Capítulo 16

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   Stephen había despertado apenas hace unos minutos, sin encontrar a la rubia a su lado. Comprobando que no se encontraba en la habitación, escuchó un estruendo que provenía desde el baño, provocando que se levantara apurado y tocará desesperado la puerta.

—¡Emily! ¿Estas ahí? — exclamaba mientras que con su puño derecho golpeaba la puerta. — Vamos Em, no me hagas esto y abre. Yo te puedo ayudar.

— No se que pasa — reveló abriendo la puerta con sus ojos húmedos. — Desde ayer que los mareos no se me van y las náuseas tampoco...

— Consideraste que quizás podrías estar emb...

— ¡No! , sé que eso no es porque hace dos días tuve mi periodo. Estoy preocupada Stephen — expresa abrazándolo.

— ¿Has dormido bien? Contéstame sinceramente. — preguntó este, mientras ella simplemente estaba en una lucha mental por su contarle o no, causando varios segundos de silencio total.

— La verdad es que no. Comencé a tomar pastillas para dormir y mientras más pasaban los días siento que más las necesito, tomándome hasta tres a la vez. — confesó en un suspiro — No entiendes lo que es salir de esos días donde sentía que mi vida no iba a continuar. Ese miedo constante de pensar que quizás sea la última vez que respire. Sentirme un asco cada vez que dejaba que me tocara porque él era mi pareja. Pasar de todo eso a sentir la libertad de al fin poder respirar, me sentía tan feliz, tan bien... — relataba sin dejar de soltar al chico, que lentamente la fue llevando hacia la cama para recostarla en su pecho. —... Ahora cada vez que cierro los ojos, vuelvo a sentir ese miedo, siento que caigo, que todo se vuelve negro y que otra vez voy a sentir que mi vida se acaba. Las necesito. Necesito esas pastillas para dormir en paz.

— Em, no sabes las ganas que tengo de quitarte todo ese dolor y que por fin seas feliz. Quiero que entiendas que no necesitas esas pastillas, te están haciendo mal tomarlas en esas cantidades, tienen efectos secundarios y eso es lo que te está pasando. Solo déjalas, si es necesario vendré aquí cada noche y me quedaré, pero por favor, no te caigas Em. Tu eres la mujer más fuerte que he conocido. Confío en que tu puedes, yo estoy aquí oara ayudarte.

   Con su pulgar limpiaba las lágrimas que caían de la mejilla de la chica, intentando a toda costa colaborar en sanar su dolor.

    Estuvieron así un par de horas, hasta que se les hacía tarde para ir a trabajar. El castaño estaba por levantarse de la cama. Pero la mano de la chica en su espalda lo detuvo.

— Nunca me cansaré de agradecerte. Eres tan perfecto, cada día me sorprendes más — le confesó para acercarse a su boca lentamente.

— Espera. No lo hagas, no así — comentó deteniendo a la rubia a mitad de camino, logrando que se sintiera incomoda. — No quiero que lo hagas ahora que estás sensible por lo que acaba de ocurrir. ¿Está bien? No quiero sentir que me aprovecho de ti. Espero me entiendas.

— Te entiendo y aprecio mucho lo que acabas de decir. Esto te hace mejor hombre de lo que ya sos — reveló dándole un beso en la mejilla y saliendo de la cama. — Te importaría ir a la sala, tengo que cambiarme — pidió con un leve tono rojo en sus mejillas.

— Claro, prepararé el desayuno. Te espero — avisó retirándose de la habitación y yendo a la cocina.

   Emily se quedó mirándose al espejo. Observando alguna que otra cicatriz ya curada que tenía, las miro con detenimiento y sonrió, feliz de que ahora si... Iba a poder superarlo y estaba segura de ello.

    Juntos se fueron al set a cumplir sus horas de trabajo. La primera temporada estaba por concluir y la segunda se acercaba. Poco a poco se empezaba a notar la química excesiva de los personajes de Stephen y Emily, al igual que ellos. Todo se estaba estabilizando.

   Ambos tenían asimilado que sus personajes iban a juntarse en algún momento de la serie y aunque no lo dijeran, lo estaban esperando con ansias.

    Stephen se estaba dirigiendo a su camerino y Emily venía con él. Entraron y ella se sentó en el sofá, solo estaban ellos dos y nadie más. Cuando él cerró la puerta, ella lo invitó a sentarse a su lado.

— Tengo algo pendiente contigo — pronunció para seguidamente acercarse a sus labios — No lo hago por estar sensible, lo hago porque yo quiero — expresando esas palabras, él fue quien se acercó a besarla.

   Después de tanto tiempo, se dieron un segundo beso y este sí que se prolongó. Tuvieron la libertad de transmitir todo el amor que se sentían y tenían escondido en lo más profundo de su corazón.

    Ella movía los labios a la par de los suyos, el beso se profundizó y él en un acto de cariño puso el pelo de la chica detrás de su oreja. Se fueron separando poco a poco, con una sonrisa en sus labios, él beso cada mínimo espacio de su cara, mostrándole la alegría que estaba sintiendo.

— Eso fue muy hermoso — expresó la rubia, para seguidamente volver a besarlo rápidamente.

— Tú eres hermosa — reveló abrazándola fuertemente.

No Me Sueltes [NMS1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora