Capítulo 1

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El auto serpenteaba por la empinada autopista. Las gotas de agua se pegaban al parabrisas del auto y el frío hacía que las ventanas se empañaran. La niebla dejaba muy poca visión, al punto de que no se veían más de cinco metros de carretera. La chica estaba concentrada en sus pensamientos, todos ellos aglomerándose en su cabeza. Hacía mucho que no veía a su familia. Era gracioso que el destino los uniera por algo tan siniestro y horrible.

Su móvil soltó un sonido que ella ya conocía muy bien. El goteo constante que se oía cada vez que su madre llamaba. La chica tomó el móvil, sin apartar la vista de la carretera y con un suave toque sobre la pantalla contestó.

—Hola, mamá —respondió, con un tono cansado.

—Hola, Claire. Solo llamaba para saber si ya habías llegado al pueblo. Tu pobre tía está destrozada y no quiero imaginar como estará tu prima.

—Y no es para menos. Una de sus hijas está muerta. Todo esto es tan horrible, ¿quién puede hacer algo así? —La chica guardó silencio, con un nudo en la garganta—. El mundo cada vez está peor.

—No se que haría yo si... —La mujer calló, al otro lado de la línea se oía como si estuviera aguantando las ganas de llorar—. En fin, espero que llegues pronto. Saluda a tu abuela de mi parte, por favor.

—Vale, te llamo luego. Te quiero.

La chica colgó y se miró por un segundo en el espejo retrovisor. Llevaba su ondulado cabello castaño oscuro suelto, y un maquillaje que resaltaba sus hermosos ojos color avellana.

Ya casi había llegado.

Las personas que rodeaban el lugar observaban la escena con detenimiento. La hermosa casa, muy parecida a las demás, cubierta por cintas que rezaban “Escena del crimen, no pase”. Vieron con atención como uno de los forenses llevaba una camilla cubierta. El cabello rubio del cadáver caía por los costados, dando una visión terrorífica. Subieron el cuerpo al auto y acto seguido, desaparecieron. Habían estado allí por casi cuatro horas seguidas.

El sol ya comenzaba a aparecer por las montañas del fondo. El frío clima y la niebla habían hecho que todos los curiosos se regresaran a su casa antes del amanecer.

La madre de la chica la había encontrado ese mismo día, doce horas después de que la habían asesinado. La chica no respondía a las llamadas de su madre. Esta se fue a su casa y esperó a que su hija saliera, pero nunca lo hizo. Finalmente, cuando entró, se llevó la peor sorpresa de su vida.

Había sangre por todo el lugar, trozos de piel, cabello. Todo mezclado en el mismo ambiente. El horror invadió el cuerpo de la mujer. Buscó por todo el lugar a su queridísima hija. Y ahí estaba ella: en el suelo de la cocina, en una posición forzada y antinatural. La piel más pálida de lo habitual y su cuerpo manchado de sangre. Cuando acomodó su cabeza, con lágrimas en los ojos y totalmente desesperada, se dió cuenta de que el hermoso rostro de su hija estaba totalmente desfigurado.

Claire estacionó el auto en la parte frontal de la casa. Apagó el auto, tomó su móvil y una chaqueta de cuero color marrón que estaba en el asiento del copiloto. Cerró la puerta de un empujón y se dirigió a la puerta principal de la casa.  

Se sacó el móvil del bolsillo trasero y tecleó la contraseña de desbloqueo, el dispositivo siseó suavemente y abrió el cajón de aplicaciones; vio que tenía varias llamadas perdidas y tres mensajes, los dos primeros eran de su madre.

Cariño, ¿Ya llegaste?. Llámame cuando puedas.

El segundo decía:

No olvides avisar cuando llegues.

ValeriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora