se acomodó su saco, —¿puesto de editora? — cuestiono de forma burlona. —No, ni loca.

—Bien. Renuncio y tú te regresas, fue un placer conocerte, en verdad no puedes solucionarlo— dio media vuelta alejándose a paso rápido.

—Camila, Camila. Bien, bien.

La castaña se detuvo mostrando una sonrisa maliciosa que al dar vuelta borro y la miro fijamente.

—Bien, te volveré editora— se cruzó de brazos.

La castaña se acercó a paso lento hasta quedar frente a ella.

La propuesta. (Camren g¡p) [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora